12 de septiembre de 2011

Review: Priapus "Air loom" (2011)

 Por Fernando Suarez.

-Priapus “Air loom” (2011)
No sé qué le están poniendo a sus aguas minerales las bandas de Grindcore de los últimos años pero, ¡cantinero, sírvame una ronda de eso! Ok, estos tres hijos de North Carolina pueden venir detrás de grandes luminarias del caos extremo como Pig Destroyer, Discordance Axis o Brutal Truth pero, ¿quién no? En última instancia, Priapus le pone la suficiente sal al asunto como para darle un sabor propio. Uno que atraviesa la lengua como un láser y tensa las mandíbulas como tenazas a presión. Uno que se entromete, con maliciosa seducción, en los centros de placer del cerebro y los pervierte en violentas sacudidas. Uno que no tiene nada que envidiarle a los riffs disonantes de Gorguts (o los de sus más modernos sucesores, como Ulcerate o Baring Teeth), al caos más urgente y refrescante del Powerviolence, a la histeria asfixiante del Mathcore más “core” y menos “math”, a la brutalidad envolvente de Suffocation o Cryptopsy, al filo inhumano y descarnado al mismo tiempo del Meshuggah más opresivo o al irrefrenable desparramo de violencia musical del mejor Nasum. Vamos, todas referencias que deberían hacer mojar las pantaletas de todo amante del buen Metal extremo que se precie de tal. Siendo sólo un trío básico de voz, guitarra y batería (siguiendo la tradición de las dos primeras bandas mencionadas más arriba), hay que decir que estos tipos se las arreglan para no dejar ni un mínimo resquicio de aire para respirar. Tal vez el hecho de que su baterista (Kevin Hedgecock) comparta su tiempo con los Deathmetaleros ultratécnicos de Malebolgia sirva para que se hagan una idea del grado de despliegue rítmico e hiperquinético en general habrán de encontrar aquí. Por otro lado, aquí no manda el mero exhibicionismo gimnástico (por suerte), sino la visceralidad más desgarrada y psicótica, el gritar hasta sentir las cuerdas vocales cortándose y los huesos del pecho resquebrajarse, el incesante y vertiginoso fluir de visiones surrealistas atacando y dando oxidadas mordidas a los sentidos. En fin, todo ese martilleante y agotador poderío que hace que el Grindcore nos guste tanto.