18 de julio de 2011

Review: Lock Up "Necropolis transparent" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Lock Up “Necropolis transparent” (2011)
Era lógico pensar que, tras el fallecimiento del guitarrista Jesse Pintado en 2006, este proyecto (inicialmente ideado por él y el bajista Shane Embury como una forma de reencontrarse con sus más crudas raíces Grindcoreras) dejaría de existir. Contra todas las probabilidades, y tras el reclutamiento del chileno Anton Reisenegger (miembro de Criminal, Inner Sanctum y los legendarios Pentagram) como guitarrista y ocasional vocalista, Lock Up está de vuelta con los riffs y los blast-beats intactos. La formación, con la obvia excepción de Reisenegger, es la misma del anterior disco de estudio, “Hate breeds suffering” de 2002, es que decir que a los mencionados se suman la eternamente repiqueteante batería del gordo Nick Barker y los característicos alaridos Crustys del, a esta altura, legendario Tomas Lindberg. Hasta ahí las presentaciones, el resto casi que lo pueden imaginar sin mi ayuda. Esto es Grindcore de pura cepa, vertiginoso, violento, con los necesarios flirteos con el Death, el Hardcore y el Thrash, interpretado de forma ajustadísima y envuelto en un sonido que permite apreciar cada mínimo detalle de esta auténtica carnicería sónica. No esperen vueltas de tuerca inesperadas ni experimentaciones vanguardistas porque el objetivo del grupo pasa por otro lado y no tienen la más mínima intención de disimularlo. Más allá del alto nivel interpretativo de los músicos, la cosa aquí no pasa por despliegues de virtuosismo o refinamientos compositivos, esto es pura adrenalina, violencia condensada en estallidos sónicos que en rara ocasión superan los dos minutos de duración. Los riffs serruchan la carne como motosierras, las bases trituran los huesos con su frenético andar, las voces hacen hervir la sangre y contagian una ira que se siente intensa y honesta, y la cuidada producción no hace más que intensificar la golpiza con una claridad y una contundencia apabullantes. Ok, algunos dirán que, sin las luminarias involucradas, Lock Up sería una banda más del montón pero, si bien algo de cierto puede haber en ese argumento, la energía inclaudicable que transmiten sus canciones los hacen merecedores de la atención de cualquier buen amante del Grind que se precie de tal.

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