26 de julio de 2009

Reviews

Por Fernando Suarez.


-Agnostic Front “Victim in pain” (1984)
Pocas cosas son más graciosas que escuchar al gran Henry Rollins bardeando al estereotipo de Hardcore musculoso, tatuado y moshero. Pocas cosas son más ridículas que trogloditas como Madball o 25 Ta Life posando como pandilleros con caras de pocos amigos. De alguna forma, podría decirse que Agnostic Front inauguró ese tipo de barbaridades con este, su disco debut. Pero hay que tener algo en cuenta antes de hacer semejante apreciación. En la época de su aparición todavía no estaban todas esas cosas establecidas como clichés del género. Entonces, lo que en los copiones es mera superficialidad, aquí es energía cruda y sin adulterar. Bombas como “Last warning”, “United and strong”, “Fascist attitudes” o el himno “Your mistake” (que ya inaugura la costumbre Hardcore de señalar con el dedo y echarle siempre la culpa a los demás) lanzan peligrosas esquirlas al tiempo que se erigen como vívidas postales de la vida en las calles de los barrios bajos de New York. Claro, los ecos de Minor Threat e inclusive de Black Flag (el tema que da nombre al disco tiene bastante de eso) se sienten fuertes y claros, pero esto es un nuevo comienzo para el Hardcore. Podrán adherir o no a la visión del género propuesta por Agnostic Front, pero la sinceridad y la personalidad única de “Victim in pain” está fuera de la cuestión.


-Pell Mell “The bumper crop” (1987)
Hoy en día hablar de Rock instrumental es casi sinónimo de Post-Rock y derivados de tan amplia definición. Claro, a fines de los ochentas dicho término no existía y los miembros de bandas como Mogwai o Godspeed You! Black Emperor ni siquiera debían haber escuchado a Sonic Youth. En cualquier caso, llamara así a la propuesta de Pell Mell sería un notable acto de holgazanería. Ok, está claro que, en el futuro, grupos como Tortoise o Grails tomarían bastantes cosas prestadas de esta gente, y que los flirteos con elementos de música ambiental, Kraut Rock y Dub aquí presentados serían moneda corriente en lo que luego se conocería como Post-Rock. Por otro lado, este inquieto cuarteto lejos estaba de las épicas construcciones sonoras y los rebuscados tratados de dinámica. Aquí hay canciones, ni más ni menos. Con estructuras discernibles y fluidez natural, con un trabajo instrumental excelso y cuidadoso (es posible encontrar infinidad de contrapuntos y estudiadas elaboraciones armónicas, pero el foco nunca está puesto en el despliegue instrumental si no en las composiciones), y con un instinto melódico que s encuentra en las antípodas de la constante búsqueda de disonancia del Math-Rock. Ante todo, estamos en presencia de un conjunto con una personalidad y un sonido únicos, capaz de condensar diversas influencias sin caer nunca en el mero zapping musical. ¿Quieren referencias? Podríamos hablar de la vieja tradición de Surf-Rock instrumental o de esa suerte de Funk-Punk patentado por los Minutemen. Podríamos mencionar también los momentos más cerebrales de Fugazi e inclusive algo de la desorbitada y ecléctica psicodelia Punk de Meat Puppets o Pixies. Y aún así estaríamos lejos, más aún si tenemos en cuenta que muchos de esos grupos fueron contemporáneos o posteriores al que nos ocupa. Un auténtico bicho raro dentro del universo rockero (editaron discos por SST, Matador e inclusive Geffen) cuyo legado se sostiene ante el paso del tiempo con el indestructible argumento de las buenas canciones y las ideas propias.


-DarkThrone “Plaguewielder” (2001)
¿Qué puedo decir de DarkThrone (dartron, para los amigos) que no se haya dicho antes? Probablemente nada. Y ahí está el chiste. Fenriz y Nocturno Culto son algo así como los Ramones o los Ac/Dc del Black Metal. Todos sus discos siguen pautas similares, no tienen interés alguno en salirse de su patentado primitivismo y, aún así, cada tanto sacan un disco que se destaca del resto por motivos nunca demasiado claros. Ok, no me olvido de sus comienzos Deathmetaleros, pero eso es como hablar de Ramones cuando todavía trataban de ser glamorosos. Ahora bien, habría que ser sordo o necio para negar la progresión que existió entre los trances oscuros, ruidosos y minimalistas de “A blaze in the northern sky” y la manifiesta adoración por Celtic Frost del disco que nos ocupa. Un cambio que se fue dando gradualmente y que en “Plaguewielder” se manifiesta en su totalidad. Machaques thrasheros, riffs simples, medios tiempos desprolijos, guiños Crustys, rebajes dumbetas y todo aquello que Tom Warrior y los suyos nos enseñaron antes de volverse góticos. Los temas pueden resultar un poco largos (ninguno baja de los cinco minutos) pero esa es otra de las características del dúo. El sonido es crudo, claro, pero en ningún momento deja de apreciarse la labor de los instrumentos. DarkThrone no necesita superproducciones pero tampoco son una bola de ruido. Y la simpleza de las composiciones no quiere decir falta de ideas, por el contrario, el arsenal riffero de los noruegos está para competirle a cualquier gimnasta de las seis cuerdas. En fin, esto es un claro caso de tómalo o déjalo, por lo que cualquier tipo de discusión es estéril.

-Isis “Panopticon” (2004)
La música de Isis propone viajes (mentales, espirituales y, a veces, físicos) y las imágenes que dichos viajes invoquen corren por exclusiva cuenta de cada oyente. Pero dejemos esto de lado, juguemos ala interpretación subjetiva y digamos que si el primer lp de los bostoniano (“Celestial”) remitía al cielo y el segundo (“Oceanic”) al mar, este “Panopticon”, con su casi paranoico concepto, representa su trabajo más político y, por ende, terrenal. Para lograr esta sensación de cercanía con el mundo que nos rodea, el grupo necesitaba dotar a su música de un aire de cotedaneidad ausente en sus discos previos. Así, la banda de Aarón Turner redefine su identidad manteniendo sus elementos típicos (canciones extensas, de desarrollos progresivos, ritmos lentos y climas que van de la calma psicodélica al estallido distorsionado) y sumando melodías que, tal vez por primera vez, apelan a las sensaciones más inmediatas. Esta vez las imágenes dejan de lado las abstracciones científicas y nos muestran la realidad de un mundo en decadencia sin rebusques innecesarios. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en la voz de Turner que, a pesar de sumar modalidades melodiosas, no abandona su característico gruñido, similar al de una gigantesca bestia. El caso es que aquí la bestia suena herida, vulnerable, casi humana. Humano, así se presenta Isis en “Panopticon”, con todo lo que esto implica y sin moralejas no dramatismos gratuitos. Casi como la vida misma.

-The Get Up Kids “Guilt Show” (2004)
Espíritu Beatle tamizado por la Mirada del Emo/Indie norteamericano de los noventas. De eso se trata este cuarto lp del quinteto sensible de Kansas, canciones agradables que apuntan directamente a las emociones. Y aciertan. A algunos podrá sonarle “blando” o “demasiado simple” pero el que no esboce una sonrisa con “Wouldn’t believe it”, quienes no muevan la patita con “In your sea” y aquellos cuyo corazón no se encoja con “Holy roman”, es porque están muertos en vida. A su vez, “Guilt Show” nos muestra a un grupo que logra adaptar sus influencias (la energía emotiva de Superchunk, la ironía de Pavement, la dulzura de R.E.M., la timidez nerd de Weezer y la melancolía Pop de The Cure) de tal forma que den a luz composiciones personales, en gran parte gracias a las melodías (tanto en las guitarras como en las voces) de Mathew Pryor y Jim Suptic y los teclados del ex Coalesce, James Dewees. Un excelente motivo para seguir creyendo en las buenas canciones.


-Today Is The Day “Kiss The Pig” (2004)
La historia de la humanidad probablemente esté signada más por sus defectos que por sus virtudes. Es difícil determinar si la actualidad que vivimos se inscribe entre los peores momentos de la misma, pues para ello hace falta una perspectiva histórica que sólo el tiempo es capaz de ofrecernos. Pero, sin duda, no son tiempos fáciles los que nos tocan vivir. Y, en ese contexto, uno siente la necesidad de música que sirva como catarsis para toda esa energía negativa absorbida durante interminables jornadas. Bueno, aquí está el octavo disco de Today Is The Day, ideal para gritar, rebotar contra las paredes, doblarse del dolor y transpirar hasta que la última gota de frustración haya abandonado nuestros cuerpos. Sólo necesitás cerrar los ojos, despojarte de prejuicios y dejarte llevar por esos ritmos a veces sincopados, a veces brutales, esas guitarras que van desde el riff aplastante hasta los ruidos más increíbles y disonantes, esa voz (la de su líder, guitarrista, compositor y productor, Steve Austin) que chilla, se dobla empapada de efectos, entona y parece siempre a punto de quebrarse por la tensión. Por supuesto, no se trata del mejor trabajo del grupo y podríamos alinearlo más con la virulencia de “In the eyes of god” que con la recargada elaboración de “Temple of the morning star” (su hora más refinada) o el doble “Sadness will prevail”, pero aún así se trata de un álbum sumamente intenso y personal, con una calidad que supera ampliamente a la media. ¿Mathcore? ¿Noise-Metal? Mmmmno, Today Is The Day escapa a las categorías y reparte influencias antes que recogerlas. Si ya los conocías, sabrás que esperar, en caso contrario no te pierdas a una de las bandas más importantes para entender el metal actual.


-Das Plague “Das Plague” (2006)
La marea se desata con “A un paso de la determinación”. Una base cambiante, riffs majestuosos y el viejo truco de combinar gruñidos graves y alaridos agudos. La tensión no decae ni por un segundo hasta toparnos con “Ritmos sincopados, sonidos de muerte”. Precisamente eso. Golpes trabados, guitarras que ensayan melodías Post-Rockeras pintadas de negro y una insistente sensación de angustia que no desaparece ni siquiera en el calmo último tramo del tema. Vuelven las aguas movidas con “La segunda regla” (¿Hablará sobre la menstruación?) y descubrimos que esta combinación de melodías guitarreras casi Emo, suciedad Crust, epilepsia rítmica y un oscuro sentido de la épica Post-Rockera funciona más que bien. Claro, no es que City Of Caterpillar no hubiera ensayado algo similar hace algunos años, pero Das Plague se mantiene con peso propio ante las comparaciones. La energía imbatible de “Mimesis” así lo demuestra. El riff principal te puede sonar de algún lado, el rebaje introspectivo seguido de la correspondiente explosión gradual podrá sonar a recurso remanido. Pero el resultado es tan efectivo, la emoción transmitida de forma tan descarnada y visceral que cualquier objeción desaparece. “La marea de piedras” despide este mini lp retomando las imágenes de gigantescas olas golpeándolo todo con fuerza inusitada y sin posibilidad de escapar. En definitiva, no es un derroche de originalidad ni un nuevo amanecer musical, pero dudo que encuentren un paralelo directo con quien comparar a estos barcelonenses. Y, ciertamente, la intensidad que manejan en estas cinco canciones basta para darles crédito.


-Deftones “Saturday night wrist” (2006)
Sin desmerecer a sus primeros trabajos (“Adrenaline” y “Around the fur”, que forjaron la personalidad del, por ese entonces, cuarteto), “White Pony” marcó un hito en la carrera de Deftones. Fue el disco que, a base de juegos de texturas y una sensibilidad muy particular, los elevó por sobre la meseta creativa del Nü Metal y les dio su propio lugar en el mundo de la música pesada. Si hasta Bill Gould (ex bajista y fundador de Faith No More) los considera la única banda de esa camada con algo para decir musicalmente. El homónimo sucesor de “White Pony”, sin ser un álbum desechable, fallaba en eso de seguir empujando la música del ahora quinteto hacia adelante. Y así llegamos a este “Satruday night wrist”, probablemente un nuevo hito en la discografía Deftoniana. Claro, los ecos del “White Pony” todavía resuenan, y así temas como el inicial “Hole in the earth”, “Beware” y “Cherry waves” mantienen esa típica estructura “comienzo intimista-estribillo distorsionado y emotivo”. Pero eso no es todo. La rabia vuelve a decir presente en “Rapture”, “Rats! Rats! Rats!” (ambos con ritmos secos y entrecortados y con el Chino Moreno estrenando una nueva tonalidad de chillidos mikepattonescos) y “Mein”, con uno de los mejores riffs de Stephen Carpenter y la voz invitada de Serj Tankian (System Of A Down) quien, por suerte, se mantiene dentro de un registro sobrio y melódico. ¿Quieren más? Ahí tienen la fragilidad de “Xerces”, las idas y venidas de “Combat”, las atmósferas de “Kim Dracula” y ese inquietante final con ”Riviere”, que va del clima soñador a una tensa disonancia, para desembocar en una pesadez desértica, casi Stoner. Y, claro, como dejar pasar las dos perlitas de esta placa: el instrumental “U, U, D, D, L, R, L, R, A, B, Select, Start” (arpegios cristalinos y arreglos abstractos a la Robert Fripp, sostenidos por una base inquieta) y esa suerte de Trip-Hop perverso y enfermizo llamado “Pink cellphone”, donde Annie Harim (de Giant Drag) desgrana una letra increíble con su voz cargada de sórdida sensualidad. Por supuesto, más allá de su evidente evolución, la trouppe del Chino Moreno mantiene intactos ciertos elementos que ya son su marca registrada: la voz fantasmal apoyada casi constantemente por coros y susurros, los sutiles arreglos del Dj Frank Delgado que no dejan ni un espacio sin rellenar, la pared de distorsión y las variadas texturas sonoras que genera la guitarra, el perfecto swing del batero Abe Cunningham y esa especie de reinterpretación en clave metálica y “moderna” (y con un corazón Hardcore/Skater) del Rock inglés más arty y emocional, con The Cure, Radiohead y My Bloody Valentine como influencias innegables. Sin bombos ni platillos, casi con un perfil bajo, los Deftones lograron una obra excitante, de gran belleza y profunda musicalidad, que deja en claro que las buenas canciones, el éxito comercial y la sofisticación artística no tienen por qué estar reñidas entre sí.

-Greg Graffin “Cold as the clay” (2006)
Olvídense de Bad Religion. Olvídense del Punk taquicárdico de melodías grandilocuentes y letras punzantes plagadas de términos académicos. Olvídense también de aquel “American lesion”, el debut solista de Graffin de 1997, esta es otra historia. Digamos que, si aquel era el típico “disco de divorcio post relación amorosa fallida”, este “Cold as the clay” es el álbum del viejazo, donde el profe Punk (no, nada que ver con el gordo Porcel, que en paz descanse rodeado de gatos y merca) nos cuenta historias de su infancia en tono rural y a ritmo de Country/Folk tradicional. Guitarras acústicas, bases cadenciosas, coros femeninos, banjos, slides y demás aditamentos típicos del género se suman a la característica voz del líder de Bad Religion, con ese tono siempre sobrio y emotivo. Las letras relatan postales casi costumbristas, protagonizadas por asesinos, perdedores anónimos y pequeños grandes héroes de la clase trabajadora, donde el buen Gregorio evita hábilmente caer en la conservadora reivindicación redneck que tanto abunda en el Country. En definitiva, una cara diferente de un artista que siempre tiene algo interesante para decir.


-Tragedy “Nerve damage” (2006)
Hay músicos que se preocupan incansablemente por alcanzar la perfección, tipos sesudos y obsesivos capaces de darle mil vueltas a una composición o interpretación hasta pulirla al máxima, inclusive corriendo el riesgo de asfixiar el alma de su creatividad en ese proceso. Bueno, Tragedy está en la vereda opuesta. Y no porque sean incapaces de dominar sus instrumentos (de hecho, suenan extremadamente compactos y lo suficientemente variados como para no aburrir) si no porque todo eso queda en un clarísimo segundo plano ante la visceralidad que transmiten sus canciones. Acá se nota que el fuego arde en sus entrañas. Por supuesto, contando el cuarteto con miembros de His Hero Is Gone, From Ashes Rise y Severed Head Of State (tres grupos imprescindibles para entender el renacimiento creativo del Crust), es de esperarse que esto no sea simplemente Hardcore podrido y sin imaginación. Este tercer álbum rectifica el sonido de Tragedy (que tiene raíces en el Crust pero no se priva de influencias ajenas al género como las de Bad Religon, Neurosis o At The Gates) y lo lleva un poco más allá con la utilización de pianos y guitarras acústicas y manteniendo siempre esos épicos punteos melódicos llenos de emoción que se funden sin problemas con los ritmos acelerados y las cascadísimas voces. A todo eso, súmenle letras de tono 100% anarquista, que eluden la superficialidad de tanto “Punky de postal” y el resultado es una auténtica bomba musical, que demuestra que todavía queda tela por cortar en el Crust.


-Clockcleaner “Babylon rules” (2007)
¿Noise-Rockers de rostros pálidos y con los ojos delineados? Bueno, poco sé de la estética que maneja esta gente pero, si tenemos en cuenta que Nick Cave (una especie de semidiós para la fauna darky) lideró alguna vez a los ruidosos The Birthday Party (que resultaron una innegable referencia para popes del Noise-Rock como Big Black o Scratch Acid), la cosa no sería tan extraña. Es más, un emblema del goticismo rockero como fueran los legendarios Bauhaus, ciertamente no le temía a las guitarras disonantes y los bajos mugrientos y desafinados. Así, este tercer disco encuentra a Clockcleaner despegándose parcialmente de la notable influencia que The Jesus Lizard ejercía sobre ellos, para dar lugar a climas aún más macabros y, obviamente, oscuros. Esto no significa que la propuesta se haya diluido, por el contrario, las guitarras raspan y se enroscan en un infierno de abrasivos tonos menores, el bajo gruñe amenazante como una bestia enjaulada, las bases nos ahogan con sus hipnóticas cadencias repetitivas y la voz se explaya es enfermizas disquisiciones de pura psicosis. Lo que se suma al ya de por sí explosivo cocktail del grupo son esos pianos, esas melodías fantasmales y esa especie de Blues desencajado y perverso que tiñe las canciones de un espeso aura de noctambulismo decadente. Por momentos, hasta resuenan fuertes ecos de los momentos más introspectivos y estancados de The Cramps, aunque aquí el sentido del humor sea mucho más extremo y desagradable. Si se están enganchando con esta suerte de revival Noise-Rockero, aquí tienen un más que destacado exponente, con un amplio conocimiento de la materia y la volunta de alumbrar (paradójicamente) las áreas más oscuras del género.

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Que recuerdos! Que posts mas emocionantes.