31 de agosto de 2011

Gran Cuervo en vivo en La Plata para el ciclo Artecontinuo Vol. 8





El sábado 3/9 a partir de las 18 HS en calle 38 #467, LA PLATA

Feria!

- Blum Articulos de diseño
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- Martalamarta
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- Feria en el Garage
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- Baracunatana
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- Feria popurri
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- Nelumbo Indumentaria
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y mass

Exponen:

- Pintura ;FALOPAPAS
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- Escultura - Sergio San Martin
http://www.sanmartinesculturas.com.ar/

- Exposición de proyectos con tendencia autosustentable - Con este cuerpo en este mundo

-Taller Participativo de materiales.

Monologo QUE ES SER-ZEN? por ALLINEED ISLOVE

Proyección de cortometrajes y animaciones.
CICLO DE CINE RúA 54

19hs Proyección de cortos:



De 18:00 a 21 hs. Experimentación electroacústica
Trae tu instrumento para la zapada popular por la tarde antes de las bandas

- dj.WADADA SELECTA

Visuales



22hs BANDAS

-GRAN CUERVO
www.grancuervo.com.ar

- RUFINO R&B
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- SONAR

- MIGUEL MAZUR AMBIENT PERFORMANCE.
www.miguelmazur.com.ar

- Las Esporas
Las Esporas es el nuevo proyecto creado y llevado adelante para esta ocasión especial. Sera un trip con tintes electronicos bajo la formacion de sintes maquinas diy , efectos, bajo , percución.

- Vandergluten!
http://www.myspace.com/vandergluten


CON UNOS RICOS BOCADOS Y TRAGOS AL PASAR


VENI A PRODUCIR ARTE EN CONJUNTO, ESPACIO ABIERTO A LA TOTAL EXPERIMENTACION Y EXPRESION ARTISTICA

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA

CUCO en vivo en La Plata y en Lanús









Review: Lotion "Full Isaac" (1994)

 Por Fernando Suarez.

-Lotion “Full Isaac” (1994)
No me gusta sonar demasiado nostálgico, no soy de la idea de que “todo tiempo pasado fue mejor” ni creo que sea correcto desmerecer las expresiones artísticas propias de cada generación pero, al mismo tiempo, no puedo negar que mi corazoncito musical está firmemente plantado en los noventas. Y ni siquiera se trata de una cuestión de géneros específicos. Tomen, por ejemplo, este álbum debut de Lotion. En él encontrarán claros rasgos distintivos de esa época aunque nada que los coloque en una categoría rígida. Tenemos algo de Grunge en ciertas guitarras especialmente rasposas, en la angustia melódica de las voces, en ocasionales flirteos psicodélicos y en el empuje muscular de la base rítmica pero también tenemos una concepción compositiva más bien cerebral y prolija y un críptico sentido del humor que no hubiese calzado del todo con la mugre melancólica que venía de Seattle. Podemos hallar, también, claros puntos de contacto con el Post-Hardcore más melódico (o Emo, si prefieren), en especial cuando las melodías adquieren un tono claramente emocional y la interacción instrumental brilla en dinámicas casi angulares, aunque la elegancia armónica de las composiciones proponga un tipo de intensidad que poco tiene que ver con la crudeza Core. Y si alguien habla de agridulces melodías Pop arropadas por guitarras distorsionadas y rítmicas nerviosas, entonces no queda otra más que mencionar a nombres como Bob Mould (en cualquiera de sus encarnaciones), My Bloody Valentine, Dinosaur Jr y hasta R.E.M. como claras influencias de este cuarteto neoyorquino. En última instancia, estamos hablando de Rock, ni más ni menos. Guitarrero sin perder de vista la canción en sí misma, potente y a la vez prolijo, emotivo sin necesidad de caer en exageraciones dramáticas, inteligente pero nunca frío o falto de alma, certero pero siempre dispuesto a probar nuevas variantes para no quedar estancado en una mera caricatura de sí mismo. Sí, una vez más voy a insistir con el tema de las buenas canciones. Porque son ellas (y no otra cosa) las que, en definitiva, hacen que sienta este calor tan particular en el estómago cada vez que escucho este “Full Isaac”, las que son capaces de zarandear mi ánimo con manos firmes y tiernas al mismo tiempo, las que me trasladan a otros lugares más reconfortantes y luego me enfrentan bruscamente con esas mismas visiones cotidianas de las que intentaba escapar. En fin, si comparten conmigo está obsesión con la forma de hacer Rock que se estilaba en los noventas, he aquí un bocado que no deberían privarse de probar.

30 de agosto de 2011

Review: Today Is The Day "Pain is a warning" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Today Is The Day “Pain is a warning” (2011)
Casi veinte años de servicio ininterrumpido y la Pequeña Orquesta Enervante de Steve Austin no detiene su marcha en pos de derretir neuronas, pulverizar articulaciones y perturbar los sentidos. Today Is The Day es una entidad propia, no entra en ninguna categoría específica y, sin embargo, su influencia se siente fuerte en casi todo aquel que haya intentado alguna vez acercar los modismos más enroscados del Noise-Rock, la Psicodelia y el Rock Progresivo al frenetismo del Metal y el Hardcore extremos. Es de esas bandas que ya cuentan con un sonido propio y distintivo (gracias a las particulares vocalizaciones del Reverendo Austin, a sus siempre deslumbrantes seis cuerdas y a la amplitud de miras con la que encara sus composiciones) y, aún así, siempre se las arreglan para proponer alguna vuelta de tuerca en cada disco. En el caso de “Pain is a warning”, podríamos decir que se trata del trabajo más Rockero del trío (acompañan aquí al mencionado líder Ryan Jones y Curran Reynolds, base rítmica de los metaleros experimentales Wetnurse), aquel donde toda la enfermedad y la histeria que se espera de ellos se ve condensada en canciones musculosas, contundentes pero sin irse demasiado a los extremos, guiadas por un inagotable arsenal de riffs y sostenidas por ritmos que privilegian la solidez al despliegue de golpes inconexos de antaño. Por supuesto, cuando esta gente toma influencias de clásicos como AC/DC, Pink Floyd o Led Zeppelin y las pasa por su filtro personal de punzante demencia, la cosa termina acercándose más a unos Melvins siniestros o a unos Neurosis en pleno ataque de epilepsia. De todas formas, y como ya señalamos, la identidad de Today Is The Day se mantiene intacta, allí están esos chillidos desesperados de Austin (siempre recubiertos de extraños efectos y distorsiones), esos riffs disonantes e intrincados que trastocan la mente, esos climas de asfixiante agonía lisérgica, esos ocasionales pasajes melódicos que turban el ánimo, esos arranques que ponen los nervios de punta y esa sensación de libertad psicótica en la que pueden convivir los más refinados rebusques musicales con las sensaciones más sórdidas del espíritu humano. El punto es que, mientras que otros discos del grupo se ponían más del lado del Metal extremo (“In the eyes of god”, “Kiss the pig”) o de la experimentación Noise/Industrial/Alucinógena (“Temple of the morning star”, “Sadness will prevail”), aquí la cosa pasa por otro lado, ganando crudeza en las composiciones (probablemente sean las nueve canciones más gancheras y directas en toda la historia de la banda...aunque eso no es garantía de nada) pero manteniendo un sonido claro, cuidado y tremendamente energético. En fin, Today Is The Day siempre es garantía de calidad y esta no es la excepción. Ideal para rockear mientras tratamos de sacarnos el chaleco de fuerza.

29 de agosto de 2011

Review: Optimum Wound Profile "Silver or lead" (1993)

 Por Fernando Suarez.

-Optimum Wound Profile “Silver or lead” (1993)
En su momento, muchos desestimaron a Optimum Wound Profile catalogando al proyecto como el mero intento por parte de Phil Vane (vocalista de los pioneros Crustys Extreme Noise Terror) de subirse al éxito obtenido por Ministry con su portentoso “Psalm 69”. Podemos admitir que en su álbum debut (“Lowest common dominator”, de 1992) todavía se respiraban fuertes aires al Ministry más riffero (aunque el hecho de que contar con dos cantantes, el mencionado Vane y Simon Finbow, mantenía, de cierta forma, las cosas aún cerca de Extreme Noise Terror) pero deberíamos notar, entonces, que su fecha de edición (el año, al menos) coincide con la del aludido disco de Al Jourgensen y compañía, con lo que las especulaciones comerciales pueden dejarse de lado. Por otro lado, más allá de las influencias (el mismo grupo se reconocía amante de discos como “The land of rape and honey” y “The mind is a terrible thing to taste”, aunque consideraban que “Psalm 69” era demasiado metálico), tildarlos de copiones hubiera sido (y lo seguiría siendo) un grave error y una apreciación demasiado superficial. Como si eso no bastara, un año después el quinteto nos tiró por la cabeza este increíble “Silver or lead”, que parecía especialmente diseñado para barrer con cualquier tipo de duda que pudiera surgir sobre sus capacidades creativas. Por supuesto, todavía estamos hablando de un híbrido entre sonidos Industriales, agresión Hardcore y guitarra metalizadas, pero esta vez encarado con un grado elevadísimo de inventiva, reteniendo la energía furibunda y enfermiza de antaño pero abriendo el juego a una vasta gama de variantes y tangentes inesperadas. Más allá de que las caras visibles del grupo fueran los citados cantantes (ambos cumpliendo una labor tremendamente intensa, alternando los gruñidos de Vane con el tono más agudo y desesperado de Finbow y, al mismo tiempo, animándose a probar modismos más reposados), las figuras indiscutidas de la placa son Martyn Peck (guitarrista, aquí conocido como Roki) y Jason Whittaker (samples y programación, reemplazante del previo Snapa Harvey), ambos encargados de componer estos doce temas y de plantear, con sus respectivos instrumentos, los cimientos fundamentales de su amenazante personalidad. Por el lado de las seis cuerdas, tenemos riffs, claro, montones de ellos, secos, cortantes y machacones según lo exige el estilo y arropados en un sonido afilado y certero como un bisturí. Pero eso no es todo, dicho despliegue de contundencia se ve embellecido, profundizado y debidamente trastocado por extraños juegos armónicos, disonancias, texturas y hasta melodías que bien podrían asociarse a nombres como Voivod o Killing Joke. Todo ello enmarcado en bases rítmicas programadas con frenética saña, estructuras con un sádico manejo de la dinámica y retorcidas orquestaciones digitales que lanzan constantes esquirlas oxidadas que se clavan sin piedad en los centros neurálgicos y dejan feas cicatrices. Y lo mejor es que semejante torbellino de punzantes estímulos sensoriales viene en la forma de canciones redondas, variadas, intensas y que cumplen funciones claras en el desarrollo argumental del álbum. Así, aparte de los esperables (pero no convencionales ni genéricos) mazazos Hardcore/metálico/industriales (“One head two eyes”, “Twisted”, “Doghead” o “Lubricator”, por ejemplo), tenemos el groove fluido y mecánico al mismo tiempo de “Nazilover”, el humor esquizoide de “Crotch metal orgasm” (construido sobre un collage de solos de Eddie Van Halen sampleados y agrupados de la forma más histérica posible), el guiño a Einstürzende Neubauten de “Plata o plomo” que sirve de introducción al Punk cibernético y descontrolado de “Slavetrade”, la asfixiante y ominosa oscuridad de “Verfall” (piel de gallina y dientes apretados hasta quebrarse), los sicóticos susurros montados sobre caos rítmico de “Sidewinder”, los loops corrosivos de “Exorcise” o ese final a pura y despojada desazón acústica (sí, cierran la faena con algo así como una balada y resulta tan jodida como cualquier otro tema) que es “Modus operandi”, detrás del cual se esconde un amorfo bonus track con claras tendencias alucinógenas y pesadillescas. En 1995, Optimum Wound Profile lanzaría su tercer y último disco (“Asphyxia”), en el cual probarían un acercamiento un tanto más orgánico y hasta melódico (y ya sin Vane en la formación), bastante interesante pero, a todas luces, menos imaginativo que el de “Silver or lead” que, hasta el día de hoy, se mantiene como una de la sobras más completas y estimulantes en la historia del Metal Industrial. Pueden recordar al Phil Vane más enojado en su trabajo con Extreme Noise Terror pero, si quieren hacerlo en su punto más alto de inventiva e intensidad, he aquí la mejor opción.

26 de agosto de 2011

Review: Mártir "Memorial" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Mártir “Memorial” (2011)
Los seguidores del género sabrán que Chile siempre contó con una fructífera escena Hardcore de gran nivel. A nombres destacados como los de Contra Todos Mis Miedos, Distancia, En Mi Defensa, Remission o La Miseria De Tu Rostro, podemos sumar el de Mártir, un quinteto oriundo de Concepción que nos trae aquí su larga duración debut (precedido por un ep, “Balance natural”, y un split compartido con Abolición), editado en conjunto por Vegan Records (para Argentina) y Heretic Records (para Chile). Bien, lo que aquí tenemos son nueve temas (bueno, en realidad son ocho y una intro) plantados firmemente en los más aplastantes y oscuros sonidos noventosos, rescatando los fantasmas de bandas como Earth Crisis, Unbroken, Morning Again o Undertow, entre otros, y arrimándose al rescate de dichos sonidos planteado por otros contemporáneos como Abandon, 7 Generations, Carpathian o Anchor. Es decir, guitarras bien filosas y con ese particular regusto metálico, riffs machacantes (y muy buenos, vale aclarar), ocasionales arreglos disonantes y climas de lúgubre tensión, voces agresivas, bases ajustadísimas y una rabiosa intensidad basada más en la contundencia que en la velocidad. Todo ello envuelto en interpretaciones más que competentes y un sonido de primer nivel, dos puntos que no hacen más que incrementar la energía furibunda que exudan estas composiciones. Desde ya, no se puede decir que sea un dechado de originalidad pero cualquier amante del Hardcore más pesado y sombrío de los noventas que se precie de tal, encontrará aquí un trabajo hecho con calidad internacional (mención también para el excelente arte de tapa), buenas ideas y una convicción a prueba de balas. No son cualidades como para andar despreciando.

25 de agosto de 2011

Review: End On End "Why evolve when we can go sideways?" (2002)

 Por Fernando Suarez.

-End On End “Why evolve when we can go sideways?” (2002)
Lo admito, soy un tipo fácil. Un grupo que se bautiza inspirado en los legendarios e inmortales Rites Of Spring (ya saben, la banda considerada inventora del Emo y laureada, aún hoy en día, como uno de sus exponentes más brillantes e intensos) ya empieza con el pie derecho y despierta inmediatamente mi curiosidad. En efecto, y como era de esperar, la música de este quinteto va por los carriles más energéticos y crudos del Emo/Post-Hardcore. Ahora bien, si entre fines de los ochentas y principios de los noventas tuvimos una primera generación de seguidores de las enseñanzas de aquel viejo grupo de Guy Picciotto (nombres destacados como Moss Icon, Current, Fuel o The Hated, entre otros), deberíamos decir que la propuesta de End On End es más afín a camadas posteriores, de sonido más agresivo, gritón y caótico (bordeando el Screamo pero sin irse a los extremos), y líricas de claro tinte político. En ese sentido, tal vez sea más atinado compararlos con grupos como Four Hundred Years, Yaphet Kotto o el tándem Torches To Rome/Bread And Circuits, sin que ello signifique desmerecer la vibrante personalidad de estos californianos. Lo que aquí tenemos son doce canciones inquietas, de estructuras intrincadas y amplio rango dinámico, pletóricas de una magnífica interacción instrumental tan fluida como inteligente, y empujadas por un evidente corazón Hardcore que late frenético y sensible al mismo tiempo. Por supuesto, aquellos elementos típicos y esperables del estilo (voces que van de la tensión al grito desgarrado, espesos entramados de arreglos melódicos, subidas y bajadas de intensidad) se encuentran presentes y manejados con gran maestría y absoluta entrega emocional, como corresponde. Desde ya, no están redescubriendo la pólvora ni nada por el estilo pero encaran su faena con tal inventiva y pasión que calan profundo en el alma al tiempo que sacuden el cuerpo y estimulan los centros más nerds de la apreciación musical. En mi libro, eso es motivo suficiente para darles, al menos, una oportunidad.

24 de agosto de 2011

Review: Eddie Vedder "Ukelele songs" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Eddie Vedder “Ukelele songs” (2011)
Si no contamos la banda sonora de la película “Into the wild” (dirigida por otro emblema de la corrección política norteamericana como lo es Sean Penn), podríamos decir que este “Ukelele songs” es el debut solista en regla del, a esta altura, legendario cantante de Pearl Jam. Como el título lo indica, se trata de canciones basadas en el uso del ukelele como instrumento principal sobre el que Vedder despliega su habitual (y tantas veces imitado) tono de voz. O sea, puede compararse este material al costado más baladesco y Folky de Pearl Jam, aunque la impronta es, obviamente, aún más íntima y despojada. Y hay que decir que el resultado no está nada mal. Alternando entre covers y composiciones propias, el bueno de Eddie se las arregla para sacarle bastante jugo a un instrumento tan básico y limitado como el ukelele, adaptando esos rasguidos sencillos y casi juguetones a melodías que son desgranadas con la sensibilidad y gran idoneidad vocal a la que este señor nos tiene acostumbrados desde principios de los noventas. Ayuda bastante el hecho de que se trate de canciones más bien breves y certeras (en rara ocasión llegan a los tres minutos de duración), con lo que la falta de matices sonoros (de todas formas, hay pasajes con músicos invitados que aportan algunos colores distintos) se hace llevadera. Pero el punto importante, como corresponde, es que se trata de buenas canciones, austeras, simples y cargadas de una emotividad cálida, alejada de cualquier tipo de exceso o esos gestos histriónicos o grandilocuentes que, en más de una ocasión, se asoman en Pearl Jam. En fin, si no le guardan algún resentimiento por el obsceno precio de las entradas para el concierto que Pearl Jam dará en nuestro país en poco tiempo, he aquí una bella colección de canciones agradables, por momentos conmovedoras, e interpretadas con corazón y competencia.

23 de agosto de 2011

Review: Trial By Fire "Ringing in the dawn" (2002)

 Por Fernando Suarez.

-Trial By Fire “Ringing in the dawn” (2002)
Siendo oriundos de Washington DC y contando en sus filas con músicos que, en algún momento de sus carreras, pasaron por bandas tan variadas como Haram, The Loved Ones, Majority Rule, The Out Circuit, Renee Heartfelt y Cloak/Dagger, no es de extrañar que Trial By Fire exhiba un conocimiento profundo del Hardcore/Punk de su ciudad natal y un empuje musical motivado tanto por un ardiente fuego emocional como por un profundo compromiso político. Y no, por una vez no estoy hablando de Post-Hardcore. En los poco más de veinticinco minutos que dura “Ringing in the dawn”, el cuarteto nos tira encima once indestructibles himnos que renuevan las enseñanzas de leyendas como Bad Brains, Minor Threat, Faith y Government Issue a través de un sonido clarísimo, potente y actual, y una sensibilidad melódica que no hubiera desentonado en aquel glorioso Revolution Summer de 1985. O sea, detrás de una furiosa coraza del más urgente y desenfrenado Hardcore/Punk, tenemos canciones bien construidas, una base rítmica sólida y versátil, guitarras con vuelo y gran instinto melódico, y voces crudas, declamativas, viscerales y, al mismo tiempo, articuladas y con el toque justo de melodía. Por momentos pienso en un nexo entre la primera y la segunda generación de Hardcore Washingtoniano, algo así como un puente entre Faith e Ignition pero con los avances sonoros de las últimas décadas, en otros en un Kid Dynamite más refinado o en un Hot Water Music acelerado y nervioso pero, en última instancia, la identidad de Trial By Fire brilla a cada segundo con vigor e intensidad propios. Tenemos ritmos veloces, medios tiempos bien Punkys y rebajes un tanto más reposados, riffs con sabor a vieja escuela, otros elaborados con mayor riqueza armónica, elegantes arreglos y deliciosos punteos melódicos, tenemos esa entrega pasional y física del Hardcore tradicional, esos coros para gritar con los puños en alto y esa energía contagiosa y liberadora, pero también una inteligente estructuración compositiva y dinámica, interpretaciones ajustadísimas y una sensibilidad que nada sabe de poses rudas y gestos pendencieros. Es una pena que la vida del grupo haya sido tan corta (2000 a 2003) y que éste sea el único documento discográfico que dejaron, ¿quién sabe hasta dónde podrían haber llegado (artísticamente hablando) con más tiempo por delante? De todas formas, este estimulante “Ringing in the dawn” sigue destacándose como una gema solitaria, una explosión de energía que infla el pecho y desentumece voluntades adormecidas con inapelable ardor.

22 de agosto de 2011

Review: The Judas Factor "Ballads in blue China" (1999)

 Por Fernando Suarez.

-The Judas Factor “Ballads in blue china” (1999)
Si hablo de un disco de separación, de pérdida, de dolor inmenso, aislamiento, reproches y culpas, tal vez piensen que se trate de puro dramatismo Emo. Si hablo de un grupo que contaba en sus filas con integrantes de bandas como 108, Ressurection, Threadbare, Indecision, Most Precious Blood, Milhouse, Floorpunch, Shai Hulud o Where Fear And Weapons Meet, probablemente piensen en un Hardcore noventoso, metalizado y con cierto acercamiento al Straight Edge. Pero, si bien algo de eso hay, aquí la cosa pasa por otro lado. The Judas Factor es algo así como el grupo que el vocalista Rob Fish necesitaba, tras la disolución de 108 en 1996, para exorcizar sus peores demonios personales y “Ballads in blue china” (único larga duración de la banda, precedido por un ep homónimo y seguido por otro ep, “Kiss suicide”, editado en 2000) es uno de los discos que logra captar con mayor exactitud la sensación de estar al borde del quiebre emocional absoluto. Ahora bien, la música elegida por el quinteto para tal tarea no tiene tanto que ver con el pasado (o, en ciertos casos, el futuro) de sus músicos, sino más bien con lo aprendido del Black Flag más disonante y desgarrado (“Re-invent” es casi como una reinvención, claro, de la clásica densidad de aquella legendaria “Damaged I”), y de la reinterpretación de dichas enseñanzas que, a mediados de los noventas, hicieran grupos como Deadguy, Kiss It Goodbye o Coalesce (casualmente, compañeros de gira de 108 en años previos). Pueden llamarlo Mathcore, si quieren, aunque aquí el foco no está puesto en las excentricidades técnicas ni en el despliegue instrumental, sino en la intensidad, en la necesidad de sacudirse los malestares del espíritu de forma urgente y frenética. Claro, toda esa energía se enriquece notablemente gracias a la enorme demostración de creatividad de los músicos, con especial énfasis en unas guitarras afiladísimas y salvajes, que escupen riffs angulares y disonancias varias con una pasión febril en las antípodas de cualquier tipo de frialdad cerebral o mera masturbación intelectual. Podríamos hablar de Post-Hardcore, al menos en lo que hace a retener la energía visceral del género pero trasladar el dedo acusador hacia uno mismo y proponer una visión musical más amplia e intrincada, pero no estoy seguro de que los apabullantes gritos de Fish y el empuje explosivo y muscular de la base rítmica me den la razón. Encima, se permiten dos saludables disgresiones como “Will you wait up for me?” (algo así como un Indie-Rock melancólico y melódico, con final ruidoso y violoncello incluido) y la descorazonadora aridez acústica de “Stealing away”, que exponen el mismo nivel de intensidad y desgarro emocional pero con otras armas y apuntalan definitivamente la impronta de introspección violenta y torturada que domina la placa. En fin, no es una experiencia agradable pero sí necesaria, de esas que nos hacen resurgir heridos y, al mismo tiempo, más fuertes, más seguros. Es una de esas piezas de música que brillan por su ardiente imaginación al tiempo que se clavan en el alma, la prenden fuego y exponen sin contemplaciones algunas de sus zonas más oscuras, no con el fin de regodearse en ellas, sino de enfrentarlas y, finalmente, liberarlas. Sencillamente imprescindible.

19 de agosto de 2011

Review: Blackpool Lights "This town's disaster" (2006)

 Por Fernando Suarez.

-Blackpool Lights “This town’s disaster” (2006)
Si parto de la base de que hay gente que realmente cree que un grupo prefabricado e impulsado por una corporación multinacional como The Clash (por poner un ejemplo, pueden cambiarlo por Rage Against The Machine, Mano Negra o Calle 13, si prefieren) puede ser considerado como un serio opositor al sistema político, económico y social que lo nutre, entonces no debería resultarme tan extraño que muchas de esas mismas personas se vean a sí mismas con cierto aire de superioridad por el hecho de escuchar música supuestamente (porque, si un grupo como Boredoms fue editado por Warner Bros., todas esas cuestiones son dignas de ser, al menos, replanteadas) difícil o inaccesible. Y no es que me moleste, en definitiva cada uno maneja sus problemas de autoestima como puede. Lo que se me hace un tanto chocante, es que detrás de esas ínfulas suele adivinarse una suerte de desprecio por formas musicales que resulten sencillas, agradables, competentes y que sean capaces de emocionar sin tener que apelar compulsivamente a las bajezas más sórdidas del espíritu humano. En ese sentido, The Get Up Kids ya había recibido su buena ración de escarnio underground, a medida que su sonido dejaba de lado la desprolijidad Emo de sus inicios en pos de un refinamiento de claro talante Pop, y puedo imaginarme que la cosa se debe haber intensificado en el caso de Blackpool Lights. Claro, se trata de la banda que Jim Suptic (guitarrista y ocasional vocalista de Get Up Kids) fundara tras la disolución de su grupo principal en 2005, y en la que desplegó sus composiciones más brillantes, certeras y, claro, Poperas, sin ningún tipo de tapujos y hasta animándose a hacerse cargo por completo de las tareas vocales. Por supuesto, se pueden usar términos como Power-Pop o hasta Indie-Rock, como para tratar de justificar el disfrutar de un disco repleto de potenciales hits radiales ante nuestros amigos cool (de esos que jamás se admiten como hipsters y snobs pero que actúan constantemente como tales) pero, en última instancia, estamos hablando de once piezas de perfecta artesanía Pop. Canciones de estructuras simples, predecibles tal vez pero aún así irresistibles, montadas sobre tres o cuatro acordes con el grado justo de distorsión (y no más, no hay necesidad de esconderse aquí) y ritmos que invitan a disfrutar antes que a complicarse la existencia, propulsadas hacia el centro del pecho a través de melodías y arreglos de una hermosura tan honesta como conmovedora, interpretadas de forma prolija pero nunca estéril, con una naturalidad y una soltura que no sabe de poses abúlicas o excusas elitistas para la incompetencia, y claramente despreocupadas por el qué dirán. Aquí no hay temor en sonar auténticamente alegres y soleados sin ningún tipo de ironía (casi una herejía en el universo Indie en general) o a mostrar una cara romántica absolutamente desnuda, dulce y entrañable. Por supuesto, también hay lugar para momentos melancólicos y hasta para efervescentes arranques con nos recuerdan las raíces Punks de esta gente, pero siempre con la mirada puesta en la belleza melódica más inmediata. Desde ya, calculo que muchos de los lectores (los dos o tres que lo hagan) de estos divagues verán a “This town’s disaster” como un trabajo superficial o hasta demasiado juvenil y volverán a su pedestal de ruidos, alaridos, contracturas, gestos distantes, credibilidad Rockera (algo casi tan absurdo como hablar de inteligencia militar) y secretos bien guardados (y que conste, otra vez, que no tengo nada en contra de ninguna de esas cosas). No hay problema, ellos se lo pierden.

18 de agosto de 2011

Review: Kid606 "Down with the scene" (2000)

 Por Fernando Suarez.

-Kid606 “Down with the scene” (2000)
“Abajo con la escena” no sólo es un buen título, es casi una declaración de principios perfecta para Kid606. En su caso, hablamos de la escena que corresponde a los estratos más “cool” de la Música Electrónica pero el espíritu agitado, irreverente y subversivo de Miguel Trost De Pedro (tal el verdadero nombre detrás de la bestia) se la agarra con quién se le cruce sin ningún tipo de contemplaciones. No ha de ser casual que Mike Patton ponga su voz en un tema y edite esta placa por su sello discográfico, Ipecac Records. Tampoco que Kevin Martin (mano derecha de Justin Broadrick en proyectos como Techno Animal, God, The Sidewinder, Curse Of The Golden Vampire o Ice) colabore con su demente saxofón y que Dave Astor (de The Locust, grupo que Kid606 se encargara de remixar oportunamente) aporte algunos de sus frenéticos golpes de batería. Claro, hay que decir que, más allá de las habituales (y no del todo desacertadas) comparaciones con bandas electrónicas como Autechre o Atari Teenage Riot, este venezolano criado en los Estados Unidos viene de un background más corrosivo (cita a Godflesh y Napalm Death como principales influencias) y parece querer conjugar esa esencia extrema, revulsiva y violenta con las infinitas posibilidades sónicas y compositivas que permite su vasto arsenal digital. Por momentos arroja con saña sus ritmos más vertiginosos, caóticos y agresivos (de esos que hacen que un blast-beat parezca un juego de niños), luego se tensa en golpes más espaciados pero igualmente trabados y siempre adornados de un sinfín de chirridos, ruiditos y arreglos que infectan cada mínimo resquicio sonoro, más adelante amaga con algo de tranquilidad Ambient pero dibuja por debajo un entramado de melodías siniestras y crepitantes texturas que contradicen esa primera intención, y así sigue, sorprendiendo a cada segundo con un incesante fluir de ideas que atacan los sentidos de forma presurosa y sacuden las percepciones hasta dejarnos exhaustos y satisfechos en nuestro costado más masoquista. Insisto con la asociación Mikepattoniana, el caos controlado (cada mínimo detalle parece estar pensado de forma certera para perturbar y generar cortocircuitos en la mente), las estructuras mutantes y esa especie de eclecticismo desmedido y excesivo puesto en función de la psicosis más penetrante parecen hermanar a estos tipos. Ni hace falta que aclare que no se trata de material de fácil escucha (en términos de virulencia, esto no tiene nada que envidiarle al Grindcore más podrido, y encima cuenta con la ventaja de no estar atado a ningún tipo de convención genérica) pero ese sadismo, esa creatividad febril y llevada al límite de la tolerancia sensorial es lo que hace de este “Down with the scene” un disco tan atractivo. Imprescindible para oídos inquietos y espíritus valerosos y viceversa.

17 de agosto de 2011

Review: The Angelic Process "Coma waering" (2003)

 Por Fernando Suarez.

-The Angelic Process “Coma waering” (2003)
Cuando Jesu todavía era el título de una canción de Godflesh, Aidan Baker todavía ni había empezado sus aventuras sónicas bajo el nombre de Nadja y a ningún Blackmetalero se le ocurriría hablar bien en público de My Bloody Valentine, The Angelic Process ya reventaba parlantes y paralizaba sentidos con su sobrecogedora cruza de Drone, Doom, Black, Noise y Shoegaze. Claro, hoy en día hablar de un dúo haciendo música ubicada en el espectro más lento e hipnótico del extremismo, de murallas de guitarras moviéndose como magma, sobrecargando la mente de estímulos y generando cosquilleos en el cuerpo, de ritmos aletargados y cadencias moribundas, de toneladas de efectos pintando atmósferas tan evocadoras como sanguíneas y de lejanas melodías que destrozan y reconstruyen el espíritu escondidas bajo el peso de eternas distorsiones tal vez resulte casi un lugar común. Pero aquí no se trata simplemente de rescatar a Kris Angylus (voz, guitarra, batería, teclados) y Monica Henson (voz, bajo, guitarra, teclados) por su condición de adelantados, sino también por el poderío que lograron imprimirle a sus composiciones, por la profundidad musical con la que construyeron estas sublimes piezas de intrincada arquitectura sonora, por el inteligente manejo dinámico que los alejó del aburrimiento, la abulia y el cliché sin sustancia, por el torbellino de imágenes y emociones que fueron capaces de despertar con descarnada intensidad, por esa sensibilidad frágil y vulnerable recubierta de una espesa costra de crepitante suciedad con la que, básicamente, exponían esta belleza tan dolorosa como reconfortante. No vamos a negar, de todas formas, que el hecho de que Angylus ya no esté entre nosotros (falleció en abril de 2008, casi un año después de la disolución del dúo) le confiere a esta música una carga mística extra, lo cual no es poco, teniendo en cuenta la densidad espiritual con la que, ya de por sí, contaba. “Coma waering” fue su segundo disco (sin contar ep’s) y en él tal vez se encuentre el mejor equilibrio entre sonidos corrosivos, preciosas melodías y vastos pasajes climáticos, aunque también es muy recomendable “Weighing souls with sand”, la placa con la que se despidieron en 2007. En fin, si las referencias y pautas antes mencionadas se encuentran entre sus preferencias, sería casi criminal que no le den la debida atención a uno de sus exponentes más destacados y relevantes.

16 de agosto de 2011

Review: Dayspring "Dreamstate" (1994)

 Por Fernando Suarez.

-Dayspring “Dreamstate” (1994)
Con una corta existencia (1994 a 1995, si no contamos que desde 1992 a 1994 fueron conocidos como Grip, nombre bajo el cual editaron un ep en 1993, “Friction burn fatal”) y un único disco, Dayspring se las arregló para erigirse como una de esas gemas injustamente ignoradas de los noventas, gracias a un sonido sumamente personal y difícil de meter en una categoría específica. Para empezar, hay que decir que estos muchachos de Richmond tenían sus claras raíces en el Hardcore y compartían un cierto espíritu introspectivo y levemente metalizado con bandas contemporáneas (y varias de ellas compañeras en el sello New Age Records) como Temperance, Eleven Thirty-Four, Outspoken o Mean Season. Pero eso no era todo. El cuarteto se desmarcaba de gran parte de sus colegas con una impronta fuertemente melódica, que tomaba nota de diversas influencias y las fundía en un entramado tan propio como intenso. Así, podemos hallar en estos ocho temas algo de Fugazi (en especial en lo que hace al manejo de tensiones y dinámicas, ciertas robustas líneas de bajo y a letras que examinan cuestiones políticas y sociales desde un punto de vista más bien emocional), ciertos ecos lejanos de la pesadez melancólica de Life Of Agony y una evidente afinidad con el Post-Hardcore neoyorquino de grupos como Burn, Supertouch o Into Another. Hasta puede resultar curiosa la similitud de algunos pasajes de la placa con lo hecho por nuestros No Demuestra Interés en sus horas menos desenfrenadas y cabe mencionar una cercana relación con los Washingtonianos Post-Hardcoreros de Ashes (banda donde tocaba el inquieto Brian McTernan, otro ícono del Hardcore noventoso), con quienes compartieron numerosas fechas y cuya vocalista Elena Ritchie pone su dulce voz en un par de canciones. Pero, por supuesto, todos estos no son más que puntos de referencia como para que se hagan una idea, lo cierto es que el resultado final exhibía una fuerte identidad y una calidad compositiva que iba más allá de la suma de influencias. De hecho, tampoco es de extrañar percibir algo de este sonido en lo que luego harían bandas como Deftones o Thursday, aunque aquí todavía se respiraba un fuerte aire a crudeza Core que se conjugaba a la perfección con las sentidas y vulnerables (a pesar del tono rasposo del vocalista/guitarrista Cen Penn) líneas vocales y los cuidados juegos de riffs y armonías de las guitarras. En fin, emoción, potencia, inventiva y lucidez es lo que encontrarán aquí, expuestas con el nervio del Hardcore y esa amplitud de miras musicales tan típica de los noventas. No se le puede pedir más a la vida.

15 de agosto de 2011

Review: Flourishing "The sum of all fossils" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Flourishing “The sum of all fossils” (2011)
Si un grupo viene precedido por conexiones directas con Wetnurse (una de las propuestas más originales y dementes que nos dio el Metal extremo en los últimos años), entonces es de esperar que la cosa se ponga retorcida y difícil. Si notamos que ese mismo grupo cita entre sus influencias a luminarias como Dim Mak, Righteous Pigs, Godflesh, Deadguy, Killing Joke, Immolation, Hüsker Dü y Swans, ya no sabemos qué pensar. Es sólo cuestión de poner play y descubrir que, aunque parezca imposible, este trío neoyorquino logró dar vida a una criatura musical donde conviven esas referencias en armonía casi perfecta. Por supuesto, la fundación sigue estando en el Metal extremo, el bajo suena gordo y putrefacto, la guitarra lacera la piel con disonantes y laberínticas excelencias rifferas, la batería repiquetea alocada y se repliega en opresivos rebajes según se lo requiera, y la voz se basa, principalmente, en diversos gruñidos y alaridos. De cierta forma, se puede encontrar alguna que otra similitud con exponentes actuales de esa suerte de Death Metal lisérgico que comienza a abundar en la actualidad, con nombres como Ulcerate, Portal, Gigan, Mitochondrion o Baring Teeth como ejemplos más destacados. Pero hay dos puntos claros en los que Flourishing se distingue de sus pares. El primero es el clima casi Industrial que se respira en estas ocho composiciones, esa particular combinación de agresivo empuje y riffeo Deathmetalero con disonancias, arreglos e impronta apocalíptica muy afín a aquellos primeros trabajos discográficos de Godflesh. El segundo es el empleo de melodías de tono casi emotivo (en el terreno instrumental, las voces se mantienen dentro del marco de la rispidez) en escogidos pasajes, algo que podría hundirlos en el ridículo absoluto (como suele suceder con los grupos extremos que prueban ese tipo de variantes sin demasiada profundidad musical) pero que termina por dotar al material de un cierto calor humano que complementa sin fallas el enfermizo despliegue técnico de los músicos y el tenso sadismo de sus composiciones. En fin, no se trata de música fácil de definir ni encasillar (cada escucha descubre nuevos detalles y recovecos plagados de sórdida imaginación musical) pero, aún así, está entregada con objetivos bien claros, sin grumos que le resten elegancia o intensidad al producto final. Tal vez sea demasiado pronto para asegurarlo pero me da la impresión de que por este lado se viene la vanguardia más interesante del Metal extremo contemporáneo. Así que, aprovechen a disfrutarla ahora que está aún fresca, antes de que se llene de clones sin ideas propias.

12 de agosto de 2011

Review: Paint It Black "Paradise" (2005)

 Por Fernando Suarez.

-Paint It Black “Paradise” (2005)
Viéndolo en perspectiva, hay muchas chances de que “Paradise” sea relegado al lugar de antesala de “New lexicon”, aquella obra maestra del Hardcore contemporáneo que Paint It Black lanzara en 2008. Pero, si bien dicha apreciación tiene su fundamento, es imposible desmerecer la intensidad y la contagiosa frescura que el cuarteto despliega a lo largo de estos poco más de veinte minutos de pura adrenalina. De cierta forma, se traza en mi mente un paralelo con “Songs to fan the flames of discontent”, aquel portentoso álbum que Refused editara en 1996 y que luego quedaría, lamentablemente, opacado por el monumental “The shape of Punk to come”. Lo que aquí tenemos son catorce canciones cargadas de una energía urgente y visceral, que viaja en el tiempo para apoderarse de las mejores enseñanzas de leyendas como Black Flag, Minor Threat o Bad Brains, y trae a la actualidad esas lecciones a través de una mirada madura, personal, enfocada y provista de una innegable profundidad musical y emocional que hecha por tierra con la idea de un mero revival. Por supuesto, la experiencia del vocalista/guitarrista Dan Yemin en grandes bandas de los noventas como Lifetime y Kid Dynamite juega un papel importante, en especial en lo que hace a adornar la rabia primigenia del Hardcore/Punk con medidas cuotas de conmovedora melodía que parecen rescatadas directamente de aquel efervescente Revolution Summer de Washington DC, que diera vuelta unas cuantas nociones estilísticas del género a mediados de los ochentas. También hay que notar la frenética solidez de las interpretaciones y el sonido equilibrado (cortesía del gran J. Robbins) que permite apreciar cada detalle sin por ello resignar la potencia eminentemente física de las composiciones. Claro, como siempre, todo ello no es más que el envoltorio que recubre (y embellece) el verdadero núcleo (duro) del asunto, que son las canciones, estas ráfagas de energía vital que estallan de forma liberadora y salvaje, concebidas desde entrañas en llamas y trabajadas con la suficiente lucidez (y esto se aplica también a las estupendas letras) como para eludir, con absoluta naturalidad, los clichés sin sustancia y las poses vacías que, a veces, transforman al Hardcore en poco más que un chiste. En fin, queda claro que lo que vendría después sería aún mejor pero, si son capaces de apreciar la fuerza de aquel viejo y querido Hardcore de antaño y se preguntan de qué forma se puede trasladar a un sonido actual, he aquí una respuesta ideal.

11 de agosto de 2011

Review: Skullflower "Fucked on a pile of corpses" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Skullflower “Fucked on a pile of corpses” (2011)
Con más de veinticinco años de carrera, más de veinticinco discos en su haber, y loas por parte de gente como Justin Broadrick, Earth, Neurosis y Sunn 0))), Matthew Bower (la mente maestra detrás de Skullflower) bien puede considerarse como un pilar dentro del universo Noise/Drone/Industrial/Rockero/Psicodélico/Experimental. Desde sus inicios, allá por 1985, la intención de Skullflower fue canalizar la agresión a los sentidos y la atmósfera opresiva propia de la Electrónica más abrasiva (Whitehouse, Throbbing Gristle, Controlled Bleeding) a través de instrumentaciones netamente Rockeras, como para alcanzar resultados más orgánicos y físicos y, al mismo tiempo, aportarle una cierta vuelta de tuerca psicodélica al asunto. Con el tiempo, ese sonido se fue volviendo cada vez más abstracto y amorfo, dejando de lado los ritmos tradicionales y concentrándose especialmente en las profundas texturas generadas por la guitarra eléctrica. Así, llegamos a este “Fucked on a pile of corpses” que, ya desde el título, se planta como un trabajo agresivo, oscuro y revulsivo. En efecto, los siete temas que aquí se suceden casi sin respiro vienen recubiertos de impenetrables costras de ruido saturado, desde cavernosas resonancias que hacen temblar el estómago hasta histéricos chirridos que taladran los tímpanos sin ningún tipo de piedad. Debajo de ese maremagnum sónico, es posible percibir algunas baterías (enterradísimas bajo toneladas de saturada distorsión), lúgubres melodías y hasta desesperados alaridos que terminan acercando este material a esa cruza de Noise con espíritu Blackmetalero practicado por grupos como Wold, Gnaw Their Tongues, Hallow o Nekrasov. En ese aspecto, hay que decir que se trata de un disco que deja un tanto de lado las elucubraciones lisérgicas de antaño y las reemplaza por un clima exasperante, de absoluta asfixia y tan corrosivo que sólo los más extremos seguidores del terrorismo sonoro podrán tolerarlo sin problemas. Aún así, hay que mencionar que Bower cuenta con la suficiente experiencia en este campo y el grado suficiente de musicalidad como para eludir el aburrimiento y los lugares comunes más facilistas que presenta este tipo de música. Ruido, sí, pero hecho con calidad. Preparen los oídos para la paliza más jodida en lo que va del año.

10 de agosto de 2011

Review: Lasting Traces "Old hearts break in isolation" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Lasting Traces “Old hearts break in isolation” (2011)
El buen Hardcore sigue llegando desde todas partes del mundo. Esta vez es el turno de Alemania, de donde vienen estos cuatro jóvenes conocidos como Lasting Traces, que aquí debutan con un disco que parece el resultado de una concepción musical más madura y certera. El estilo elegido por el grupo puede asociarse a nombres modernos como Defeater, More Than Life o Verse, y eso significa una visión del género que respeta sus fundamentos básicos pero no teme a explorar variantes musicales y emocionales más abiertas. En efecto, aquí manda la emoción cruda y descarnada antes que las poses rudas o las toscas invitaciones al mosh descerebrado, y no estamos hablando de Emo o Post-Hardcore. La voz gruñe y aúlla con los pulmones a punto de estallar, la base rítmica golpea con toda la fuerza aún sin perder de vista una clara noción dinámica, la guitarra raspa y lacera la carne pero también se permite jugar con riffs intrincados, preciosos arreglos melódicos y hasta algún que otro pasaje acústico que no hace más que apuntalar el mencionado clima emotivo. Lo sorprendente es que, siendo un grupo debutante, logren un resultado final tan equilibrado y personal, proponiendo una alta cuota de recursos musicales (especial atención a las seis cuerdas, que se despachan con momentos realmente destacables) pero sin perder nunca de vista el nervio urgente, pasional y frenético del Hardcore, y condensando todo ese despliegue de rabia e imaginación en canciones redondas y recubiertas de un sonido sencillamente perfecto. En fin, si, como yo, vienen disfrutando de estas recientes camadas de Hardcore furibundo y emocional al mismo tiempo, he aquí otra excelente opción para hacer catarsis a grito pelado.

9 de agosto de 2011

Review: Lost Sphere Project "3rd level to internal failure" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Lost Sphere Project “3rd level to internal failure” (2011)
Desde los blast-beats, los gruñidos y los riffs intrincados iniciales de “Paradoxal sights”, estos suizos (compatriotas de Knut y Mumakil, y la mención de estas referencias no es gratuita) dejan en claro que no llevan en vano diez años dedicados al más rabioso y demente extremismo musical. Dije blast-beats y sí, algo (bastante) de Grindcore tenemos aquí, aunque ciertamente esto poco y nada tiene que ver con el crudo primitivismo de aquellas viejas grabaciones de Napalm Death o Repulsion. Lost Sphere Project parece más inspirado por las variantes rítmicas y dinámicas que Brutal Truth propuso en aquel clásico “Need to control” y por el caos riffero de exponentes como Discordance Axis o Human Remains. Es más, en lo que hace a guitarras enloquecidas, arreglos disonantes y estructuras frenéticas, casi podríamos hablar de Mathcore, en especial si notamos más de un riff con saborcito a Coalesce. De todas formas, el ahora cuarteto se las arregla para presentar un resultado final personal, creativo (por supuesto, las palmas en este terreno se las llevan las seis cuerdas) y sumamente intenso. El truco principal parece estar en combinar la agresión desmedida del buen Grind con una fuerte sensación de tensión, una impronta opresiva que los acerca no sólo a ciertos exponentes del Mathcore, sino inclusive al Noise-Rock. Lo cual no sería tan extraño, si pensamos que, en muchos casos, el Mathcore no es más que el resultado de inyectarle una buena dosis de Metal extremo a las enseñanzas del Noise-Rock y el Math-Rock de principios de los noventas. Todo esto, envuelto en un sonido excepcional (la masterización corrió por cuenta del amigo James Plotkin), claro y potente al mismo tiempo, que se siente en el estómago y permite apreciar cada mínimo detalle que surja de la afiebrada imaginación de esta gente. En fin, aquí tenemos virtuosismo y tortuosa inventiva musical puestos al servicio del extremismo musical más violento. Amantes de los géneros y las bandas antes mencionadas, a por él.

8 de agosto de 2011

Review: Screaming Trees "Last words: The final recordings" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Screaming Trees “Last words: The final recordings” (2011)
Sí señores, finalmente se edita en forma oficial aquel disco que Screaming Trees registrara entre 1998 y 1999, mezclado por la sabia mano de Jack Endino (productor estrella del Grunge y guitarrista de Skin Yard, uno de los grupos más destacados del género) y aprobado por sus integrantes. Y sí, puede que se trate de un mero ejercicio de nostalgia u otro gran trabajo a cargo de la mejor banda Grunge de la historia, según cómo lo miren. Yo me quedo con la segunda opción. Por supuesto, esto es Screaming Trees, así que no esperen más (ni menos) que esas canciones perfectas, de climas y guitarras áridas, rasposas y, al mismo tiempo, coloridas y elevadoras, montadas sobre esos ritmos sinuosos que obligan a mover la patita sin abandonar nunca el gesto entre adusto y sombrío, y gloriosamente coronadas por la gruesa y envolvente voz de Mark Lanegan, el Johnny Cash de las camisas a cuadros. No importa que sea más de lo mismo si eso significa semejante manjar para el espíritu, no importa que podamos definir a este “Last words” como una cruza entre la pesadumbre casi desértica de “Dust” (1996, hasta ahora, el último trabajo de estudio del cuarteto) y el gancho entre Hard-Rockero y Neilyounguesco de “Sweet oblivion” (1992, su obra más popular), sólo importan las canciones, el peso emocional que ellas transmiten. Y ese es un terreno en el que los Trees son prácticamente imbatibles. Y es que, cuando un grupo logra hacer sublime lo que en manos de otros sería un cliché sin sustancia, es que estamos en presencia de algo especial. ¿Qué son los mismos cuatro acordes de siempre? ¿Acaso hacen falta más para generar estos vívidos paisajes y estas sacudidas en el corazón? ¿Qué la voz de Lanegan es limitada? Por supuesto que sí, pero ¿cuántos cantantes conocen que sean capaces de poner la piel de gallina con recursos tan sencillos y melodías tan dolorosamente atractivas? ¿Qué las composiciones siguen patrones similares? Claro, eso se llama estilo y, cuando está manejado con clase y honestidad (como en este caso), es lo que separa a los artistas con algo para decir de aquellos que simplemente juegan al tiro al blanco y encaran la música sin el más mínimo sentido de la profundidad. Y es que, cuando una colección de canciones grabadas hace más de diez años, logran sonar tan atemporales y necesarias como estas, sólo resta rendirse ante su encanto y mantener los sentidos en intenso y constante éxtasis.

6 de agosto de 2011

Review: Jets To Brazil "Orange rhyming dictionary" (1998)

 Por Fernando Suarez.

-Jets To Brazil “Orange rhyming dictionary” (1998)
El viejo dicho establece que “podés correr pero no esconderte”. Blake Schwarzenbach huyó de su Berkley natal hacia New York, huyó de su pasado al frente de Jawbreaker (una de las bandas definitivas del Punk de los noventas. Y punto) y hasta quiso huir de su rol de músico pero, a la larga, no pudo esconderse de sí mismo, de esas brillantes canciones que le hacían ebullición en las entrañas. Obviamente, esto nunca fue una mera secuela de Jawbreaker ni intentó serlo. Es más, el hecho de que Schwarzenbach eligiera como nuevos acompañantes al bajista Jeremy Chatelain (antes cantante en Handsome e integrante de Iceburn, luego miembro ocasional del renacido Helmet) y el baterista Chris Daly (ex integrante de los Krishna-Core 108 y de los maravillosamente emotivos Texas Is The Reason), le daba a Jets To Brazil el mote de supergrupo del Post-Hardcore. Eso, hasta que sonaban los primeros acordes de “Crown of the valley” (con ese groove robusto) y nos introducían en un desgarrador viaje emocional de cincuenta y pico de minutos, a través de once canciones tan perfectas en su punzante sensibilidad que ningún rótulo de perezoso crítico rockero les haría justicia. Por supuesto, el lazo con Jawbreaker todavía era perceptible, en la voz grave y rasposa (aunque aquí atildada y pulida hasta extremos insospechados) del buen Blake, en la profundidad poética y el expuesto nervio confesional de sus letras y hasta en ciertos recursos compositivos que aún mantenían esa fuerte impronta de Nerd-Punk con el corazón roto. El punto es que aquí aquella efervescencia Punky daba lugar a una reflexiva madurez, la guitarra no estallaba constantemente en grandes y mugrientos acordes, permitiéndose jugar con variantes sonoras y armónicas más abiertas y hasta algún que otro rebusque casi Progresivo, las bases dejaban aire para dinámicas más espaciadas y versátiles, el sonido general (cortesía de J. Robbins, otro prócer del Post-Hardcore) proponía una elegante austeridad y las composiciones mismas adoptaban un cariz predominantemente melódico (con modismos más afines al Pop y, por momentos, al Folk), tocando fibras íntimas con una emotividad despojada de cualquier tipo de exageración o histrionismo innecesario, manejando diferentes intensidades con una naturalidad pasmosa y, en última instancia, desnudando el alma del mismo Schwarzenbach con una claridad que hacía encoger el corazón. Es una pena que ninguna de las dos subsiguientes placas del grupo (el demasiado refinado “Four cornered night” de 2000 y el introspectivo “Perfecting loneliness” de 2002) lograran alcanzar el superlativo nivel compositivo desplegado en este deslumbrante debut y, más aún, es una pena que ninguno de los posteriores proyectos liderados por Schwarzenbach (The Thorns Of Life y forgetters, así con minúscula) se haya cristalizado en material discográfico. De todas formas, si están preparados para una fuerte sacudida emocional en forma de canciones bellísimas, esta sigue siendo una de las mejores opciones que jamás se hayan creado.

5 de agosto de 2011

Review: Havoc Unit "h.IV+ (Hoarse Industrial Viremia)" (2008)

 Por Fernando Suarez.

-Havoc Unit “h.IV+ (Hoarse Industrial Viremia)” (2008)
Algunos sabrán (y los que no, se los comento) que Havoc Unit es, básicamente, ...And Oceans con otro nombre y un diferente approach musical, un tanto alejado del Black Metal de antaño y metido de cabeza en las elucubraciones Industriales con las que los finlandeses venían flirteando en sus últimos trabajos. Bien, debo aclarar en primera instancia que nunca me sentí muy atraído por la propuesta de ...And Oceans, por lo que prefiero evitar comparar a Havoc Unit con aquellos, a la hora de analizar este portentoso “h.IV+ (Hoarse Industrial Viremia)”. En todo caso, lo que cabe destacar es que, a pesar de dejar de lado el Black, se trata de un material bastante más extremo y corrosivo de lo que ...And Oceans entregó en toda su carrera. Por supuesto, la impronta negra no ha desaparecido del todo y, de hecho, las referencias más cercanas que se pueden mencionar son grupos de Metal Industrial con claras raíces o intenciones Blackmetaleras, como Red Harvest o Dodheimsgard. Pero eso es sólo una aproximación, lo expuesto en estos trece temas exhibe una personalidad y un grado de afiebrada inventiva imposibles de ignorar. El tono es futurista (un futuro poco alentador, claro está), caótico, abrasivo y estimula los sentidos hasta llevarlos a un paroxismo de visiones perturbadoras. Las bases suenan duras y mecánicas, por momentos acercándose a las irregularidades rítmicas de Meshuggah y al groove cibernético de Fear Factory, en otros rescatando las marchas hipnóticas de Godflesh e inclusive estallando en furibundas aceleradas que no hubieran desentonado en aquel glorioso “City” de Straspping Young Lad. La voz gruñe empapada de distorsión, con un tono rasposo y violento pero articulado y sin irse casi nunca a los extremos más podridos (incluso hay lugar para algún pasaje cantado de forma melódica), las guitarras dibujan riffs secos y cortantes como una navaja afiladísima y se permiten adornarlos con penetrantes texturas y disonancias que infectan el aire de masiva electricidad. Pero las palmas y el liderazgo creativo se lo lleva una labor de programación, teclados y samples que justifica su barroca omnipresencia con un grado de inventiva superlativo, manejando infinitas variantes sónicas (percusiones metálicas, colchones melódicos, secuencias enfermizas, parlamentos deformados, cavernosas ambientaciones, beats enmugrecidos, distorsiones subliminales y un sinfín de crujidos y erupciones que se introducen por los oídos hasta envenenar por completo la mente, destruyendo neuronas a su paso) y aportando un marco definitivo de locura digital al espeso entramado musical del cuarteto. El hecho de que, en más de un momento, parezcan colarse influencias de artistas netamente Electrónicos como Aphex Twin, Atari Teenage Riot o 2nd Gen (aunque siempre atravesados por el prisma de agresión metálica/industrial), nos habla a las claras del refrescante desprejuicio que domina la placa. En ese sentido, se requieren oídos acostumbrados a la hostilidad pero igualmente abiertos a nuevas experiencias para poder apreciar esta auténtica obra de arte siniestro en toda su tortuosa magnitud.

4 de agosto de 2011

Review: Debtor "Bloodseeds" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Debtor “Bloodseeds” (2011)
Emoción, melodía, agresión, contundencia, técnica, inventiva, pasión. No sé si esas son palabras que ustedes asociarían inmediatamente a un grupo Hardcore pero sí son algunas de las primeras que se me vienen a la mente al escuchar este larga duración debut (precedido por el ep “Deliverance”, editado en 2008) de Debtor. Claro, muchas veces, al leer el término Hardcore, hay gente que tiende a imaginar ciertos lugares comunes, cierta falta de vuelo musical o ciertas deficiencias interpretativas. Bien, estos cinco jóvenes oriundos de Philadelphia dejan en claro que el problema es de los prejuiciosos, no de ellos. No es que se salgan de ciertos márgenes estilísticos, sino que los manejan con un impresionante grado de creatividad, con una musicalidad ajustada, certera e imaginativa, y con interpretaciones que demuestran un virtuosismo que, por lo general, no se asocia al Hardcore. Y todo ello empujado por el ardiente fuego, por la energía urgente y cruda que caracteriza a los exponentes más destacados del género. Insisto, no es que estén reinventando la pólvora aquí, es sólo que la emoción que le ponen al asunto, el elevado nivel de las instrumentaciones y los variados enrosques compositivos aportan dimensiones musicales que podrían interesar inclusive a aquellos que no suelen ser demasiado amigos del mosh y las bermudas. Por supuesto, la misma banda reconoce a Shai Hulud y Strongarm (ambas pioneras en eso de combinar Hardcore, Metal, melodías emotivas y rebusques casi Progresivos) como principales influencias, y verlos como una versión actualizada de dichos grupos no estaría del todo mal, siempre y cuando resaltemos que eso no significa falta de identidad e ideas propias. En fin, a esta altura del partido, seguir pensando que el Hardcore es un género cuadrado y falto de variantes y peso musical es un mero prejuicio (o, al menos, un recorte bastante arbitrario y malintencionado de la realidad) que se deshace ante la evidencia de numerosos ejemplos que dictan lo contrario. Y, entre esos ejemplos, “Bloodseeds” es uno de los más destacados que pueden encontrar en la actualidad.

3 de agosto de 2011

Review: Flood Peak "Filling flasks" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Flood Peak “Filling flasks” (2011)
No será ninguna novedad, pero cuando el Noise-Rock, el Hardcore y el Sludge unen fuerzas, las cosas pueden salir muy bien. Tal es el caso de lo expuesto en este ep debut por Flood Peak, con sólo cinco temas en quince minutos que nos dejan babeando, sudados y con ganas de más. Contando con ex miembros de los Mathcoreros de Apiary, este trío propone una particular combinación de los elementos antes mencionados, con un sonido bien relleno y envolvente (que logra la curiosa particularidad de resultar atmosférico y agresivo al mismo tiempo), un empuje rítmico vigoroso, una guitarra llena de ideas y distorsión, y una voz que grita con toda la convicción y el odio del mundo. El material expone una saludable variedad que ayuda a eludir el aburrimiento y, al mismo tiempo, planta semillas para una personalidad musical que, de ser regada como corresponde, puede llegar a florecer hasta deslumbrar a más de uno. Tenemos el clima tribal, hipnótico y aplastante de “Meandering” y sus mareantes disonancias abriendo la placa, luego una especie de Motörhead en versión Crust oscuro (“Closed seas”), el caos vertiginoso de “Scattering crowds” (casi como un Botch acelerado y climático al mismo tiempo), el improbable hijo bastardo de Discharge y Godflesh que es “Dust breeder”, y las idas y venidas rítmicas, los gigantescos guitarrazos, los taladrantes chirridos y esa violencia casi épica de “The waiting” cerrando la faena. No hay mucho más para agregar, sólo decir que, como carta de presentación, “Filling flasks” resulta más que auspiciosa y me obliga a seguir de cerca los próximos pasos de esta gente. Les recomiendo que hagan lo mismo si son amantes de los sonidos extremos en general.

2 de agosto de 2011

Review: Like Wolves "Like wolves" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Like Wolves “Like wolves” (2011)
Adrenalina, sudor, cuerpos contorsionados y cabezas estallando. Like Wolves no se amilana y nos tira en la cara un álbum debut (precedido por un par de ep’s) donde el nerdismo del Post-Hardcore se retuerce en violentas convulsiones, con guitarras histéricas que van y vienen en un incesante fluir riffero, una base rítmica que golpea duro pero con un sentido del swing irresistible y contagioso, y una voz que deja hasta la última gota de energía en cada intervención. Por supuesto, aquí hay todavía lazos con el Hardcore tradicional pero estamos hablando más de Black Flag o Circle Jerks que de Agnostic Front o Youth Of Today. Y sí, también se nota esa soltura Rockera heredada directamente de bandas como Hot Snakes o Cloak/Dagger. O sea, crudeza Stoogera pasada por un filtro de inteligencia Post-Hardcore, en algún lugar entre Drive Like Jehu y el Fugazi más frenético. Pero, en última instancia, todas esas referencias no son más que eso y no llegan nunca a empañar la vibrante personalidad de estos neoyorquinos. Con sólo nueve canciones en media hora, el quinteto se las arregla para movilizar el cuerpo con una intensidad visceral y avasallante, al tiempo que estimula la imaginación con una musicalidad punzante y salvaje y revitaliza el espíritu con su refrescante naturalidad. Es que aquí encontramos ese preciado balance entre energía urgente, emoción desbocada, elaboración musical (insisto con la genial labor de las guitarras y el dinamismo de la base rítmica), empuje físico y fluidez orgánica alejada de cualquier tipo de artificio o pose rígida. En fin, no hay mucho más que pueda agregar sin empezar a sonar como un exagerado, pero es que este material me genera ese tipo de excitación incontrolable, ese fuerte calor en el estómago que repta hasta generar chispas en la cabeza y, finalmente, hacer estallar el pecho. No se lo pierdan.

Review: Ringworm "Scars" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Ringworm “Scars” (2011)
En una actualidad plagada de clones de Integrity, no nos podía faltar el regreso de Ringworm, probablemente la primera banda en seguir abiertamente esa huella musical. Por supuesto, con sus veinte años de errática carrera, ya podemos otorgarles una entidad propia y eso es algo que queda demostrado en este portentoso “Scars”. Diez temas en treinta y cuatro minutos bastan para darse una buena panzada de ese Hardcore agresivo, fuertemente metalizado, de tono oscuro y espíritu misantrópico, que estos oriundos de Cleveland tan bien manejan. Tal vez una de las cualidades que siempre distinguió al quinteto de sus pares sea que su sonido general parece estar un tanto más cerca del Metal (en especial del Thrash) que del Hardcore. O sea, la mayoría de los riffs machacan de tal forma que no hubieran desentonado del todo en viejos discos de Slayer o Metallica, las bases se sostienen sobre insistentes dobles bombos y hasta hay lugar para solos y arreglos que bordean el sabor épico del Metal tradicional, por no mencionar cierto gustito al Rock mugriento de Motörhead que se siente en más de un tema. El punto es que todo ello se ve empujado por una energía bien visceral (la rabiosa voz del legendario Human Furnace es gran responsable de esto) y urgente, con canciones que van al grano de forma casi inmediata y donde siempre hay lugar para esos grooves violentos que invitan a revolcarse con gordos tatuados en salvaje (y secretamente amoroso) mosh. Tal vez en lugar de hablar de Hardcore metálico, deberíamos hablar de Metal tocado con espíritu Hardcore pero, para el caso, la diferencia entre una cosa u otra puede ser demasiado sutil como para preocuparse. En fin, quienes ya estén familiarizados con el grupo deberían saber que esto es más de lo mismo pero muy bien hecho y sin nada que envidiar a sus trabajos más laureados. Para los no iniciados que tengan interés, “Scars” puede ser tan buen comienzo como cualquier otro y, en cuanto a los que no sepan ni les interese, bueno, asumo que a esta altura ya habrán dejado de leer esto, así que no importa.

CUCO en vivo en La Plata



1 de agosto de 2011

Review: Sobre A Máquina "Areia" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Sobre A Máquina “Areia” (2011)
Luego de aquel sorprendente debut que fuera “Decompor” (editado en 2010), Sobre A Máquina vuelve con una nueva invención biomecánica bajo el brazo. Y si antes podíamos llegar a describirlos como unos Nadja aumentados por la experimentación sonora de Einstürzende Neubauten, ahora la cosa se pone aún más difícil, más personal. Las melodías tenues escondidas bajo espesas distorsiones siguen estando ahí, lo mismo las percusiones metálicas y los ritmos más bien hipnóticos, pero ahora se suma una cuota extra de experimentación, en la forma de elementos electrónicos más prominentes (incluso hay alguna que otra base con sabor a Trip-Hop o Dubstep) y hasta flirteos con el Free-Jazz. Pero, más allá de eso, el punto es el notable crecimiento compositivo que exhiben estas cuatro nuevas canciones, con sus líneas de bajo sencillas y certeras (y siempre con ese sonido oxidado y áspero), sus movedizas rítmicas (digitales u orgánicas), su cuidadoso desarrollo dinámico (y no me refiero a la típica subida paulatina del Post-Rock), sus envolventes y omnipresentes texturas y colchones de arreglos y su enfermiza sutileza armónica. Y es que, debajo de las duras costras de ruido y crujidos varios, encontramos siempre un corazón melódico que guía las composiciones y les da un necesario toque de calor humano. Lo interesante es que, aún en ese punto, estos cariocas se las arreglan para salirse del lugar común y presentar complejidades armónicas y rítmicas de una riqueza suntuosa y elegante al mismo tiempo. O sea, esta gente está haciendo música, algo más que un mero juego de masturbación sonora, algo más que disfrazar la falta de ideas y musicalidad como experimentación y, ciertamente, bastante más que simplemente un refrito de sus influencias predilectas y más fáciles de emular. Desde ya, no se trata de material fácil pero se supone que este tipo de música venga con cierto grado de exigencia. Especialmente recomendado para amantes de las cosas originales, bien hechas y despreocupadas de cualquier tipo de limitación genérica.

Review: Dephosphorus "Axiom" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Dephosphorus “Axiom” (2011)
Ok, evidentemente éste es el año en que el Metal extremo y los delirios alucinógenos decidieron unir fuerzas definitivamente. No es que antes no hubiera sucedido (nombres como Skeleton Of God, Cephalic Carnage, Agoraphobic Nosebleed o Portal así lo demuestran), pero en la actualidad parece haber una suerte de rebrote de locura generalizada que, en bandas como Mitochondrion, Baring Teeth, Psudoku, Gigan o Flourishing (entre tantas otras), está alcanzando niveles inéditos de creatividad violenta. Dephosphorus es un trío griego nacido en 2008 y, si nos guiamos por lo expuesto en estos siete temas que conforman su debut discográfico, tienen todo lo necesario para sumarse sin problemas a la lista antes mencionada. Se nota una clara fundación Grindcore en su sonido y el hecho de prescindir de bajista los puede asociar directamente con Discordance Axis o Pig Destroyer, con lo cual ya tendríamos un buen punto de referencia para empezar. En efecto, más allá de las voces podridas, los alaridos, los blast-beats y los riffs carnosos, aquí la cosa se pone bien retorcida e impredecible, con múltiples cambios de ritmo operando al filo del caos absoluto, una guitarra que se expande en intrincados y convulsionados paisajes cósmicos, haciendo gala de una vasta gama de recursos e ideas puestas al servicio de trastornar neuronas y quebrar huesos al mismo tiempo. Y es que, aún teniendo en cuenta la demencia surrealista que desprenden estas composiciones, el trío se las arregla para no perder de vista cierta energía visceral que funciona como perfecto balance y le da un sabor particular a su propuesta. Por momentos, suena casi como si en Napalm Death hubieran logrado resucitar e incorporar a sus filas al inmortal Piggy de Voivod, en otros asoma la cabeza cierto espíritu Blackmetalero a la Deathspell Omega pero cubierto de gruesas capas de alquitrán Sludgero y más adelante pueden hacer pensar en unos Neurosis epilépticos y nerviosos. En fin, material con personalidad propia, creatividad desbocada y la rabia suficiente como para atrapar a cualquier amante del extremismo musical que se precie de tal.