4 de abril de 2011

Review: The Fucking Hotlights "High society torture party" (2011)

Por Fernando Suarez.

-The Fucking Hotlights “High society torture party” (2011)
Es bueno que este cuarteto oriundo de Buffalo, New York, tenga algo más que la irreverencia tontuela de usar la apalabra Fucking en su nombre. Es bueno que, detrás de ese tic casi adolescente, se esconda una propuesta tan personal y potente como la que presentan en este álbum debut. ¿Cómo definirlos? ¿Post-Hardcore con espíritu borracho y pendenciero? ¿Un Black Flag actualizado y nerdizado? ¿Rock inteligente pero con pelotas? ¿El hijo desalineado de Hot Water Music y Planes Mistaken For Stars? A ver, tenemos un cantante de voz rasposa, atento a la melodía pero con una entrega catártica y descontrolada, tenemos una base rítmica sudorosa y potente pero que maneja la dinámica y los movimientos con una sabiduría meticulosa, tenemos guitarras que raspan y se retuercen yendo de las más básicas expresiones Punk-rockeras a las más contracturadas elucubraciones Math-rockeras, pasando por salvajadas afines al Noise-Rock y arreglos de visceral sensibilidad emotiva. Tenemos todo eso enfundado en once canciones certeras, gancheras, contagiosas, tremendamente energéticas y urgentes pero construidas con un guiño de perversa intelectualidad que las aleja de lo predecible y lo tosco. Ok, podemos sumar nombres como Sonic Youth (en su faceta más rockera, claro está), The Jesus Lizard, Jon Spencer Blues Explosion, The Nation Of Ulysses y hasta The Stooges a la hora de mencionar influencias pero todo eso no hace más que hablarnos de la fuerte personalidad de The Fucking Hotlights. “High society torture party” es un disco liberador y estimulante, un torbellino eléctrico que obliga a retorcerse en violentas y casi sensuales convulsiones al tiempo que apuntala las neuronas con una musicalidad ingeniosa y oxigena el espíritu con una emotividad honesta, directa y, de cierta forma, madura. Rescata la crudeza y la espontaneidad que alguna vez el Rock N’ Roll supo tener pero no lo hace con afán revisionista y se aleja, a fuerza de gestos desafiantes e ideas musicales frescas, de la mera pose revivalesca. Para sacudirse como si no hubiera un mañana.

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