31 de marzo de 2011

Review: Gridlink "Orphan" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Gridlink “Orphan” (2011)
Jon Chang (punzante gritador) y Steve Procopio (enroscado guitarrista, incorporado a Gridlink en 2009) bien podrían dormir en sus laureles y rascarse las bolas sin problemas. Al fin de cuentas, su trabajo en Discordance Axis (junto a las excelencias rítmicas del gran Dave Witte) les ganó un lugar indiscutido e inamovible en el panteón de la historia del Grindcore. Pero, claro, inquietos como son estos señores, están dispuestos a contagiarnos la demencia de sus cerebros a puro vértigo. Tres años después de aquel frenético “Amber gray”, Gridlink retorna con otra bomba bajo el brazo y nadie está a salvo. Digamos que, si Discordance Axis inauguró una forma más intelectual y retorcida de entender el Grindcore, Gridlink lleva las cosas más lejos, las hace más caóticas, más histéricas y más afiebradas, si tal cosa es posible. En poco más de doce minutos, esta segunda entrega escupe doce estallidos de pura adrenalina, enmarcados en los blast-beats más precisos e intrincados de los últimos años (cortesía del ocupado Bryan Fajardo, miembro también de Kill The Client, Noisear y Phobia, entre otros), adornados por riffs de una complejidad inverosímil (en algún lugar del mundo, Chris Arp de Psyopus se muerde los nudillos de envidia) y coronados por alaridos que atraviesan las entrañas como afilados cuchillos. Si existe tal cosa como el A.D.D. (Trastorno por déficit de atención, en castellano), estos tipos crearon su equivalente musical, sumándole importantes cuotas de paranoia, esquizofrenia y una agresión inusitada. “Orphan” es como meter la cabeza en una licuadora, como estar inmersos en una hora pico que nunca se acaba, como ahogarse en un torrente de electricidad que tensiona el cuerpo hasta paralizarlo y destruye neuronas con precisión quirúrgica. Gridlink logra dar sentido a la paradoja de proponer un millar de ideas por segundo y, al mismo tiempo, expresarlas de forma tan violenta y apabullante que se hace casi imposible procesarlas con claridad. Mi prueba de oro para medir la efectividad de un disco Grindcore es notar, una vez finalizado el mismo, cuánto tiempo tarda en desaparecer el temblor constante en todo mi cuerpo. “Orphan” me tiene como Michael J. Fox hace días.

Review: Low "C'mon" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Low “C’mon” (2011)
Ser considerados exponentes destacados de un subgénero conocido como Slowcore o Sadcore (sí, yo sé que son términos que suenan imbéciles pero cumplen, como todos, su función de orientación mínima) pone a Low en una situación bastante particular. Por un lado, son la banda más longeva de dicho estilo, la única que logró sobrevivir al paso del tiempo y encima con hidalguía y un temple inquebrantable. Por otro lado, contando con discos como “I could live in hope” (1994) o “Things we lost in the fire” (2001) en su haber, considerados piezas fundamentales del Indie-Rock en general, bien podrían dormirse en sus laureles y repetir hasta el hartazgo los mismos esquemas que ellos (junto a otros como Galaxie 500, Codeine o Bedhead) ayudaron a definir en su momento. O, como a veces sucede, podrían renegar por completo de sus raíces y meterse a explorar terrenos en los que no saldrían demasiado airosos. El trío resuelve estas cuestiones de la forma más simple y honesta posible, sencillamente poniendo toda su energía en componer buenas canciones y mantener siempre un nivel alto de emotividad y delicadeza interpretativa. Entonces, “C’mon” (novena placa del grupo, sin contar ep’s, discos en vivo ni rarezas por el estilo) bien podría ser considerado como un disco más de Low, con la salvedad de que se trata de uno cargado de excepcional belleza melódica, de una sensibilidad que lastima y reconforta al mismo tiempo, y de profundidad musical tan sencilla como elegante. Ahí están los ritmos suaves y cadenciosos, las melancólicas orquestaciones, la guitarra despojada y expansiva al mismo tiempo, las voces etéreas pero nunca desganadas, los arreglos sutiles, los coros parados en algún lugar entre el Folk y el Gospel, y todo ese caudal melódico que flota a la vez que genera una fuerte sensación de pesadez emocional, tan intensa y envolvente como la del Sludge más reventado pero alcanzada a través de otros métodos. De hecho, si imaginan estas canciones tocadas con toneladas de distorsión arriba y golpes de batería atronadores, el resultado no diferiría demasiado de lo hecho por un grupo como Jesu. Desde ya, escuchar este álbum en un atardecer de domingo puede llegar a resultar devastador hasta para el ánimo más burbujeante pero eso es gran parte del encanto imperecedero de Low.

Review: Capital "Givers takers" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Capital “Givers takers” (2011)
En los cuatro años que pasaron desde el anterior “Homefront” hasta ahora, pareciera que los muchachos de Capital se cargaron las pilas de pura energía, al tiempo que se perfeccionaban en su particular combinación de diferentes aspectos del Hardcore. Si en sus comienzos podían ser descriptos como una banda de Hardcore tradicional con toques de melodía, hoy en día este último ítem ha ganado una saludable preponderancia que, no obstante, no resta intensidad (por el contrario) al resultado final. No se trata sólo de que Tommy Corrigan haya pulido hasta extremos insospechables su cascado registro vocal, el resto del grupo también lo acompaña en su evolución, jugándose con composiciones más abiertas, ritmos más variados y una profundidad melódica que le aporta más sustancia a su habitual entrega emocional. Ojo, no faltan los ataques rabiosos, las aceleradas frenéticas, los alaridos y hasta los ocasionales momentos de agresión casi metálica pero ahora se hacen presentes influencias del Post-Hardcore (Articles Of Faith, Hot Water Music, Quicksand, Jawbreaker, Embrace, entre otros nombres destacados cuya impronta aquí se respira) que antes sólo se intuían. Dicha cruza de elementos entre el Hardcore vieja escuela y el Post-Hardcore por momentos se arrima al mejor Hardcore melódico (Dag Nasty sería una buena referencia en este caso) y en otros recuerda a Silent Majority, ignorado grupo de fines de los noventas donde militara Corrigan junto a un joven Daryl Palumbo (cantante de Glassjaw) a cargo del bajo. De todas formas, más allá de las referencias obligadas, queda también en claro que estos neoyorquinos han alcanzado un sonido absolutamente personal e inconfundible, equilibrando la rabia pasional de siempre con estos renovados aires de elaboración melódica de forma absolutamente natural y fluida, sin el más mínimo atisbo de artificialidad. Un disco tan apto para mosheros tatuados como para Punks sensibles. Y para todo aquel que aprecie las buenas y energéticas canciones.

Review: Blut Aus Nord "777 Sect(s)" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Blut Aus Nord “777 sect(s)” (2011)
Blut Aus Nord es uno de esos grupos que, hablando mal y pronto, no fallan nunca. Evidentemente, el Oscuro está de su lado porque no sólo su apetito explorador se hace cada vez más insaciable, sino que encima prácticamente todo lo que encaran (musicalmente hablando, claro está) se traduce en resultados más que interesantes. Pueden ponerse atmosféricos, casi sinfónicos por momentos, más adelante transformarse en una amorfa máquina de destrozar neuronas, luego volver al refinamiento y hasta desorientar a todo el mundo con ocasionales piezas de una inesperada y áspera crudeza. Y todo ello siempre manteniendo la vil esencia Blackmetalera que los define. “777 sect(s)” es la primera parte de una trilogía (luego vendrán “The desanctification” y “Cosmosophy”, todas con el sufijo “777”) y, si toda la cosa viene así, ya mismo pueden ir cerrando el Black Metal porque veo difícil que algo supere a una obra de semejante magnitud. ¿Cómo explicar esto? Veamos, en primer lugar aquí se vuelven a hacer presentes las influencias Godflesheras que tan bien le sentaran a estos franceses en discos como “MoRT” y “Odinist”, traducidas en crujientes ritmos mecánicos, graves degradados y pútridos, punzantes chillidos de guitarra y atmósferas de absoluta y tortuosa opresión post-nuclear. Pero eso no es todo, Vindsval y los suyos siempre tienen un as bajo la manga. En lugar de concentrarse en los tempos aletargados y los riffs simples concebidos por la banda de Justin Broadrick, Blut Aus Nord suma violentas aceleradas, numerosos cambios de ritmo y un trabajo de guitarras intrincadísimo, capaz de rivalizar con las horas más laberínticas de Deathspell Omega. O sea, imaginen las distópicas visiones de Godflesh, su corrosivo entramado sónico y su capacidad para generar sensaciones de asfixia física, sumados a las estructuras surrealistas y el desesperante caos lisérgico de Deathspell Omega. Les puedo asegurar que el resultado es tan intenso que, por momentos, se hace intolerable. Y es que, lejos de tratarse de una mera concepción musical de diseño (esto más esto es igual a esto otro), estos tipos ponen en el alma (o lo que queda de ella) en sus sórdidas arquitecturas musicales. Así, tenemos lugar para momentos de desgarradora belleza melódica que, en lugar de suavizar la faena, hacen que esta se sienta profundamente en las entrañas. Y, al mismo tiempo, sólo el minucioso y perverso trabajo de orquestación con guitarras y samples, ya merece un detallado análisis, que no haremos aquí, por supuesto. Es que todo este palabrerío no es más que cáscara vacía ante el poderío emocional de “777 sect(s)”. Sencillamente imprescindible.

30 de marzo de 2011

Reviews: Tephra "Tempel" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Tephra “Tempel” (2011)
La pregunta obligada que se desprende de este tercer álbum de Tephra es “¿necesita, acaso, el mundo otro disco de otro clon de Neurosis?”. Si uno se guiara por el bajo nivel de inspiración y energía que exhiben la gran mayoría de los exponentes contemporáneos del estilo, la respuesta sería indudablemente negativa. Ahora bien, si uno decide hacer oídos sordos a la nauseabunda marea de copiones sin alma y concentrarse en las canciones mismas, aún admitiendo su dolorosa falta de originalidad, puede llegar a encontrar aquí un bocado nada despreciable. Claro, con ocho años de existencia, era de esperar que estos alemanes lograran, en algún momento, depurar sus habilidades compositivas, ya que no desarrollar una identidad propia. La propuesta del cuarteto comienza y termina con Neurosis, no le pidan curvas inesperadas pero tampoco flirteos sosos con el Post-Rock ni frialdad cerebral. Sí, a los tipos no se les cae una idea propia pero, al mismo tiempo, se acercan lo más posible (igualarlos es irreal) a la conmovedora intensidad de sus maestros. Ayuda que los temas, aún inscriptos en los juegos dinámicos conocidos de subidas y bajadas, mantengan una duración más bien sintética (para los parámetros del género, claro está. Esto no es Grindcore) y una impronta siempre teñida de oscuridad y gesto adusto. Y, ciertamente, el gancho con el que cuentan también es un punto a destacar, uno que aleja, por cierto, al que probablemente sea el flagelo más notorio del Post-Metal actual: el aburrimiento. Por lo demás, acá tenemos esas voces que parecen querer hacer estallar el sol a los gritos, esos sinuosos y espesos entramados instrumentales que se van cargando de energía hasta estallar en monolíticas erupciones de magma distorsionado, ese contagioso empuje rítmico que dosifica con profunda sabiduría momentos de tensión y liberación, esas melodías paridas desde las zonas más rasposas del corazón y esa atmósfera de hondo misticismo, esa impronta épica y humana, espiritual y carnal al mismo tiempo. Por supuesto, si no son seguidores bastante acérrimos de este tipo de música, casi siempre es mejor quedarse con los originales. Pero si quieren más de lo mismo pero hecho (muy bien) por otra gente, “Tempel” puede ser una excelente opción.

Review: Gods And Queens "Untitled III" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Gods And Queens “Untitled III” (2011)
No es suficiente. Sólo un ep por año no me alcanza para saciar mi sed de Gods And Queens. Porque, encima, estos turros se dan el lujo de ir mejorando y desde 2008 que no lanzan un larga duración. “Untitled III” continúa la costumbre de no usar títulos y nos entrega cuatro canciones, tan pero tan buenas que es casi un crimen que, en total, sólo duren poco más de ocho minutos. Y sí, siempre sonaron personales y únicos pero aquí su particular combinación de Post-Hardcore, Noise-Rock y Shoegaze alcanza alturas de intensidad e inventiva que quitan el aliento. Esa voz tensa, desesperada, cruda pero al mismo tiempo melódica. Esas bases potentes, certeras y versátiles, capaces de envolvernos en sinuosas cadencias u obligarnos a retorcer el cuerpo en frenéticas danzas. Esa guitarra que rellena cada mínimo resquicio sonoro a pura distorsión, conjugando con maestría disonancia, texturas, melodía e investigación. Y estas canciones, por el amor de dios o quién corresponda. Tenemos tres temas nuevos (los “Untitled” del 14 al 16) que exponen un grado emotividad que lastima los sentidos sin necesidad de caer en histrionismos innecesarios o exageraciones adolescentes. Y en sólo esos tres temas se pueden hallar ideas musicales elaboradas con suma inteligencia e imaginación (insisto con el trabajo de las seis cuerdas), y entregadas con una intensidad que se siente en las entrañas. Como broche de oro, el trío nos regala una tremendamente emotiva y frenética versión del “Which way to go” de los geniales (e injustamente poco valorados) Big Boys, que termina adquiriendo una cierta impronta Hüskerdüsera que les sienta como anillo al dedo. Y sí, cuando me estaba relamiendo de puro placer, me cortaron la onda. En fin, no me queda otra que seguir escuchando esta maravilla en repeat hasta que estos guachos se decidan a editar un próximo disco.

Review: Pitom "Blasphemy and other serious crimes" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Pitom “Blasphemy and other serious crimes” (2011)
Nacidos en 2006 como el Plain Hex Quartet, Pitom es la criatura ideada por un virtuoso guitarrista judío (la aclaración no es gratuita, no se persigan) llamado Yoshie Fruchter. Siempre con el oído atento a las posibles luminarias musicales surgidas de su comunidad, John Zorn adoptó al grupo bajo el ala de su sello discográfico (Tzadik), lanzando tanto su álbum debut en 2008 (“Pitom”, que, en realidad, figura como disco solista de Fruchter pero se trata de la misma banda) como esta sorprendente continuación titulada “Blasphemy and other serious crimes”. La afiliación con Zorn ya nos puede tirar una idea y el hecho de que la formación del conjunto sea un cuarteto instrumental de guitarra, bajo, violín/viola y batería, ya nos tira alguna que otra pista. Tenemos un núcleo Rockero, claro que sí, bien frenético, muscular, fluido y angular, provisto de una urgencia de claros ribetes Punks y de una sádica inteligencia no tan alejada del Math-Rock más abrasivo o el Noise-Rock más refinado, como prefieran. Tenemos también un vuelo Progresivo bien marcado, con más de un riff remitiendo a una suerte de King Crimson anfetamínico y oscurecido (o a un Black Sabbath intelectualizado), y estructuras que confunden al tiempo que maravillan. Tenemos el violín aportando exóticas melodías e intrincados contrapuntos con la guitarra y tenemos, desde ya, el grado justo y necesario de demente eclecticismo, como para condimentar todo con constantes sorpresas y curvas inesperadas. Lo que distingue a Pitom de otros grupos similares (inclusive algunos de la misma escudería Tzadik) es el énfasis puesto en la Música Tradicional Judía, fundida de forma inteligente y profunda (nada de pastiches a medio cocinar) con el pulso sanguíneo y el entramado eléctrico de las canciones. Desde ya, algunos dirán que Mr. Bungle (en “California”) y Masada (en su encarnación eléctrica) ya habían intentado similares acercamientos pero ninguno de ellos lo había hecho en un contexto tan visceral y rabioso. Ni hace falta aclarar que los músicos son eximios ejecutantes de sus respetivos instrumentos pero es de agradecer que en ningún momento coloquen el lucimiento personal ante la intensidad y el desarrollo dinámico de las composiciones. En fin, un delicioso bocado para oídos aventureros y refinados.

Review: Anal Cunt "Wearing out our welcome" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Anal Cunt “Wearing out our welcome” (2011)
Luego del chiste Hard-rockero de “Fuckin’ A” (editado a principios de el corriente año), Seth Putnam y los suyos vuelven a las formas que los hicieron reconocidos. Once temas en poco más de once minutos y títulos como “Beating up niggers that sell fake crack”, “Wasting time writing Anal Cunt songs”, “Tsunasum” (una obra mestra del humor negro, sólo para entendidos), “Caring about anything is gay” (un futuro clásico) o el genial “Nothing’s offensive anymore”, ya deberían ser suficientes para que aquellos viejos fans que no entendieron del todo la jodita previa de “Fuckin’ A” vuelvan a sentirse reconfortados. Y, si no me creen, sólo basta poner play y allí estarán esperándonos los blast-beats desprolijos y cavernarios, los riffs borroneados y ahogados en feedback, los alaridos con la sangre asomando en la garganta, los ocasionales rebajes Hardcore/Punk de tono casi juguetón, las guitarras que suenan como motosierras oxidadas y todas las barbaridades y pelotudeces que nos hacen amar a estos bostonianos. Por supuesto, pretender refinamientos o variantes es gay. Y lo mismo va para quejarse porque estas once canciones suenen como casi cualquiera otras once canciones de su vasto catálogo. Anal Cunt sólo varía su estilo cuando tienen ganas de hincharle las pelotas a sus propios seguidores, el resto del tiempo es pura diversión en su forma más violenta y revulsiva. Ni siquiera hay motivos para alargar este comentario. Si les va el Anal Cunt de siempre, aquí tienen lo que andaban necesitando. Si no les va, es porque, obviamente, son gays.

29 de marzo de 2011

Review: Young And In The Way "I am not what I am" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Young And In The Way “I am not what I am” (2011)
Oscuras nubes se ciernen sobre el destino de la humanidad, coros angelicales anuncian el fin sobre el frenético pulso de tambores tribales y un hipnótico entramado de arpegios distorsionados termina de dar forma a estas ominosas visiones con apabullante exactitud. Así, con un envolvente clima de monolítica oscuridad, comienza este cuarto trabajo (primero que se puede considerar como larga duración) de Young And In The Way. Lo que sigue es esa misma atmósfera apocalíptica pero atravesada por una rabia visceral y demente, un furioso latir Hardcore/Crust que pinta grises imágenes de perdición y desasosiego. Ok, ustedes dirán que combinar mugre Crust con profundidad Neurosiesca no es ninguna novedad y, ciertamente, aquí resuenan ecos de próceres como His Hero Is Gone o los canadienses Cursed, pero la entrega final resulta tan intensa, tan certera y tan envolvente que no queda otra que darles la derecha y recibir la paliza con una sonrisa desencajada en el rostro. En efecto, aquí tenemos un vocalista que grita al tope de sus pulmones, una base rítmica que estalla en frenéticas aceleradas (a veces, inclusive, rozando el Black Metal más crudo) y se repliega en aplastantes rebajes, una guitarra que expande su suciedad en espesas murallas de distorsión que no se privan siquiera de jugar con profundas texturas, punzantes disonancias o descorazonadores arreglos melódicos, un bajo que gruñe y retumba desde profundidades avernales, y una sensación general de dientes apretados y lisérgicas pinturas cubiertas de herrumbre y hollín. Y sí, las canciones son directas (once de ellas en poco menos de media hora) y al entrecejo pero no por ello descuidan las variantes dinámicas, la profundidad armónica, los arreglos inteligentes (aquí vuelvo a insistir con la destacable labor en las seis cuerdas) ni esa fluidez natural y atrapante, que toma al oyente del cuello y lo sarandea hasta dejarlo agotado y sin aire. Ideal para exorcizar inconfesables demonios entre violentos espasmos y desgarradores alaridos de dolor.

Review: Boris "New album" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Boris “New album” (2011)
Creo que lo que más me gusta de Boris es cómo se las arreglan para sorprender siempre, ese espíritu inquieto que los hace moverse hacia cualquier dirección musical que les plazca, sin importar cuan comercialmente viable sea. Porque, convengamos que para un grupo como Boris (considerados paladines del Drone y el ruido lento en general), editar un disco, básicamente, de Pop no es una movida complaciente, por así decirlo. De hecho, los gritos de “traición” y “esto no es Boris” ya se han hecho escuchar por ahí. Lo que esa gente no entiende es que Boris es exactamente lo que ellos quieren que sea en cada momento, ni más ni menos. Y si eso implica abandonar los riffs saturados de graves, las murallas de feedback, los espesos climas lisérgicos y los tempos aplastantes en pos de melodías agradables, ritmos gancheros, arreglos delicados (muchos, inclusive, de tono electrónico), guitarras fuertes pero controladas y atmósferas más bien distendidas, así sea. En última instancia, discos como “Pink” y “Smile” ya habían expuesto cierto gusto por las líneas vocales melódicas, aún en medio del habitual desparramo de distorsión del trío. Y, de todas formas, esto sigue siendo Boris hasta la médula. El hecho de que las canciones mantengan estructuras más bien tradicionales y estén basadas en el desarrollo melódico antes que en los riffs o la exploración sonora no quita que la locura usual de los nipones haya desaparecido. Es más, queda claro que, como disco Pop, “New album” no tendrá ningún hit en alta rotación, a pesar de la alta calidad y el irresistible gancho de sus composiciones. Es que, aún en un contexto tan cancionero y melódico, Takeshi, Wata y Atsuo no pueden privarse de jugar con elementos de géneros diversos (Techno, Lounge, Shoegaze, Jazz, Psicodelia moderada y hasta algún que otro arranque un tanto más Punky) y proponer arreglos de una profunda y retorcida musicalidad. Y sí, no hay duda de que sus fans más acartonados odiarán con ganas este trabajo pero eso no hace más que sumarle puntos. Para ellos, pronto verán la luz “Heavy rocks” (continuación del álbum de igual nombre editado en 2002) y “Attention please” (donde Wata se hará cargo de todas las voces), que prometen (aunque con esta gente nunca se sabe) recuperar la impronta más pesada y abrasiva del grupo. Para los que disfrutan de la buena música sin prejuicios ni limitaciones estériles, “New album” es un bocado más que delicioso y necesario.

Review: Eleventh Dream Day "Riot now!" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Eleventh Dream Day “Riot now!” (2011)
Con casi treinta años de existencia, todavía es probable que la mayoría sólo conozca a Eleventh Dream Day como “la banda donde toca Doug McCombs de (nuestros recientes visitantes) Tortoise”, cuando en realidad Tortoise es la banda donde toca Doug McCombs de Eleventh Dream Day. De hecho, sería divertido observar cómo reaccionaría el fan medio de Tortoise ante cualquier disco de Eleventh Dream Day, en especial este crudo y flamante “Riot now!”. Es que aquí no hay Post-Rock, ni Jazz, ni sesudas elucubraciones ambientales/electrónicas/progresivas ni nada por el estilo. La propuesta del cuarteto siempre pasó por rescatar el costado más áspero y distorsionado de Neil Young a través de un filtro claramente Punk, aún antes de que J Mascis se aburriera del Hardcore y empezara a fumar porro. “Riot now!” es precisamente eso, Rock guitarrero, potente, melódico pero con el grado justo de suciedad, adulto pero siempre energético. La voz de Rick Rizzo dibuja nerviosas melodías con inflexiones que pueden remitir a un Frank Black (o Black Francis, ahora que los Pixies están activos) controlado, los hermosos arreglos vocales de la baterista Janet Beveridge Bean inclusive tienen cierto aire a Kim Deal, las bases son sencillas pero siempre efectivas y las guitarras (claro que sí) se llevan el premio grande con riffs y arreglos certeros, gancheros, mugrientos y envueltos en sutiles texturas. Claro, todo eso no es más que el adorno necesario para lo que realmente cuenta: las canciones. Emotivas sin pasarse de dramatismo, contagiosas y efervescentes sin llegar a la violencia, crudas sin caer en la tosquedad, versátiles sin necesidad de apelar a eclecticismos forzados, construidas con cuidado artesanal pero sin perder nunca de vista la urgencia Punk. Y sí, cuatro tipos (bueno tres tipos y una tipa) que rondan las cuatro décadas de edad (y, en algún caso, las superan) pueden rockear con la misma (o más) intensidad que cualquier jovencito y, en ese sentido, el legado inmortal (y aún vigente y, por suerte, lejos de cualquier atisbo de jubilación o retiro) del mencionado Neil Young se mantiene en buenas manos. Calidad rockera y buenas canciones aseguradas o le devolvemos su camisa a cuadros y sus jeans raídos.

Review: The Haunted "Unseen" (2011)

Por Fernando Suarez.

-The Haunted “Unseen” (2011)
Todavía recuerdo cuando, ante la edición de sus primeros dos discos (“The Haunted” en 1998 y “The Haunted made me do it” dos años después), muchos creían ver en The Haunted algo así como la nueva cara del Thrash Metal del nuevo milenio. Recuerdo también mi asombro ante tales loas, ya que, aún siendo trabajos potentes y cargados de buenas canciones, no aportaban mucho más que una versión algo modernizada y Hardcorizada del viejo y querido Slayer. Pasaron los años, pasaron más discos y, ya con Pete Dolving (el cantante original, exiliado de los Alterna-Metaleros Mary Beats Jane, que los abandonó durante algún tiempo y fuera reemplazado por el ex Face Down Marco Aro) firmemente asentado en su puesto de cara visible, el quinteto volvió a generar controversia con el ambiguo “The dead eye” (2006), un disco odiado y reverenciado en partes iguales. Otro hecho curioso pues, antes que un punto de inflexión, se trataba de un intento medianamente exitoso (o fallido, según se vea el vaso medio lleno o medio vacío) de capitalizar los avances expuestos en el sí pivotal “rEVOLVER” de 2004. Así, llegamos (“Versus” mediante) a la actualidad y, nuevamente, la controversia llama a la puerta de los suecos con este “Unseen”, el cual fue descrito por el mismo Dolving como un disco de “Metal épico, groovy, bailable y muy muy arty”. Y agrega, como para que no queden dudas, “con este nuevo disco nos vamos a cagar en la dirección general del 99,9 por ciento de los pajeros genéricos contemporáneos”. Detrás de su perorata grandilocuente, lo que el Pete (jijiji) está diciendo es que “Unseen” encuentra a The Haunted probando una vez más un acercamiento a formas más melódicas y relajadas de encarar su material. Los machaques Thrashers siguen estando ahí, lo mismo el doble bombo y las voces cascadas pero esta vez predominan los ritmos más cadenciosos, hay mayor espacio para voces limpias, riffs de tono casi Stoner y arreglos instrumentales que no desentonarían en algún disco de Tool o similares. En ese sentido, siempre es rescatable el apetito creativo del grupo y la ambición de darle una nueva dimensión al Thrash actual. El punto es que, en lo que hace a resultados concretos, parecen todavía no dar del todo en la tecla. Algunos temas logran una muy interesante combinación de empuje agresivo y sutilezas compositivas, otros suenan como una especie de Hard Rock/Stoner un tanto endurecido y con más pretensiones que sustancia. Dolving prueba que es un cantante con más recursos que la mayoría de sus pares pero sus melodías fallan en mantener un nivel parejo de intensidad emotiva (pareciera que el evidente amor que profesa por Maynard James Keenan, de Tool, lo lleva a incurrir en similares ataques de autoindulgencia), las guitarras se juegan con algunas texturas y arreglos más que interesantes pero caen en riffs pedestres más seguido de lo que uno quisiera, la base rítmica mantiene un pulso tenso, ajustado y controlado pero pareciera carente de cierto necesario fuego, y las composiciones mismas alternan entre ideas excelentes y una inquietante sensación de desgano. Es una pena, porque estos tipos tienen todo lo que hace falta para despacharse de una vez con uno de esos discos que queden marcados a fuego en la historia grande del Metal pero parecen no encontrar el balance justo entre pulsión belicosa e intenciones artísticas más elevadas. De todas formas, aunque sea como intento (y por algunas canciones que realmente dan indicios más que alentadores), “Unseen” es un disco que merece una oportunidad. Tal vez la octava sea la vencida.

28 de marzo de 2011

Review: Iroha "Iroha" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Iroha “Iroha” (2011)
Andy Swan es un viejo amigo de Justin Broadrick (también, con ese apellido...), al punto que formó parte de la primera encarnación de Final, el proyecto Ambient/Industrial que ambos concibieron en 1983 y que luego Justino continuaría en solitario. Iroha es la flamante banda que Swan dirige (luego de años dedicado a la música Dance), con la ayuda de Dominic Crane y Diarmuid Dalton, éste último, casualmente, también miembro de Jesu. Y sí, los ocho temas contenidos en este debut homónimo llevan la huella de dicha banda marcada a fuego. Los ritmos lentos y aplastantes, el bajo gordo y podrido, las gigantescas murallas de guitarras distorsionadas, las voces etéreas, las hermosas melodías evocadoras, melancólicas o elevadoras según se lo requiera, los colchones de teclados celestiales, y esa envolvente sensación de pesadez emotiva que genera un nudo en el estómago. Ok, siendo brutalmente honestos hay que decir que esto es, básicamente, una copia de Jesu. Una muy buena copia de Jesu, mejor dicho. Esto es, cero en originalidad y diez en efectividad y buenas canciones. O sea, si el mismo Broadrick hubiera editado un disco así como continuación del imprescindible “Conqueror”, probablemente nadie hubiera puesto objeciones. Es que, más allá de estar basado en ideas ajenas (básicamente, la fusión de Shoegaze con Sludge monolítico y algo de Post-Rock. O lo que algunos llaman Metalgaze), este material es tan redondo, tan certero y tan bello que resulta prácticamente irresistible. Las guitarras que se expanden en infinitas marejadas de distorsión, los golpes atronadores de la batería, los graves que hacen crujir la tierra, las sutilezas armónicas de los diversos arreglos y, principalmente, la profunda emotividad que transmiten las melodías vocales (sí, hasta el tono de voz y las inflexiones de Swan suenan idénticas a las de Broadrick), demuestran que esta gente maneja el estilo con absoluta maestría y con un afilado instinto compositivo. En fin, las pautas están claras de entrada y eso suele ser bueno. Fans de Jesu, a por este disco. Detractores, a por otra cosa.

Review: Rise Against "Endgame" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Rise Against “Endgame” (2011)
Siempre fueron Punks, siempre fueron politizados, siempre fueron melódicos, siempre fueron energéticos pero es aquí y ahora (a doce años de su nacimiento), con este monumental “Endgame”, que Rise Against logra una obra musical capaz de pararse sin complejos junto a los grandes clásicos del Hardcore melódico de ayer y hoy. Desde ya, Bad Religion sigue siendo un referente ineludible para cualquier banda del género que se precie de tal y estos ex 88 Fingers Louie no disimulan su amor por Greg Graffin y compañía, sino que abrazan sus enseñanzas y las potencian dándole su toque propio y personal. Sí, aquí tenemos esos ritmos fervorosos, acelerados y contagiosos, tenemos esos riffs y punteos súper gancheros, tenemos esas irresistibles melodías emotivas y épicas (ideales para corear apuntando siempre el dedo acusador hacia nuestras propias fallas como sociedad e individuos), tenemos esa voz armoniosa pero potente al mismo tiempo y con el grado justo de carraspera, y tenemos, claro, las letras inteligentes y punzantes, el tono maduro pero nunca resignado o vencido, las ideas claras, la emoción a flor de piel y las convicciones al rojo vivo. Y, si bien todos esos elementos ya se encontraban en las cinco entregas previas del cuarteto, aquí logran finalmente brillar con luz propia y una profundidad melódica que pone la piel de gallina. Hablamos de grandes canciones, por supuesto, con un empuje rítmico energético y dinámico, con un trabajo de guitarras sólido y ubicado (que busca lo necesario para la canción antes que el despliegue personal), con una impronta melódica que apunta al corazón (casi como rescatando aquella idea Fugaziesca de que lo político y lo personal son una misma cosa) y una entrega que equilibra a la perfección inteligencia, sensibilidad y urgencia. Ayuda el hecho de que hayan abierto la puerta a ritmos más variados, que se permitan colar algún que otro flirteo con el Post-Hardcore y que Tim McIlrath haya pulido sus capacidades vocales (tanto interpretativas como compositivas) hasta extremos insospechados de intensidad y refinamiento. Y nada de esto representa (como algunos trasnochados han escrito por ahí) una traición o abandono a sus raíces Hardcore/Punk, como bien queda demostrado por la profunda y rabiosa pasión que transmiten estos doce himnos. En fin, ante un crecimiento tan notable no queda más que sacarse el sombrero, aplaudir y disfrutar de estos cuarenta y seis minutos y medio de pura música para oxigenar el espíritu.

Review: Venowl & Vaba Marat "Split" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Venowl & Vaba Marat “Split” (2011)
Estados Unidos y Brasil se dan la mano en un split que expone (con sólo un tema por banda) la cara más horrible, revulsiva y jodida del Black Metal actual. Aquí no hay teclados sinfónicos, ni remansos folklóricos, ni delicadas texturas Shoegaze, ni sesudas elucubraciones Industriales/Electrónicas y, sin embargo, no se trata tampoco de Black tradicional ni de clones del viejo sonido noruego. Desde la tierra de Johnny Cash y Black Flag, Venowl escupe algo que sólo puede ser descrito como Free-Jazz interpretado con espíritu Blackmetalero. Siete minutos y cuarenta y dos segundos de absoluto tormento auditivo basado en ritmos azarosos, guitarras que se quiebran constantemente en disonancias, acoples y ruidos varios, y alaridos que se sienten como navajas oxidadas lacerando las entrañas. En el otro rincón, desde Curitiba, Vaba Marat abre su presentación con un breve pasaje ambiental que estalla súbitamente en una erupción de riffs podridos e inentendibles, bases cavernícolas, taladrantes acoples y gruñidos amorfos, todo sumergido en una espesa brea sonora de pura saturación que lastima los oídos y confunde los sentidos. Y hasta se permiten un final con aires Drone pero entregado con tal grado de urgencia y corrosión que suena más afín a los lamentos provenientes de una cámara de tortura que a los paisajes monumentales de Sunn 0))), por poner un ejemplo. En fin, material difícil, abrasivo y asfixiante al extremo, tan apto para Blackmetaleros intransigentes como para amantes de la vanguardia musical más confrontacional. Y, como si fuera poco, pueden descargar este material de forma gratuita en la página de Vaba Marat, www.vabamarat.bandcamp.com. A reventarse las neuronas.

Review: Mike Watt "Hyphenated-man" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Mike Watt “Hyphenated-man” (2011)
Todos de pie para recibir al señor bajista del Punk-Rock, a aquel cuyo trabajo (como intérprete y como compositor) deslumbra siempre, ya sea en los clásicos e imperecederos discos de Minutemen y fIREHOSE o en sus incursiones solistas y proyectos experimentales como Banyan (junto a Stephen Perkins y Nels Cline) o The Unknown Instructors (junto a Joe Baiza y Jack Brewer de Saccharine Trust). A aquel que, junto al tristemente fallecido pero nunca olvidado D. Boon, fundara una manera de pensar el Punk como expresión artística ilimitada y modo de vida (tal vez resumida en la frase “Our band could be your life”, que acuñaran en sus años de Minutemen) que perdura hasta la actualidad a través de destacados discípulos como Fugazi, NoMeansNo o Brainworms, entre tantos otros. Aquel mismo que, en los últimos años, ocupó gran parte de su tiempo al servicio de los Stooges de Iggy Pop. Vamos, una auténtica leyenda viviente. ¿Y cuántas leyendas vivientes conocen que se mantengan con tal vitalidad? ¿Cuántas capaces de seguir lanzando discos llenos de inventiva, frescura y energía? Con sus cincuenta y tres años de edad, Watt nos entrega en “Hyphenated-man” treinta nuevas maravillosas canciones que lo colocan como su mejor trabajo solista hasta la fecha. Sí, la cantidad de temas y el hecho de que la mayoría no llegue a los dos minutos de duración nos hablan de un glorioso regreso a las formas musicales de los Minutemen, y eso siempre es una buena noticia. En efecto, con una formación básica de trío (Tom Watson en guitarra y Raul Morales en batería acompañan al buen Mike), aquí se suceden breves y certeros dardos de ese Punk-Funk epiléptico, impredecible, efervescente y contagioso que tantas alegrías nos dio a través de los años. Inclusive los temas fueron compuestos por Watt utilizando una de las telecasters de D. Boon, con lo cual el círculo se cierra perfectamente. Riffs angulares y entrecortados, bases frenéticas, retazos Jazzeros, ocasionales remansos de tono marítimo, ideas que se suceden a toda velocidad pero sin perder nunca el fluido sentido del swing, líneas de bajo robustas y de profunda riqueza musical, composiciones intrincadas pero siempre coherentes y sintéticas, y la inconfundible voz de Watt, rasposa, adusta, casi avejentada (ojo, fue así aún cuando era joven), limitada técnicamente pero consciente de sus limitaciones y capaz de transmitir emociones como ninguna. Hasta el arte de tapa a cargo de Raymond Pettibon (hermano de Greg Ginn y creador del logo de Black Flag, entre otras cosas) y el sonido del disco, despojado, crudo pero nítido al mismo tiempo, remite a la naturalidad a rajatabla que inundaba clásicos como “What makes a man start fires?” o “Double nickels on the dime”. Gracias Mike por tanto, perdón por tan poco.

26 de marzo de 2011

Review: Bruce Lamont "Feral songs for the epic decline" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Bruce Lamont “Feral songs for the epic decline” (2011)
Este debut solista es la confirmación que necesitaba de que Bruce Lamont funciona mejor cuando se aleja de Yakuza, su grupo principal. El año pasado me deslumbró con Circle Of Animals, el proyecto Industrial compartido con Sanford Parker (productor de este álbum y miembro de Minsk, Twilight, The High Confessions y un largo etcétera), al tiempo que me aburría bastante con “Of seismic consequence”, el más reciente trabajo de Yakuza. Ahora llega este “Feral songs for the epic decline” y ya no tengo dudas. Lamont mantiene cierto eclecticismo pero se aleja del Metal para dar a luz un trabajo cargado de una mística espesa y brumosa. También mantiene esa suerte de elegancia virtuosa que lo caracteriza, un elemento que se haya más a gusto en este contexto más bien reposado que en sus incursiones extremas. Otra cosa que hay que reconocerle al bueno de Bruce (inclusive en Yakuza) es su habilidad para escapar de los encasillamientos fáciles. Aquí tenemos bastante Folk, arreglos Jazzeros (el saxofón ayuda bastante en este aspecto), cavernosos pasajes ambientales, sinuosos teclados y orquestaciones, sutiles toques de minimalismo, percusiones rituales, melodías de tono oriental, ocasionales erupciones de ruido electrónico (y hasta un breve pasaje de clara extracción Blackmetalera pero con batería programada) y un vasto campo de experimentación sonora sobre el que Lamont despliega una atrapante atmósfera de oscuridad que nunca se corta. Por momentos puede remitir a las excursiones más experimentales (y menos abrasivas) de Swans o The Angels Of Light, en otros se asoma una especie de Country lúgubre afín (en especial gracias a la grave voz de Lamont) a los trabajos solistas de Steve Von Till y Scott Kelly de Neurosis o al Western macabro de los últimos años de Earth, y en casi todo momento resuenan profundos colchones sónicos (a veces generados de forma acústica y a veces a través de manipulación digital) dignos del Lustmord más abstracto y esotérico. Lo importante aquí es que la vasta gama de influencias y recursos musicales están puestos al servicio de una visión enfocada y cohesiva, que puede moverse desde estructuras melódicas más tradicionales a complejos campos de experimentación pero siempre mantiene el hilo conceptual de la placa, sin dejar grumos ni cabos sueltos en el camino.

25 de marzo de 2011

Review: Flagitious Idiosyncrasy In The Dilapidation "Kakusei" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Flagitious Idiosyncrasy In The Dilapidation “Kakusei” (2011)
Que en Japón se cocina buen música extrema (sea del género que sea) no es ninguna novedad. Ni siquiera es tan llamativo que un grupo conformado por adorables chicas niponas se entregue con suma violencia a los aspectos más rabiosos del Metal extremo, allí tienen el ejemplo de las Yellow Machinegun y su Thrash-Core frenético y de alto impacto. Pero, por más preparados que creyéramos estar, el disco homónimo con el que las señoritas de Flagitious Idiosyncrasy In The Dilapidation debutaron en 2008 resultó ser una auténtica bomba del más histérico Grindcore, casi como la cruza perfecta entre el caos de Discordance Axis y la agresión directa y brutal de Terrorizer. El hecho de que ahora hayan incorporado un hombre (un tal Ben, reemplazante de Kyoko) como guitarrista no les ha hecho perder cualidades, al menos guiándonos por lo expuesto en este flamante ep. Ok, sólo son seis temas en diez minutos pero con eso basta para removernos las neuronas a toda velocidad y, de paso, comprobar que la creatividad del cuarteto se mantiene intacta. Aquí tenemos todos los elementos que definen al Grindcore como género (blast-beats, mugre Hardcorosa, profundos gruñidos atravesados por chillidos desgarrados, guitarras como motosierras, bajo podrido, composiciones breves y mucho, pero mucho, odio), pero también tenemos riffs disonantes e intrincados, inesperados cambios de ritmo, estructuras esquizofrénicas, un bajo más al frente de los esperado, algo de groove, algún que otro pasaje casi Punk (con voces juguetonas incluidas) y una sensación general de locura que nos mantiene en vilo a cada segundo, tratando de adivinar por dónde vendrá el próximo golpe a la mandíbula. En fin, habrá que esperar a un próximo larga duración para ver con qué nos salen estas chifladas pero, por ahora, “Kakusei” es un más que delicioso aperitivo.

24 de marzo de 2011

Review: Tantrum Of The Muse "Modernmu$ick(2000!)" (2000)

 Por Fernando Suarez.

-Tantrum Of The Muse “Modernmu$ick(2000!)” (2000)
¿Cuán demente les puede sonar una cruza entre el Mr. Bungle de “Disco volante”, el Shudder To Think de “Pony express record”, Today Is The Day, Thought Industry y Melvins? Si encima les digo que dicha mezcla da como resultado un producto final cohesivo, compacto y personal (y no un mero pastiche de ideas robadas) van a pensar que estoy exagerando. Pero no es así. Tras un más que promisorio debut (“The heart is a two-headed sperm”, editado en 1999), Stephen Mark Sarro (cantante, guitarrista y líder espiritual del grupo) y los suyos se despacharon con un disco que bien podría ser considerado como adelantado a su época, sino fuera porque aún hoy en día sigue sonando como música de otra dimensión. Un buen ejemplo del espeso aire de extrañeza que aquí se respira está dado por el hecho de que se trataba de un grupo cristiano capaz de escribir líneas como “Liars, whores, hypocrites, thieves, all in the family of God” (“mentirosos, putas, hipócritas, ladrones, todos en la familia de Dios”). Por supuesto, no serán los primeros (y, con suerte, tampoco los últimos) cristianos en atacar a la iglesia católica pero convengamos que no se trata de un hecho muy común. Y, en todo caso, lo que esto expone es una tensión interna que se transmite con lacerante fidelidad en la música. Pero, claro, eso termina siendo anecdótico ante el despliegue de sádica imaginación que rebalsa de estas trece mini sinfonías de enfermedad. Utilizando elementos como bajos sin trastes, guitarras con afinaciones exóticas, samples y ruidos varios (sumados, desde ya, a los tradicionales instrumentos rockeros), el trío lograba multiplicarse en un impredecible viaje musical que podía moverse entre géneros dispares (del Post-Hardcore al Death-Metal, del Noise-Core al Rock Progresivo, del Hardcore al Jazz, del Pop a las abstracciones vanguardistas, y de allí al infinito) con una naturalidad pasmosa, tiñendo cada pasaje de una asfixiante oscuridad, generando una constante inquietud, una penetrante sensación de peligro e incomodidad. Ni hace falta aclarar que, para que semejante pieza de intrincada arquitectura musical no caiga por su propio peso, hacen falta músicos talentosos. En ese sentido (y sin desmerecer a sus acompañantes), Sarro ye lleva las palmas con un trabajo de guitarras afiebrado, original e inclasificable, de esos que proponen constantes ideas y retuercen esas mismas ideas pero siempre equilibrando la experimentación con un absoluto respeto por las composiciones mismas. Como cantante tampoco se queda atrás, desgranando hermosas melodías, poniendo la piel de gallina en los pasajes más emotivos, enroscándose en tensas letanías o estallando en violentos alaridos, todo con un manejo vocal impecable e intenso. Por un lado, es una pena que el grupo no haya podido durar lo suficiente como para concebir una continuación de este disco (bueno, hubo un registro en vivo, llamado “The downtrodden and the Sidhe” y editado en 2001, pero no cuenta), sólo dios (o quién sea) sabe con qué nos hubieran sorprendido. Por otro lado, ante la posibilidad de manchar una foja de servicio impecable, siempre es mejor retirarse cuando estás ganando. En fin, si andaban necesitando material cien por ciento original, abrasivo y pesado pero alejado de cualquier limitación genérica, y con un espíritu claramente freak, he aquí una de las joyas musicales más destacadas que nos ha dejado la década pasada.

23 de marzo de 2011

Review: CoH "Iiron" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-CoH “Iiron” (2011)
CoH (sueño, en ruso) es el seudónimo bajo el cual Ivan Pavlov viene desarrollando sus dementes elucubraciones electrónicas y experimentales desde fines de los noventas. “Iiron” es algo así como la secuela de “Iron”, disco editado en 2000, inspirado en la Guerra Fría y basado en la manipulación electrónica de sonidos provenientes de guitarras metaleras. Aquí Pavlov repite, de cierta forma, esa metodología, tomando grabaciones de guitarra eléctrica registradas en 2009 y de guitarra acústica grabadas en cassettes de forma clandestina entre 1988 y 1990, cuando todavía era ilegal consumir o interpretar música metálica en su Unión Soviética natal. Bien, hasta llegan las similitudes porque, donde “Iron” era un trabajo eminentemente abstracto, aquí las formas se vuelven más nítidas y amenazantes sin por ello resignar el filo experimental que caracteriza toda la producción de este ruso loco. Esto significa que no hay forma sencilla de definir o describir este material. Tenemos melodías serpenteantes de tono oriental, beats crujientes, glitches y ruiditos varios que infectan la mente, retazos de riffs procesados hasta alcanzar el máximo de corrosión, fantasmales texturas ambientales, sinuosas subidas y bajadas de intensidad, atmósferas pérfidas con claro espíritu Blackmetalero, introspectivos pasajes de melancólica desolación, secuencias electrónicas que inducen vértigo, Drones embotadores y un sinfín de recursos sonoros y musicales empleados con absoluta libertad creativa y una imaginación superlativa puesta al servicio de generar emociones incómodas, opresivas y violentas. El tipo exhibe un innegable respeto por el Metal extremo (o, al menos, por sus objetivos) pero, al mismo tiempo, se dedica sistemáticamente a hacer trizas cualquier tipo de noción genérica o formal que pudiéramos tener al respecto. Puede hacer que una secuencia de teclados Techno suene tan agresiva y sucia como el más podrido riff Grindcore, que un riff Thrasher sirva para enmarcar momentos de asfixiante letargo, que un pasaje Ambient se transforme en espasmos histéricos sin necesidad de utilizar elementos percusivos, que un montón de chirridos digitales se junten para construir paisajes de grotesca gloria Blackmetalera o que una guitarra disonante y desencajada encuentre forma definida en una marcha casi bailable, una especie de Polka digital adornada por insistentes pulsos electrónicos. Todo esto (y más, citar cada mínimo elemento me llevaría meses) desplegado en composiciones que mutan constantemente, con un sicótico sentido de la dinámica y una profundidad musical de ribetes sinfónicos. Ni hace falta que aclare que se trata de material exhaustivo e intrincado. Es sumamente abrasivo pero en ningún momento cae en la pavada del ruido por el ruido mismo, es tremendamente experimental pero alcanza objetivos claros y concretos, es visceral en su entrega e inteligente en su concepción, y les puedo asegurar que es algo que jamás escucharon en sus vidas. No se lo pierdan.

Review: Obits "Moody, standard and poor" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Obits “Moody, standard and poor” (2011)
Su álbum debut (“I blame you”, editado en 2009) ya había demostrado que estos paladines del Post-Hardcore liderados por el legendario Rick Froberg (ex miembro de Pitchfork, Drive Like Jehu y Hot Snakes) tenían ganas de rockear hasta la última gota de sudor y que estaban dispuestos a hacerlo sin por ello resignar su esencia nerd. “Moody, standard and poor” no hace más que profundizar dicha impronta, a través de un sonido más limpio, una voz más controlada (en gran parte, debido a los problemas de garganta de Froberg) y canciones que reemplazan algo de su frenetismo con más aire para respirar. Brillan los riffs y punteos de clara extracción Surfer, la base rítmica sigue invitando al baile descontrolado pero con un manejo dinámico más sutil, no falta esa inteligente interacción instrumental heredada del Post-Hardcore ni su impronta declamativa y visceral pero todos esos atributos fluyen de forma cada vez más natural y con mayor poder de síntesis. Por momentos hasta se cuela cierto aire al Post-Punk minimalista y guitarrero de los clásicos Wipers, que se combina a la perfección con el núcleo Garagero del cuarteto. El punto de Obits sigue siendo la habilidad para rescatar modismos bien tradicionales del Rock N’ Roll y trasladarlos a un esquema que suena refrescante, intenso y honesto, antes que caer en el mero revival o las poses sin sustancia. Y, claro, lo hacen también a través de grandes canciones, construidas de forma simple pero plagadas de sutilezas que evidencian que no se trata de un grupo de cavernícolas aporreando las mismas pentatónicas de siempre sin ideas ni convicción. Ok, algunos extrañarán los gritos más crudos de Froberg pero de ninguna manera se puede decir que su voz haya perdido energía, simplemente ha ganado en riqueza melódica, lo cual no hace más que subir el nivel de intensidad de las canciones. Todo eso sumado a un sonido claro (las guitarras mantienen siempre un nivel medido de distorsión sin por ello resignar crudeza) y natural, que transmite la sensación de tener al grupo tocando a nuestro lado, contorsionándose con cada riff y cada golpe de batería. En última instancia, esto es como yo imagino que debe ser un buen disco de puro Rock N’ Roll. Y el que no mueve la patita es porque está muerto en vida.

Review: The Carrier "Blind to what is right" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-The Carrier “Blind to what is right” (2011)
Laureados como uno de los grupos más destacados de la escena Hardcore de su Boston natal, The Carrier pone toda la carne al asador y prueba, ahora sí, que está a la altura de los elogios. Ojo, no es que su producción previa fuera desechable (para nada) pero es en este desgarrador “Blind to what is right” donde finalmente le dan forma a un sonido tan personal como intenso. Dijimos Hardcore, y ahí están los ritmos acelerados, las gargantas con las venas a punto de estallar, los riffs bien marcados y distorsionados, los ocasionales rebajes casi metálicos, y toda esa rabia que sólo se puede exorcizar a grito pelado y con los puños en alto. El punto es que estos chicos parecen haber absorbido enseñanzas tanto de la emotividad grandilocuente y expansiva de Neurosis como de la entrega visceral de clásicos como Youth Of Today o Agnostic Front. Lo de Neurosis se nota, principalmente, en el estupendo trabajo de las guitarras, que se alejan de los modismos típicos del Hardcore tradicional para meterse en profundas texturas distorsionadas, sentidas y elaboradas melodías, emotivos arreglos de tono casi Post-rockero y acordes de gran riqueza armónica. Todo ello combinado con un ataque rítmico bien plantado en las facetas más agresivas del Hardcore pero con un ajustado sentido de la dinámica y el permiso para moverse por tempos más cadenciosos y climas de épica tensión. El punto es que, mientras la mayoría de los imitadores de Neurosis se pasan de rosca tratando de sonar “más grandes que la vida” y despliegan sus pretensiones (bueno, en realidad son pretensiones ajenas. Son imitadores, al fin de cuentas) en predecibles desarrollos incrementales, The Carrier condensa ese fuego primario, ese vuelo musical casi místico, en canciones certeras y directas al entrecejo, dejan de lado los simbolismos crípticos y se plantan firmemente en la realidad cotidiana y las emociones más inmediatas. Desde ya, el tipo de energía que maneja el quinteto lo mantiene, sin sombra de duda, del lado del Hardcore antes que del así llamado Post-Metal. Pero, para aquellos que, sin ser fans del género, recuerden con cariño los comienzos Hardcorosos de Neurosis, esta puede ser una opción más que refrescante.

Review: Sobre a Máquina "Decompor" (2010)

Por Manuel Platino.



Son de Brasil, les gusta mucho Jesu y Nadja y están para quedarse. Claro, esto no significa demasiado, ya que hoy en día el género del shoegaze / metalgaze (mis dedos tiemblan de vergüenza ajena al escribir tan estúpidas denominaciones, pero bueno, espero que sirva al menos como para ver por dónde viene la mano) está lleno de bandas que le roban a My Bloody Valentine, que construyen sus melodías como lo hacían los canadienses de GYBE!, que utilizan la dinámica de Neurosis para armar sus canciones... en fin, creo que se entiende la idea. Pero a no desesperar, estos pibes tienen un buen arsenal de trucos bajo la manga. Empezando por el sonido y la utilización de los diferentes recursos sonoros en pos de las canciones: si mencioné Jesu, Nadja y My Bloody Valentine, vos ya estarás pensando en impugnables paredes de ruido sobre las cuales se dibujan las más lindas melodías de telenovela. Bueno, aquí no tenemos tal cosa. Es cierto, las melodías de telenovela están, y en efecto son las que manejan la canción, pero dichas canciones no están hechas sobre grandes huracanes de distorsión sino sobre sutiles estructuras sonoras, donde el abanico de ruidos y efectos está desplegado estratégicamente en momentos certeros y en las dosis adecuadas, sin que haya que esforzarse por escucharlos por detrás de la pared sonora, teniendo el protagonismo necesario en pos de la composición. Si esto te hace acordar a algo, debería ser a una de las armas de otra de las bandas a la que estos brasileros idolatran: Einstürzende Neubauten. ¿Hay ruidos de chapas, resortes, fierros, latas y demases? Claro que si, y ¿están dispuestos de manera quirúrgica estratégicamente a lo largo de las canciones? Sí señor. Esto en particular trae grandes olas de satisfacción a quien escribe, ya que es la primera vez que escucho a una banda que haya entendido lo que hizo grande a aquella banda de locos lindos alemanes y aún así no suene como una aburrida copia.
Ahora bien, por ahí dije Nadja, y si, aunque las voces estén ausentes en este disco, las guitarras tronadoras si aparecen, y en los lugares en los que la canción lo pide, aunque, como dije antes, sin llegar a la bola de ruido típica de aquella banda, sino como un elemento más de la canción. Esta es otra característica que resulta muy interesante de Sobre a Máquina y su manejo poco ortodoxo de los recursos del post-rock. Está bien, dejando de lado las referencias y los arreglos, es imprescindible reconocer que las melodías, más allá de su simpleza, rebalsan de belleza melancólica, las cuales, dejándose uno llevar por ellas, pueden elevarnos hacia el cielo, tal cual como es generalmente la idea en este tipo de música. Aún así en el caso de los brasileros, el clímax pareciera nunca llegar, y cuando la canción termina generalmente se genera una extraña molestia por detrás del embotador esplendor que aporta una sensación extra de incomodidad muy bienvenida.
Cabe destacar la originalidad de este trabajo y lo interesante del resultado logrado por estos muchachos, quienes utilizando elementos que hoy en día parecieran ser la muletilla de todo lo que es "cool" (y que en realidad termina siendo trillado) en la música instrumental, generan resultados tan interesantes como refrescantes. Para volver a creer en el tiriri.
Podés encontrar este disco en el natlabel brasilero Sinewave, disponible para su descarga gratuita.

Review: Necros Christos "Doom of the occult" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Necros Christos “Doom of the occult” (2011)
Olvídense del nombre pelotudo (tanto el del grupo como el de este segundo disco), cierren los ojos y déjense envolver por el terror. Sí, siguiendo la estela de nombres como Portal, Mitochondrion o Vasaeleth, estos alemanes parecen dispuestos a todo con tal de devolverle al Death Metal su carácter terrorífico y oscuro. Para ello se valen de claras influencias de la vieja escuela (las más notorias son las de Autopsy e Incantation, en este caso) pero reinterpretadas con la vista puesta en el futuro y condimentadas con diversos elementos (ampulosos coros gregorianos, macabros teclados, sórdidos pasajes ambientales, instrumentos acústicos exóticos dibujando melodías de sabor oriental) que se escapan de los márgenes del género pero, al mismo tiempo, lo reivindican en su esencia. No faltan tampoco los flirteos con otros estilos extremos como el Black Metal (en especial en el costado conceptual, que recuerda a las crípticas elucubraciones de Deathspell Omega) y, especialmente, el Doom. De hecho, predominan los medios tiempos y los ritmos arrastrados antes que la velocidad, que se encuentra sabiamente dosificada para lograr un mayor impacto. Después, sí, tenemos las guitarras bien graves y embarradas, los gruñidos profundos y guturales, el doble bombo insistente, los riffs machacantes y cargados de maldad, los solos enfermizos y todo aquello que caracteriza al Death Metal de la mejor cepa. “Doom of the occult” está pensado y construido casi como una extensa pieza musical divida en movimientos (los temas propiamente dichos) a través de numerosos intervalos atmosféricos que nos van guiando por los sombríos recovecos de esta travesía. De cierta forma, es como si dichos interludios instrumentales pintaran (con perversa nitidez) el paisaje donde luego se desarrollará la acción misma en las canciones tradicionales, por así llamarlas. El efecto funciona a la perfección, sumergiendo al oyente en un angustiante letargo, obligándolo a formar parte de este siniestro ritual alucinógeno, forzándolo a danzar mentalmente con horribles criaturas moldeadas en las más febriles pesadillas Lovecraftianas. Por supuesto, no se trata de un viaje de placer, es material denso y logra la extraña cualidad de resultar intrincado sin necesidad de apelar a grandes despliegues de técnica interpretativa (la mayoría de los riffs se mantienen dentro de progresiones bastante sencillas), sino enfocándose en que cada mínimo detalle esté colocado con objetivos bien claros, exponiendo una musicalidad tan profunda como sádica. De la misma forma, eluden el aburrimiento con absoluta naturalidad y un inteligente manejo de las dinámicas, lo cual, para un disco de Death Metal que dura más de setenta minutos, es todo un logro. Otra excelente prueba del buen momento que está atravesando el género en la actualidad.

22 de marzo de 2011

Review: Lento "Icon" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Lento “Icon” (2011)
El nombre Lento ya debería darnos alguna pista. El hecho de que sean italianos no nos dice demasiado pero sí lo hace que hayan compartido un disco (“Supernaturals: Record one”, 2007) con sus compatriotas de Ufomammut y que (a partir de lo expuesto en “Earthen”, su placa debut de 2007) se hayan ganado el mote de “los Pelican italianos”. No hace falta un doctorado en física cuántica, entonces, para adivinar que lo de este quinteto instrumental va por los carriles de los riffs gordos y monolíticos, los ritmos densos y aplastantes, y las alargadas ambientaciones atmosféricas. Desde ya, las comparaciones con Pelican no están de más (ambas bandas instrumentales, ambas con guitarras bien graves, ambas con un peso rítmico bien contundente, ambas con desarrollos dinámicos casi Progresivos, ambas con atmósferas más bien épicas) pero, a partir de este “Icon” se hará más difícil dudar de la identidad propia de Lento. En primer lugar, estos tanos se quitan de encima uno de los lastres más pesados que viene soportando el género en los últimos tiempos: el Post-Rock. Esto no significa que renuncien a los juegos de intensidades contrapuestas ni que se encierren únicamente en los riffs Sludgeros, sino que emplean otros elementos para llegar a un mismo objetivo. El costado climático del grupo se ve ahora representado por resonantes ambientaciones macabras, casi como un Glenn Branca listo para oficiar una misa negra. En ese sentido, ayuda bastante que cuenten con tres guitarristas aportando al espeso entramado sónico pero, principalmente, ayuda el hecho de que hayan puesto toda la carne al asador en el aspecto compositivo. Con diez temas en treinta y siete minutos, queda claro que los muchachos no tienen ganas de aburrirnos cayendo en eternos pasajes de autoindulgencia grandilocuente. Y, aún cuando las composiciones manejan estructuras intrincadas y los riffs se adentran en terrenos de punzante disonancia (es bienvenida la influencia Melvinesca que se percibe a lo largo de toda la placa), se los nota bien enfocados y certeros. Por supuesto, esto sigue siendo material para escuchar sin distracciones, las atmósferas psicodélicas generan un pesado embotamiento, el trabajo de guitarras es minucioso hasta lo enfermizo y, cuando estallan los momentos más álgidos, transmiten una fuerte sensación de profundidad espiritual que trasciende lo meramente genérico. Dudaría de meter a “Icon” en la bolsa del Post-Metal, sobre todo teniendo en cuenta que dicho apelativo se ha transformado en sinónimo de clones de Neurosis sin imaginación ni pelotas y, si hay algo que aquí no falta, son ideas e intensidad. Para recuperar la fe en el Doom, que últimamente viene medio alicaído.

Review: Bad Mask "Strange phrases" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Bad Mask “Strange phrases” (2011)
Caos, precioso caos. Extrañas frases que se entrecruzan a los gritos. Idas y venidas que retuercen los huesos y hacen estallar las neuronas lanzando esquirlas en todas las direcciones. Si ellos mismo se definen como el hijo bastardo de Coalesce y At The Drive-In, criado por Botch y Breather Resist, ¿quién soy yo para contradecirlos? Sí, esto es Mathcore en sus instancias más rabiosas y urgentes, con los riffs bien enroscados, angulares y disonantes, los ritmos operando al borde del caos absoluto pero sin caer nunca por el precipicio, las voces chillando hasta escupir la última gota de sangre, las estructuras laberínticas e impredecibles, la energía salvaje y torturada, y toda esa necesaria impronta de nerds enojados con la vida. Pero, más allá de la agresión desatada, la depuradísima técnica instrumental y el extremismo general, también hay lugar para una suerte de emotividad quebrada, cierta sutil sensibilidad melódica escondida bajo los torrentes de distorsión y alaridos que delata el amor de estos cinco jóvenes por el mejor Post-Hardcore. De hecho, las referencias mencionadas ya nos indican que Bad Mask se mueve por los carriles del Mathcore más suelto y groovero, por así llamarlo, en contraposición al vértigo ultrapreciso de The Dillinger Escape Plan o Psyopus. Y tampoco es de extrañar que algún que otro pasaje remita inevitablemente a esa especie de emotividad epiléptica de Glassjaw. Sin duda alguna ayuda bastante el hecho de que, además de proponer un sinfín de arreglos deformes, tengan una clara noción de dinámica, como para que el intrincado entramado de las composiciones no resulta nunca agobiante en exceso. Sólo un poco agobiante, lo mínimo necesario que el género exige. Por lo demás, aquí tenemos energía a roletes, una imaginación musical superlativa (que sirve para suplir cierta falta de originalidad), sentimiento e inteligencia (en la música y en las letras) fundidos en veinticinco minutos de absoluta y liberadora catarsis. Aclaremos antes de cerrar que este es el segundo trabajo del grupo, y que el primero ("V2", editado en 2010) se puede descargar de forma gratuita en www.badmask.bandcamp.com. A disfrutar.

Review: J Mascis "Several shades of why" (2011)

Por Fernando Suarez.

-J Mascis “Several shades of why” (2011)
Haciendo un alto entre sus tareas como líder de Dinosaur Jr y baterista de proyectos como Sweet Apple y Witch, el ícono por excelencia de los slackers del mundo se despacha con un disco solista de tenor relajado y acústico. No es la primera vez que el canoso pelilargo se adentra en estos terrenos pero, hasta ahora, sus entregas habían sido registros en vivo que sonaban a (y, a veces, lo eran) versiones desnudas de temas de Dinosaur Jr. “Several shades of why” es, entonces, el debut de estudio de Mascis como solista y si, en su momento, resultó una grata sorpresa el alto nivel alcanzado por los reunidos Dinosaur Jr, aquí también resulta agradable comprobar que este señor de eterno gesto taciturno y despreocupado es capaz de entregar canciones de belleza simple y delicada sin necesidad de esconderse detrás de sus habituales murallas de distorsión. Desde ya, nunca fue un gran cantante, y eso no cambia aquí, pero su tono nasal y arrastrado no desentona en absoluto con la impronta frágil y de madura sensibilidad que exhiben estas diez canciones. Tampoco se puede negar que más de un tema tiene el sello de Dinosaur Jr claramente impreso pero es lógico, teniendo en cuenta que se trata de su principal compositor. De todas formas, el tono Folk, el artesanal cuidado melódico y los arreglos de coros, teclados, flauta, violín, clarinete, piano y demases le dan a la placa un color y un sabor propios. Por otro lado, guiándonos por la calidad de las composiciones mismas, de ninguna forma se puede decir que se trate de material de descarte ni nada por el estilo. Y, así como mencionamos sus limitaciones como vocalista, también hay que decir que Mascis es un virtuoso guitarrista y que emplea toda esa capacidad siempre en función de las canciones y nunca como mero juego de exhibicionismo estéril, dotándolas de una musicalidad profunda pero sin estridencias. Se hace difícil no evocar la figura de Neil Young (el fantasma que eternamente sobrevoló la carrera de Mascis, muy a su pesar) a medida que avanzan los temas pero esa es una comparación elogiosa. En fin, si andan necesitando un respiro del ruido, la distorsión y los gritos, he aquí una excelente opción.

Review: The Skull Defekts "Peer amid" (2011)

Por Fernando Suarez.

-The Skull Defekts “Peer amid” (2011)
Es bastante probable que los siempre rotativos integrantes de The Skull Defekts tengan, precisamente, algún defecto en sus cráneos o en lo que hay dentro de ellos. En seis años de carrera estos suecos han editado más de diez discos, uno más abrasivo, cavernoso, deforme y difícil que el otro y todavía tienen ganas de seguir explorando el sonido, la profundidad y las formas. Es cierto que el anterior “The temple” (2009) había inaugurado un approach un tanto menos abstracto y delirante que el de sus inicios (más comparables aquellos a nombres como Wolf Eyes o Black Dice), en especial gracias a la incorporación de potentes percusiones tribales que ayudaban a enmarcar las espesas arquitecturas de guitarras, teclados y ruidos varios del grupo. “Peer amid” profundiza ese camino y, a tales efectos, cuenta con nuevo integrante de lujo: Daniel Higgs, ex cantante de los magníficos Lungfish que pone su particular voz y poesía al servicio de estas nueve canciones. Y sí, aquí se respira algo de ese aire hipnótico, minimalista y elevador de los washingtonianos pero en un contexto mucho más abierto, impredecible y movedizo. La sección rítmica plantea un trabajo excepcional, fundiendo sus obsesiones tribales y polirítmicas con duras marchas Kraut-rockeras, retazos de Funk epiléptico, dinámicas cargadas de mística tensión y un empuje rabioso que obliga a contorsionar los huesos en fracturadas danzas. Sobre esos tremendos cimientos se explaya un batallón de guitarras que rescata las enseñanzas más intrincadas de gente como Sonic Youth, Polvo, Glenn Branca o The Ex y las lleva a extraños paisajes de descubrimiento espiritual y catarsis, trenzándose en aguerridos contrapuntos, enroscándose en riffs de ángulos inverosímiles, expandiéndose en impenetrables murallas sónicas, estallando en desencajadas erupciones de ruido o simplemente infectando los sentidos con arreglos y texturas de una sutileza casi subliminal. Acompañan ese recorrido ocasionales arreglos de sintetizador y sonidos electrónicos, aportando una capa más de profundidad al, de por sí, ya tupido entramado de las composiciones. Y sí, la cereza sobre la torta es la inestimable, sinuosa y mágica voz de Higgs, que fluye como lava entre los recovecos de estas auténticas montañas de sonido, dibujando melodías y recitados con un sentido de tensión y liberación tan natural como sorprendente. Si pensaban que en el Rock ya estaba todo dicho y que lo único que restaba era repetir esquemas ya probados, métanse de cabeza en “Peer amid”, comprueben su error y, de paso, disfruten de uno de los mejores discos del año.

21 de marzo de 2011

Review: Pale Sketcher "Seventh heaven" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Pale Sketcher “Seventh heaven” (2011)
Justin Broadrick es un tipo inquieto, ya todos lo sabemos y gracias al cielo por sus hormigas en el culo. En 2010 fundó un nuevo proyecto (y van...), Pale Sketcher, con el objetivo de purgar a Jesu de su costado electrónico y concentrarlo aquí. A menos de un año de su debut discográfico, el genial “Jesu: Pale sketches demixed”, nuestro héroe ya preparó un nuevo ep con material fresco. “Seventh heaven” contiene cuatro nuevas composiciones (incluida la que da título a la placa) y un remix del tema “Wash it all away” a cargo de The Bug, el proyecto Dubstep/Dancehall de Kevin Martin, legendario colaborador de Justino en grupos como Techno Animal, God, Ice, Curse Of The Golden Vampire y The Sidewinder. Si la primera entrega de Pale Sketcher, en líneas generales, se dedicaba a adornar los paisajes melódicos de Jesu con diversos elementos electrónicos (en especial afines al Dub y el Ambient), aquí se profundiza aún más el costado digital, con beats más marcados y un entramado sonoro alejado de la habitual corrosión sonora a la que Broadrick es tan afecto. Inclusive las melodías, que siguen cumpliendo un rol importante, han adquirido aquí un tono casi Soulero que arrima este material, por momentos, al Trip-Hop más oscuro. Ah, sí, la oscuridad sigue presente, con envolventes teclados, negras orquestaciones lisérgicas, esos graves casi subliminales tan típicos del Dubstep, infinidad de arreglos y sutiles texturas, y esa habilidad del líder de Godflesh para construir melodías al mismo tiempo hermosas y desgarradoras. Tenemos aquí, también, un incremento en la variedad rítmica. Los temas ya no se apoyan exclusivamente en tempos aletargados y cadenciosos, sino que se abre la puerta a flirteos con el Breakbeat más moderado, el Hip-Hop y hasta el House, sin que ello afecte el mencionado clima de oscuridad ni la impronta melancólica que se respira en más de un pasaje. En fin, es poco probable que los fans de Godflesh y Jesu (al menos, los más ortodoxos) se sientan a gusto con este proyecto tan electrónico pero, si logran sobreponerse a sus propios prejuicios y limitaciones, aquí encontrarán un material que, en esencia, sigue siendo Broadrick puro. Con eso debería bastar para ser felices.

Review: Smoking Popes "This is only a test" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Smoking Popes “This is only a test” (2011)
¿Un disco de Punk-Pop conceptual que relata los altos y bajos emocionales de un adolescente? No, no se trata del “Zen arcade” de Hüsker Dü, sino del nuevo trabajo de Smoking Popes, uno de los nombres más destacados que el género nos legó en la década de las camisas a cuadros (o sea, los noventas) y que, aún hoy en día, mantiene la frescura y las grandes canciones lo caracterizan desde sus inicios, allá por 1991. La ecuación del grupo siempre fue simple: potentes bases de Punk-Rock y Power-Pop sobre las que Josh Caterer puede desplegar su enorme talento como vocalista, desgranando irresistibles líneas melódicas que no desentonarían en discos de Frank Sinatra o Tony Bennett, manejando un perfecto equilibrio entre virtuosismo, urgencia emotiva, elegancia y dulzura. Tal es la formula que funcionó para discos clásicos como “Born to quit” (1995) o “Destination failure” (1997) y la misma que siguen empleando con absoluta maestría en esta flamante entrega. Como es habitual, el cuarteto se mueve entre energéticos ataques Punks, sentidas baladas, contagiosos medios tiempos y ocasionales flirteos con el Grunge, con las guitarras distorsionadas en llamas actuando como perfecto sostén para las tremendamente pegadizas melodías de Caterer, y con en un empuje rítmico que obliga a mover la patita hasta al más amargado de los oyentes. O sea, nada nuevo pero hecho con la calidad y la convicción de siempre, con un afiladísimo sentido de la composición Pop y una profundidad melódica que no sabe de gestos superficiales o efectismos tontuelos. Sí, estos tipos pueden sonar emotivos, románticos e inclusive alegres, según se lo requiera, sin por ello abandonar su mirada madura ni su esencial nervio Punk. Y, si hablamos de buenas canciones, aquí tenemos material para tirar al techo. Cada uno de estos diez temas es pura perfección, pura dicha para cualquiera que sepa apreciar el inconmensurable valor de una simple y bella melodía. Vamos, un disco nuevo de Smoking Popes siempre es una necesaria y revitalizadora brisa de aire fresco para el espíritu. Y eso sólo ya se motivo suficiente para darle una oportunidad.

Review: Explosions In The Sky "Take care, take care, take care" (2011)

Por Fernando Suarez.


-Explosions In The Sky “Take care, take care, take care” (2011)
Suena duro decirlo así, y los mismos músicos se niegan a aceptar tal rótulo, pero Explosions In The Sky probablemente sea la banda más arquetípica del Post-Rock de los últimos años. Si alguien quiere un ejemplo perfecto y seguro de lo que el género representa, sólo basta con escuchar cualquiera de sus discos. Allí encontraremos las extensas composiciones instrumentales, las guitarras empapadas en delay, los intrincados entramados de arpegios y punteos, las melodías melodramáticas, los cuidadosos ejercicios de dinámica incremental, los épicos estallidos de distorsión Shoegazera y todo ese clima de melancolía urbana y evocadora que trae a la mente imágenes de edificios, cables, antenas y similares. Por supuesto, aquí no entran en juego cuestiones como experimentación, sorpresa o irreverencia y el mismo grupo asume su poco interés en dichos temas. Entonces, lo que en cierta forma puede verse como un defecto, si tenemos en cuenta que las intensiones de estos texanos pasan por otro lado (el baterista Chris Hrasky ha dicho alguna vez que sus objetivos estaban más cercanos al Pop, en cuanto a apelar a las emociones y captar la atención del oyente en forma inmediata), puede percibirse a través de una óptica diferente. “Take care, take care, take care” (quinto larga duración del grupo) no pretende perturbar nuestras nociones musicales ni maravillarnos con hallazgos sonoros o compositivos de vanguardia, simplemente apunta a emocionar con canciones de alto impacto melódico y elegante elaboración instrumental. En ese sentido, uno puede patalear todo lo que quiera por la evidente falta de originalidad pero es innegable que los tipos saben como construir e interpretar canciones certeras (sí, se pueden hacer buenas canciones de ocho minutos) y que lo hacen con sentida pasión y entrega. Desde ya, hay que estar en un ánimo particular para entregarse al incesante flujo de sentimientos íntimos, casi telenovelescos, que transmiten estas seis composiciones. Por otro lado, aún manejándose dentro de esquemas compositivos más bien convencionales, queda claro que a estos cuatro músicos no les falta inspiración a la hora de crear melodías, arreglos, texturas y paisajes musicales de alto vuelo. En última instancia, si tiene sentido la existencia de un subgénero de clones de Carcass (por poner un ejemplo), no veo por qué no lo tendría la de un grupo como Explosions In The Sky.

Grindcore Karaoke

Por Fernando Suarez.


-Bestower “Bestower”, Hoglust “Support hate”, Inerds “Stonewall”, Kunt Puncher “Take drugs and eat a Kebab”, No Gang Colors “Honorary cop” (2011)
Con anterioridad ya nos habíamos ocupado de algunos de los lanzamientos más destacados (a nuestro parecer, los de Wadge, Marion Barry y Eustachian) del catálogo de Grindcore Karaoke, sello fundado y dirigido por J. Randall, miembro de Agoraphobic Nosebleed, colaborador de Bastard Noise y entendedor del extremismo musical en general. Teniendo en cuenta que se trata de un sello que sólo entrega ediciones digitales y gratuitas (visten www.grindcorekaraoke.com para enterarse), es entendible que, en poco tiempo, tengan bastante material para compartir. Es por eso que decidimos agrupar en este espacio los más recientes delirios que el sello escupió sobre nosotros.


Arrancamos con Bestower y su ep homónimo, a puro Powerviolence y con un sonido que raja la tierra. Siete temas en ocho minutos le bastan al cuarteto para ubicarse como una propuesta más que interesante en el género, con riffs carnosos y caóticos, abruptos cambios de ritmo, asfixiantes rebajes Sludge y un furioso latir Hardcore que lacera los sentidos y se siente como martillazos en el cuerpo. Insisto con el sonido, claro, potente, gordo pero con el grado suficiente de suciedad como para que ningún amante del extremismo pueda poner ninguna objeción.


Pulgares bien arriba y pasamos a “Support hate”, ep debut de Hoglust, quienes también caen en la bolsa del Powerviolence. Aquí el sonido es más crudo y la impronta general más histérica, recordando en más de un pasaje a los fabulosos japoneses Fuck On The Beach. Son también siete temas pero apiñados en poco menos de seis minutos, con el vértigo y el frenetismo como principal bandera y cierto primitivismo que no desentonaría en clásicos como Infest o Lack Of Interest. De hecho, aquí los rebajes Sludge son reemplazados por pasajes más afines al Hardcore más moshero y hay lugar para algún que otro sample juguetón. Mención especial para la combinación de gruñidos cascados y alaridos taladrantes que ponen la piel de gallina.


“Stonewall”, demo originalmente editado en cassette, cierra esta trilogía Powerviolence oriunda de Buffalo, New York, con seis estallidos de mugre, caos y mala onda. Los seis temas presentados por Inerds remiten inevitablemente a las inmortales enseñanzas de Man Is The Bastard, con sus enormes riffs de bajo, sus subidas y bajadas de velocidad (de los blst-beats más frenéticos a la densidad más empantanada y asfixiante), y sus ocasionales excursiones ruidosas. Hasta se permiten un tema como “Shut it”, casi seis minutos de pura viscosidad distorsionada adornada con siseos alucinógenos de dudosa procedencia y un final casi electrónico. En el terreno vocal se distinguen con los desgarrados alaridos de una chica simplemente conocida como Jessika. Si las nuevas generaciones del Poderviolencia vienen con este nivel, la salud y el futuro del género están asegurados.


Cambiando un tanto el ángulo, llegan los británicos Kunt Puncher, dispuestos a derretir neuronas y ofender a todo aquel que se les cruce con su Cyber-Porno-Grind claramente influenciado por el Agoraphobic Nosebleed más revulsivo. Numerosos samples, teclados, arreglos lisérgicos y hasta técnicas de producción afines a la electrónica más ruidosa, se dan cita entre estallidos de blast-beats taladrantes, riffs enfermizos y una vasta gama de alaridos y gruñidos rebosantes de odio. Seis temas en nueve minutos y medio, un viaje tan enardecido como delirante que nos hace desear un próximo larga duración de la misma forma en que un adicto a la heroína espera su próximo pinchazo.


Concluimos este viaje de la mano de No Gang Colors, un dúo devenido en proyecto unipersonal (integrado, en la actualidad, por un tal Joseph Ohegyi) que dio sus primeros pasos con remixes (en la trilogía “Hellawayne”) y recién en “This is your god” (ep editado en 2010) se lanzaron a mostrar composiciones propias. Bien vale aclarar que todo ese material puede descargarse también de forma gratuita en el website del grupo, www.nogangcolors.com. “Honorary cop” nos presenta cuatro temas en seis minutos y medio y demuestra que esta gente está totalmente del tomate y no tienen problemas en hacernos tragar su locura a violentas cucharadas. De entrada se les cuelan intenciones (musicales y estéticas) más...intelectuales, a falta de un mejor término. Un profuso empleo de samples, caóticas bases programadas (que no se restringen a los márgenes del Grindcore), riffs extremadamente corrosivos, alaridos distorsionados que remiten a lo más agresivo del Noise-Rock o la Música Industrial, climas asfixiantes que no desentonarían en grupos como Godflesh, los primeros Swans o Big Black, envolventes collages sonoros que perturban los sentidos y lastiman los oídos, y una imaginación desbocada y perversa inundan cada segundo de la placa y se expanden como incesantes oleadas de psicosis ruidosa. Si Ohegyi logra capitalizar todo este potencial en un futuro larga duración, puede llegar a darnos una más que grata sorpresa. El grado de inventiva e intensidad que transmite aquí lo erige como imaginario vencedor en esta (imaginaria también) contienda de nuevos valores extremos. Y, de paso, nos confirma que Grindcore Karaoke es un sello para seguir de cerca. Amantes de la violencia, el ruido y las sensaciones incomodas, no pueden dejar pasar estas cinco maravillas.