19 de mayo de 2011

Review: Des Ark "Don't rock the boat, sink the fucker" (2011)

Por Fernando Suarez.

-Des Ark “Don’t rock the boat, sink the fucker” (2011)
A juzgar por los títulos de sus discos (el primero, “Loose lips sink ships”, editado en 2005, y éste que nos ocupa), Aimée Argote (cantante, guitarrista, compositora y única integrante fija de Des Ark desde sus comienzos, allá por 2001) posee algún tipo de obsesión con barcos que se hunden. Y, de cierta forma, sus canciones nos pasean por tenues cadencias marítimas, sólo para hundirnos luego y ahogarnos en oleadas de emoción descarnada. Pero si hay algo que caracteriza a esta chica es la forma en que logra desplegar sus múltiples personalidades musicales sin perder nunca el hilo melódico de las canciones. Puede pasar de íntimas baladas acústicas a densos y angulares ataques Rockeros y siempre brillando al frente está su voz, desgranando hermosas melodías y coros que se clavan instantáneamente en el corazón con una sencillez conmovedora y una musicalidad que sobrepasa con creces lo que uno esperaría de esto que podríamos llamar (a grandes rasgos) Indie-Rock. Es que, en primer lugar, Des Ark no admite demasiadas comparaciones, sus canciones (simples e intrincadas al mismo tiempo) exhiben una personalidad única y una profundidad emocional que trasciende los meros rótulos estilísticos. Por otro lado, Argote jamás confunde calidez con abulia, austeridad con falta de ideas ni versatilidad con eclecticismo incoherente. Se desnuda emocionalmente sin necesidad de caer en histrionismos incómodos y forzados y mantiene su naturalidad sin esconderse detrás de murallas de ironía. En líneas generales, y como ya apuntamos más arriba, esta segunda placa puede dividirse en dos grupos: los temas despojados y reposados, de raíz acústica y tono Folk melancólico, y aquellos donde (acompañada por el guitarrista Noah Howard, el baterista Ashley Arnwine y los talentos como ingeniero de Kurt Ballou de Converge) nuestra chica se retuerce en ataques más físicos pero siempre planteados con un grado de elaboración y complejidad (chequeen la cuidada interacción entre las guitarras) admirable. En estas composiciones podríamos inclusive hablar de Math-Rock, si no fuera porque el gancho y la sensibilidad melódica aquí expuestas no suelen ser moneda corriente en dicho género. En fin, grandes canciones, emoción a raudales, inteligencia e intensidad es lo que tenemos en este “Don’t rock the boat, sink the fucker”. No se le puede pedir más a la vida.

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