15 de marzo de 2011

Review: Screeching Weasel "First world manifesto" (2011)

Por Fernando Suarez.


-Screeching Weasel “First world manifesto” (2011)
Oh sí. Once años después de su última entrega de estudio (“Teen Punks in heat”) vuelve uno de los mejores grupos de Punk-Rock de los últimos veinticinco años. Ok, algunos podrán objetar la ausencia del mítico guitarrista John Jughead (el único miembro, junto al vocalista Ben Weasel, que figura en todos los trabajos de Screeching Weasel) pero, por más dolorosa que esta pueda ser (esos punteos de dos notas dejaron una huella importante en mi corazón, he de admitir), todos sabemos que el corazón mismo del grupo es el ansioso Ben Foster, Ben Weasel o Benito Mussoweasel, como prefieran llamarlo. ¿Qué, acaso tengo que explicar de qué se trata esto? Himnos. Perfectos, simples, certeros, irresistibles. De esos que estás tarareando a la primera escucha, que te obligan a mover la patita (si sos moderado) o a bailar con las articulaciones descontroladas y una sonrisa imbécil en el rostro. Sí, esto es puro Punk-Rock adornado con las más bellas melodías Poperas, tal como los Ramones nos enseñaron y no muchos supieron aprender. Sí, las bases serán cuadradas, los riffs primitivos, los arreglos básicos y la voz de Weasel demasiado nasal (y, por momentos, desafinada) pero, ¿a quién le pueden importar semejantes nimiedades ante una colección de canciones tan redondas? Tenemos los temas acelerados con melodías casi infantiles, los medios tiempos melosos que rompen el corazón, las melodías chicleras montadas sobre nerviosos ritmos Punks, las letras entre sardónicas y desnudas (pero siempre inteligentes), los punteos de guitarra que se adhieren a la memoria como una garrapata y esa frescura indeleble y contagiosa, capaz de iluminar hasta la más fúnebre de las jornadas. Por las dudas, bien vale aclarar que la música de Screeching Weasel no es tan abiertamente Ramonera como la de Riverdales (el otro proyecto de Ben Weasel junto a Dan Vapid), sino que toma esa raíz para llevarla a terrenos aún más melódicos y, al mismo tiempo, energéticos y personales. En fin, son catorce canciones, treinta y un minutos y medio de sublime magia Punk-popera sin desperdicios ni pretensiones innecesarias. Y al que no le guste que se haga un enema de alegría.

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