9 de noviembre de 2010

Reviews


Por Fernando Suarez.

-Against Your Society “Eroded by the breeze” (2010)
Haciendo gala del tiempo verbal preferido del Hardcore (la segunda persona acusadora), estos cuatro muchachos oriundos de Alemania se han bautizado plantándose “en contra de TU sociedad”, como si ellos no pertenecieran a la misma. El tema es que, a lo largo de los trece temas que componen esta tercera placa, destilan tal grado de rabia y convicción que no me atrevería siquiera a comentarles mi desacuerdo con dicha posición. Para peor, no sólo manejan a la perfección esa intensidad visceral y desbocada que hace que el buen Hardcore sea tan contagioso y energizante, sino que encima se animan a plantear una forma bastante personal de encarar el género. No es que estén reinventando la rueda, ojo, pero conjugar la impronta oscura y apocalíptica de Integrity con el caos emocional de Give up The Ghost y Shai Hulud, el nervio rockero y salvaje de The Hope Conspiracy y rastros de clásicos Straight Edge como Judge o Youth Of Today, no es moco de pavo. Varios de los riffs tienen un cierto regusto metálico (a veces más machacante, a veces más Sabbathero) al tiempo que se permiten un vuelo y una profundidad de texturas que roza lo psicodélico e inclusive en el plano rítmico se percibe una versatilidad que no le teme siquiera a un groove más bien denso y monolítico. Si hasta hay lugar para sinuosos arpegios, punteos y arreglos de guitarra que exhiben un costado melódico sumamente oscuro y emocional que, no obstante, no hace más que complementar la virulencia casi constante de la placa. Con esto quiero decir que no esperen encontrar aquí una repetición de modismos y esquemas utilizados hasta el hartazgo, AYS (como para evitarnos problemas y, de paso, homenajear a la épocas en que todos los grupos Hardcore usaban siglas en sus nombres) demuestra que el que busca encuentra y que lo único que se necesita para traer a la luz ideas frescas y personales es la voluntad de hacerlo. Y si encima vienen con semejante nivel de energía, el premio es doble.


-Autopsy “The tomb within” (2010)
Si algo le faltaba a este revival de la vieja guardia Deathmetalera para estar completo era la vuelta de Autopsy, un grupo que recién en los últimos años ha recibido el reconocimiento que se merece por discos clásicos como “Severed survival” o “Mental funeral” y por esa impronta única para combinar simpleza, mugre, brutalidad y climas tan densos y enfermizos que pondrían verde de envidia al más barbudo integrante del catálogo de Southern Lord. Por ahora, esta reunión (que cuenta con la formación original a excepción del bajo, un puesto siempre esquivo en el grupo, que en esta ocasión es ocupado por Joe Trevisano, miembro de los disueltos Abscess, así que todo queda en familia) nos legó un single (“Horrific obsession”), un compilado de demos, ensayos y tracks en vivo (“Awakened by gore”) y este sublime ep de cinco temas que nos deja ansiosos, babeando como mogólicos en celo esperando por un larga duración que verá la luz recién en 2011. La faena (que no tiene nada que ver con Alan, al menos que yo sepa) arranca a puro tupá-tupá y riffs embarrados con el tema que da nombre a la placa y cuando entran esos solos slayerosos y desquiciados uno ya está rendido a sus pies. Pero cuando llega el obligado rebaje dumbeta y las paredes comienzan a derretirse en una orgía surrealista de sangre y huesos, allí sobreviene un éxtasis insuperable. Le sigue “My corpse shall rise” que, precisamente, suena como la perfecta representación musical del andar de un zombie: lento, cadencioso, putrefacto y con ocasionales arranques de violencia homicida. Por si hace falta aclararlo, los riffs son gordos y jugosos, demostrando que no hace falta apilar un montón de notas al pedo para alcanzar logros destacados en el campo de la excelencia. Hasta Chris Reifert (eterno líder, cantante y baterista de la banda) ensaya algunas variantes a su inconfundible gruñido, logrando incrementar así las atmósferas de pegajosa y envolvente locura. Llega “Seven skulls” con un medio tiempo amenazante sobre el cual se alternan guitarras disonantes y riffs tan obesos y malvados que harían que Tom Warrior derrame una lágrima de admiración. Aquí queda también claro que, más allá del enorme talento a la hora de escribir riffs, el fuerte de Autopsy está en las canciones mismas que nunca pierden de vista el gancho ni la intensidad. Si quieren otro buen ejemplo de ello, “Human genocide” lo proporciona con su ritmo frenético, sus alaridos desesperados y esos riffs que se abren paso dentro de las entrañas sin ningún tipo de concesión o refinamiento. El final viene de la mano de “Mutant village” y sus casi seis minutos de alucinaciones sórdidas y moribundas a tempo de Doom podrido, nauseabundo y mareador. Un broche de oro perfecto para un entremés delicioso y adictivo. Escucha obligatoria para cualquier fan del Death Metal que se precie de tal.


-Cinder “De principio a fin” (2010)
Las despedidas podrán ser dolorosas pero son el curso de acción más honesto para seguir cuando un ciclo está finalizado. Y la honestidad tal vez sea el atributo que más se destacó en los nueve años de carrera de Cinder. El hecho de que titularan a su primer recopilatorio de material viejo “Two years of ripoffs and circle pits” (editado en 2005) ya nos da una buena idea de ello. “De principio a fin” sirve como última despedida de los barceloneses y aglutina los ep’s “Barcelona” (que contenía viejos temas regrabados más uno inédito) y “So hard to learn”, más los temas correspondientes al split con Reconcile, quienes, precisamente, se encargaron de la edición en Argentina de este trabajo a través de su sello, Varsity. Por si hace falta aclararlo, esto es Hardcore de pura cepa, ideal para saltar, cantar a los gritos con los puños en alto y descargar toda la energía negativa en forma positiva. Las bases del quinteto están en clásicos como Minor Threat, Youth Of Today y Gorilla Biscuits, lo cual no será muy original pero está hecho con tal frescura, clase y convicción que resulta prácticamente irresistible para cualquiera que aprecie el género. Por otro lado, la calidad de sonido que han logrado y el espacio que han dejado para melodías y arreglos un tanto más elaborados, los pone en sintonía con nombres como Bane, Stay Gold o el primer Comeback Kid, o sea la reinterpretación moderna (por así llamarla) del viejo espíritu Youth Crew. Si hasta se permiten un breve pasaje de Reggae (en “De tu agua no beberé”) que uno no puede más que asociar a los inmortales Bad Brains. En fin, las referencias son claras, aquí no se trata de hacer experimentos raros ni nada por el estilo, sino de contagiar toda la adrenalina que quepa en unos pocos acordes de la forma más urgente posible. En ese sentido, “De principio a fin” da justo en el blanco y hace que nos lamentemos por la partida de un destacado exponente del Hardcore contemporáneo.


-Foetus “Hide” (2010)
Con el 2010 a un lustro de despedirse, ya podríamos decir que se trató de un año más que saludable para la Música Industrial en general. Proyectos como The High Confessions y Circle Of Animals (ambos conformados por gente de bastante trayectoria en el underground rockero en general), destacados trabajos de agrupaciones más jóvenes como Bipol o Zeller y los festejados regresos discográficos de leyendas como Nitzer Ebb, Front Line Assembly y Killing Joke son algunos de los hechos que sustentan dicha afirmación. Y si algo faltaba para que el año termine en lo más alto era un disco nuevo de Foetus. Claro, una vez más habría que aclarar que el término Industrial puede quedar un tanto corto a la hora de describir la música creada por el gran J.G. Thirlwell. Digamos que los ampulosos coros, las grandiosas orquestaciones y los ocho minutos y medio de tensión tridimensional y cinemática que abren la placa en “Cosmetics” ya dejan en claro que aquí hay una visión musical superlativa, de esas que traspasan límites y generan constantes hitos artísticos a su paso. El mismo Thirlwell ya venía anticipando este décimo álbum (sin contar compilados, discos de remixes, colaboraciones, discos en vivo, etcétera) como un “disco conceptual Neo-Sinfónico-Avant-Psicodélico informado por la cultura del miedo” y yo bien podría dejarlos con esa cita y cerrar acá mismo el comentario, pues eso es, ni más ni menos, lo que encierran estas impresionantes diez nuevas composiciones. Como siempre, nuestro héroe se las arregla para incorporar una vasta gama de influencias y sonidos (elementos sinfónicos y operísticos manejados con clase y buen gusto, espesa y deforme Psicodelia, una sensibilidad que roza el Pop más refinado, la necesaria cuota de empuje visceral, los infaltables samples y ruiditos varios, intrincadas elucubraciones de Música Concreta y hasta toques de Jazz, Flamenco y Western, entre otros) y fundirlos, con una soltura y una naturalidad pasmosas, a su inconfundible impronta, siempre punzante y maliciosa. De esta forma, uno prácticamente olvida el eclecticismo ya que cada mínimo arreglo, cada exploración (y aquí hablo tanto del aspecto sonoro como del rítmico, el melódico y el armónico) y cada intrincada vuelta de tuerca está puesta al servicio de un todo más grande y no como un mero juego de zapping musical o una forzada pose freak. Sinceramente es increíble que, luego de casi treinta años de carrera ininterrumpida y afiebrada (chequear sus varios proyectos paralelos y su discografía siempre cambiante y ávida de nuevas formas de expresión) este tipo sea capaz de entregar una obra de semejante magnitud, de una riqueza musical que deja en ridículo a la gran mayoría del Rock en general y, al mismo tiempo, de una intensidad que va más allá de los decibeles o los efectismos sónicos. Esto es Música con mayúsculas, un viaje profundo, escabroso y convulsionado que se escapa de los parlantes y se corporiza, envolviendo al oyente y atrapándolo durante todo su desarrollo hasta dejarlo agotado y extasiado al mismo tiempo. Háganse un favor a ustedes mismos y denle, al menos, una oportunidad.


-Julie Christmas “The bad wife” (2010)
Es linda, talentosa y perturbadora. Lidera con su personal voz una de las bandas de Rock más interesantes de la actualidad (Made Out Of Babies) y formó parte de dos excepcionales proyectos (Battle Of Mice y Spylacopa) junto a miembros de Isis, Red Sparowes, Candiria y The Dillinger Escape Plan, entre otros. Por otro lado, a veces tanto histrionismo sufrido, tanta poesía confesional y traumática resulta exasperante y uno se termina preguntando qué tanta diferencia hay entre esto y el tan vapuleado Nü-Metal, en especial si tenemos en cuenta que los primeros pasos de Made Out Of Babies exponían más de una deuda con lo hecho por Human Waste Project, una de las tantas bandas del género que quedó sepultada injustamente en el olvido. El punto es que uno debe estar dispuesto a creer en el viaje a priori, despojarse de prejuicios y abrir el corazón a ese sufrimiento melodramático y espinoso. En ese sentido, este debut solista de Christmas cumple con todas las expectativas que uno pudiera tener de antemano conociendo su currículum y sus capacidades, tanto vocales como compositivas. El tono general es claramente oscuro, enmarañado, tenso, malicioso e intoxicante. Las canciones se mueven entre espesas letanías construidas sobre ritmos cadenciosos, delicados rasgueos y sutiles arreglos, y volcánicos estallidos de intensidad distorsionada que resquebrajan tanto la tierra como el alma de sus habitantes. En todas ellas, como era de esperar, brilla la voz de Julia Navidad, enroscándose sensualmente en melodías envenenadas, interpretando a los sórdidos personajes que se escapan de su psiquis, flotando con dulzura en remansos de lacerante belleza y explotando con una intensidad que pone la piel de gallina y paraliza los sentidos. Pero también es destacable la cuidadísima labor de instrumentación, conjugando texturas y sonoridades varias (pianos, vientos, samples) con un nervio rockero pero versátil que funciona como marco ideal para las retorcidas elucubraciones de la cantante. Como referencia, habría que decir que este material se acerca más al Post-Metal elegante y telenovelesco de Battle Of Mice que al Noise-Rock monolítico de Made Out Of Babies, con lo cual nuestra muchacha tiene aquí la posibilidad de explorar una gama bien amplia de variantes, siempre dentro de los mencionados parámetros de oscuridad y desgarro emocional. Si ya la conocían, sabrán que es casi imposible escapar de su poder de seducción, si no, he aquí una excelente oportunidad para descubrir a una de las artistas más atractivas (en todo sentido) de la actualidad rockera.


-Kimmo “Bolt and biscuit” (2010)
Probablemente por culpa de infinidad de directores de cine pretenciosos, aburridos y superficiales hasta las lágrimas (prácticamente todos los que se pueden enrolar en lo que se conoció alguna vez como Nouvelle Vague), con el tiempo he desarrollado un notable prejuicio contra casi toda forma de arte proveniente de Francia. El problema (por así llamarlo) es que si un grupo, de entrada, me tira como referencias a nombres como Fugazi, Drive Like Jehu, Hoover, June of 44, The Jesus Lizard, the Ex, 31Knots y Black Flag, me obliga a comerme doblados dichos prejuicios y, al menos, darles una oportunidad. Para peor, a lo largo de este larga duración debut de Kimmo, descubro que las influencias están bien señaladas e interpretadas, con lo cual no me queda otra que sacarme el sombrero y reconocer, no sin cierta vergüenza, mi error. De todas formas jamás voy a lograr mantenerme despierto viendo ninguna película de Godard. En fin, volviendo a Kimmo, lo que aquí tenemos son doce temas construidos en la más pura tradición noventera de conjugar el nervio tenso y emocional del Post-Hardcore, la enfermedad disonante del Noise-Rock y la angularidad rítmica y riffera del Math-Rock. No es que derrochen originalidad pero, gracias al intenso trabajo vocal (a cargo de una chica y un chico), a la inteligente interacción de las guitarras (donde también se nota que han escuchado su buena cuota de Sonic Youth) y a la energética versatilidad de la base rítmica, estos franchutes se las arreglan para dar a luz un material personal, imaginativo, dinámico y recubierto de una potencia sabiamente controlada y dosificada. Por momentos la cosa se puede poner oscura, introspectiva y casi sórdida, en otros estalla la adrenalina e invita a danzas frenéticas y epilépticas (nada mejor que jugar a Guy Picciotto en la soledad del hogar), y siempre hay lugar para apreciar esa musicalidad visceral y refinada al mismo tiempo. En fin, el cine francés sigue siendo basura intragable y sin sustancia para mis gustos pero, en lo que hace a Rock guitarrero y noventoso, el asunto no viene nada mal.


-Krieg “The isolationist” (2010)
Titular a un disco de Black Metal “el aislacionista” es casi como colocarlo en una sub-categoría específica dentro del género. Me refiero, claro, a aquella fundada por Burzum y continuada en algún momento por destacados exponentes americanos como Xasthur, Draugar o Leviathan, aquella que suele apuntar más bien a sensaciones de misantrópica alienación y asfixia antes que a épicas descargas satánicas y que, por lo general, se presenta en la forma de proyectos unipersonales, hecho que acrecienta la idea de aislamiento. Los entendidos en la materia sabrán que Krieg no es un proyecto unipersonal (aún cuando siempre contaron con el férreo liderazgo de un señor conocido como Imperial) pero aún así, con este primer larga duración luego de su reformación en 2007, no sería descabellado asociarlo con los nombres mencionados más arriba. De hecho, el mismo Wrest (mentor de Leviathan y Lurker Of Chalice) es encargado de tocar el bajo en “The isolationist”, y tanto él como Imperial forman parte del supergrupo Twilight junto a Aaron Turner (ex líder de Isis), gente de Nachtmystium (donde también han colaborado, en algún momento, ambos) y Sanford Parker (también integrante de Nachtmystium, así como de Minsk, The High Confessions, Circle Of Animals y varios proyectos más) que, justamente, oficia aquí como productor. Con todos estos datos, queda más que claro que Krieg no tiene problemas en renacer aliado a las corrientes más modernas y vanguardistas del Black contemporáneo. No por nada compartieron un ep, el año pasado, con los Post-Black de Caïna. De todas formas, la propuesta del cuarteto no va por los carriles del “Post-Algo”, sino que más bien se erige como una puesta al día del sonido más abrasivo y tradicional que practicaran en sus primeras entregas. Aquí hay variedad rítmica (pasajes tribales, ominosos medios tiempos, rebajes cercanos al Doom) pero predominan los tempos acelerados, hay lugar para samples, teclados psicodélicos y espesas texturas sónicas pero siguen mandando esos envolventes, mugrientos y temblorosos riffs empapados de reverb, se hacen presentes extraños juegos de producción y arreglos de neto corte experimental pero siempre puestos al servicio de amplificar el odio, la maldad, la desolación y la opresión que transmiten las once canciones. No esperen remansos Post-rockeros ni acercamientos al Shoegaze, no esperen reflexión ni mesura de ningún tipo. Krieg sólo utiliza los elementos actuales que sirvan para expresar energía negativa y malas vibraciones. En ese sentido no es tan extraño percibir, en lo que hace a empleo de samples, disonancias, ruido y atmósferas opresivas, una fuerte influencia de grupos como Swans, Godflesh, Whitehouse o Killing Joke. Y la verdad es que trasladar esas influencias a un contexto Blackmetalero no es sólo una buena idea, es algo casi necesario. Más para un grupo como Krieg que, mal que le pese al público más true y elitista, nunca había logrado destacarse del todo en el pasado. El salto de calidad, intensidad e imaginación expuesto en “The isolationist” es notable y lo consagra como uno de los mejores discos de Black Metal en lo que va del año.


-Make Do And Mend “End measured line” (2010)
No sé a ustedes pero a mí hay pocas cosas que me resulten tan gratificantes como poder emocionarme plenamente al escuchar un disco. Pocas cosas realzan tanto mi espíritu como sumergirme de principio a fin en un trabajo plagado de canciones capaces de tocar fibras sensibles en mi corazón. Después de algunos ep’s y splits, Make Do and Mend llega al larga duración y lo hace con tal convicción, con tal pasión que cualquier tipo de análisis se me hace superfluo. Sí, siguen teniendo a Hot Water Music como principal referente y, como ellos, manejan a la perfección el arte de componer imbatibles himnos de sensibilidad desgarrada. Y, al mismo tiempo, se apoderan con tal intensidad de ese estilo (riffs elaborados, bases dinámicas, melodías vocales tremendamente emotivas y gancheras, cantadas con voz grave y pedregosa) que la mera idea de tildarlos de clones despersonalizados resulta risible. Los rótulos no le hacen justicia a “End measured line”, no porque se trate de material experimental o extravagante, sino porque términos como Post-Hardcore, Punk-Rock o Emo no alcanzan para explicar el poderío emocional de estas diez canciones. Cada una de ellas es una breve pintura de la vida cotidiana, de sus emociones, de sus decepciones, regocijos, claros y oscuros. Aquí no hay despliegues de delirio compositivo, gestos exagerados ni poses artificiales. Los músicos de Make Do And Mend simplemente dejan que sus canciones hablen por ellos. Y ellas dicen tantas cosas, tan importantes, tan certeras que se meten de prepo debajo de la piel hasta raspar el alma y despojarla de cargas innecesarias. Por supuesto, la experiencia puede resultar dolorosa por momentos, en eso reside parte de su encanto y su honestidad, pero, en última instancia, inyecta una energía tal que desvanece cualquier atisbo de autocompasión, abulia o nihilismo. Ustedes sabrán disculpar si mis palabras no son lo suficientemente claras, es lo que me suele suceder cuando un disco me emociona de forma tan profunda.


-Mares Of Thrace “The moulting” (2010)
En otras épocas hubiese resultado sumamente curioso y sorprendente toparse con un dúo de chicas dispuestas a sumergirse en las espesas aguas del Sludge más abrasivo, hoy en día ninguna de esas dos particularidades (la femineidad y la formación de dúo) resultan demasiado novedosas en el Metal extremo en general. En ese sentido, destacar a Mares Of Thrace sólo por esas cuestiones sería un acto de notable superficialidad. Ok, Stefani MacKichan aporrea los tambores con la fiereza de una estampida de mamuts, Thérèse Lanz gruñe como una bestia herida y dibuja monolíticos riffs que hacen temblar la tierra, y ambas son capaces de generar libidinosas fantasías en las mentes de la platea masculina pero, a esta altura, con eso no basta para destacarse en una actualidad metálica plagada de bandas que le prenden velas a los altares de clásicos como Neurosis, Eyehategod, Melvins o Godflesh. Claro, Lanz no sólo sabe gritar, también tiene sus momentos de dulzura melódica pero no es nada que no hayamos escuchado antes en grupos liderados por chicas como Jucifer, Made Out Of Babies o los pioneros Crisis. Por otro lado, estas canadienses también admiten una fuerte influencia proveniente del Noise-Rock, en especial Unsane y The Jesus Lizard, pero hasta ese sonido se ha vuelto moneda corriente en los últimos años, en especial en conjunción con el mencionado Sludge y cierta crudeza cercana al Crust. De todas formas, el material es correcto, las canciones son contundentes, los riffs tienen sus momentos de interés y las interpretaciones se sostienen con la suficiente solidez como para que la despojada formación de dúo no represente ningún problema. El asunto es que, al indagar más profundamente, es poco lo que se encuentra. Todo parece estar en su lugar y ciertamente las chicas supieron captar los sonidos “cool” del underground extremo contemporáneo con innegable maestría pero dejan una importante deuda en lo que hace a intensidad y sustancia. Uno podría decir que la culpa no es de ellas sino de un estilo que se ha saturado hasta el hartazgo, como ha sucedido con tantos otros. Tal vez sea ese el caso pero aún así no puedo evitar un aire a forzada artificialidad a lo largo de los diez temas que componen la placa. Es una pena admitirlo pero da la sensación de que todo este espectro Doom/Sludge/Post-Metal/Noise-Rock (con las siempre saludables excepciones) se ha transformado en lo que hace poco fue el Metalcore y antes de él el Nü-Metal. No obstante, si son fervientes seguidores del estilo y no tienen demasiadas pretensiones, “The moulting” no los defraudará.


-Neil Young “Le noise” (2010)
Sólo este gran hombre, su corazón de oro y su guitarra. Y no, aunque uno esperaría aquí un disco acústico, no se trata de eso (hay dos excepciones a esta norma pero ya llegaremos allí). Neil enchufa su alma a su Les Paul y nos canta preciosas melodías envuelto en océanos de distorsión, feedback y reverberancias, ayudado sólo por la mano sabia del productor Daniel Lanoise (su apellido aportó el pequeño chiste en el título del disco) y demostrando que, después de cincuenta años de carrera ininterrumpida, todavía guarda algún as bajo la manga. Vamos, ¿cuántos tipos con su trayectoria conocen que se animen a adentrarse sin miramientos en terrenos vírgenes de experimentación sin por ello perder su sello distintivo? Y el sello distintivo es su emotividad cándida y sangrante al mismo tiempo, es esa voz inigualable que transforma lo cotidiano en sublime, es ese gesto adusto que observa el mundo a través de los sentimientos más profundos y lo traduce en canciones tan áridas como perfectas. Exceptuando las bellísimas “Love and war” y “"Peaceful valley boulevard" (dominadas por la guitarra acústica y absolutamente despojadas de cualquier tipo de artificio, dos certeros golpes al corazón entregados con el espíritu al desnudo), los seis temas restantes encuentran al abuelo del Grunge explayándose en densas texturas sónicas, fantasmales acordes que retumban hasta el infinito, rasposos y monolíticos riffs cargados de una mística envolvente y elevadora, cavernosos gemidos eléctricos que no necesitan de ningún acompañamiento para sobrecargar el aire de urgencia y emotividad al rojo vivo. Pero lo mejor es que, debajo de ese intrincado marco sonoro, el viejo Neil no hace más que cantar algunas de las canciones más sentidas de su vasto repertorio, composiciones que podrían competir sin problemas con sus clásicos más festejados y salir airosos de semejante desafío. Mr. Young puede dormir tranquilo sabiendo que no sólo está a años luz de cualquiera de sus compañeros generacionales (y de muchos de las generaciones siguientes), sino que el fuego que arde en sus entrañas no se extinguirá jamás. “Le noise” es una excelente prueba de ello.


-Off With Their Heads “In desolation” (2010)
Por lo general, cuando uno habla de Punk-Pop o Punk melódico, la mayoría de la gente suele pensar en bandas como Green Day o Blink 182, en melodías soleadas montadas sobre bases ramoneras o, en muchos casos, en una alegría californiana un tanto superficial. Bien, Off With Their Heads vienen de Minnesota y adhieren más bien a otra forma de Punk-Pop, una que (a grandes rasgos) va desde Hüsker Dü y Leatherface a Dillinger Four y Against Me!, una que pone al frente una emotividad cruda y desgarrada, que utiliza las lindas melodías como liberación antes que como escapismo y que, ciertamente, poco tiene que ver con conflictos de adolescentes cuya única preocupación es montarse sobre una tabla de skate. Y no es que haya nada de malo en eso (gracias Seinfeld) pero marcar las diferencias no es discriminar (gracias E.D.O.). Off With Their Heads debuta en Epitaph Records con su segundo larga duración (sin contar compilados) y en el encontrarán, ni más ni menos, que poco más de media hora de puro Punk-Rock adornado con melodías y riffs tremendamente gancheros, cargado con bases explosivas y directas, y rebosante de una sensibilidad visceral, de una amargura que troca la autocompasión por una energía contagiosa y, ante todo, adulta. Ojo, dije adulta y no aburguesada, que no es lo mismo. Muchas de las melodías vocales, de hecho, tienen un aire más cercano al Folk que al Pop (a veces se percibe algún tufillo a Social Distortion), lo cual no hace más que acrecentar el aire adusto y melancólico de las composiciones. Por otro lado, la potencia instrumental y el tono rasposo de la voz de Ryan Young (líder del grupo a través de sus varios cambios de formación) mantienen en todo momento el salvajismo y la urgencia que prácticamente definen al Punk en general. En última instancia, se trata de Rock, simple pero no burdo, emotivo pero no Emo, energético pero no extremo, personal pero no experimental. Doce canciones ideales para ahogar cualquier tipo de pena a pura electricidad.


-The Crinn “Dreaming Saturn” (2010)
Luego de calentar los motores con dos ep’s (“Kills curiosity” y “The Crinn”, editados en 2006 y 2007 respectivamente), The Crinn finalmente llega al larga duración y lo hace con los dedos y la locura intacta. Las enroscadas notas iniciales de “Incipience” ya anticipan una maduración con respecto al Mathcore frenético de los mencionados ep’s y, a lo largo de todo “Dreaming saturn”, se hace claro que el cuarteto ha expandido y complejizado su sonido hasta eludir cualquier tipo de encasillamiento facilista. Ojo, no es que hayan perdido el filo, ciertamente hay pasajes donde todavía brilla la influencia de unos Dillinger Escape Plan (por ejemplo), en especial en lo que hace a riffs delirantes y punteos psicóticos. Pero también se suma algo de Meshuggah para los medios tiempos trabados, mucho de Atheist en las estructuras y las voces chillonas, algo de Opeth (despojado de dramatismo gótico, claro) en los remansos más elegantes, el inevitable guiño a Mr. Bungle en ciertos cambios de ritmo y escalas exóticas, laberintos de dedos y ritmos que toman el legado que va desde King Crimson a Dysrhythmia, y un persistente clima de profundidad espacial que me remite fuertemente al legendario “Spheres” de Pestilence. O sea, Metal Progresivo en su punto más frenético, intrincado, riffero (el trabajo del guitarrista Cole Leonard es para sacarse el sombrero. O sea, el tipo no tiene ni idea de lo que significa un silencio pero rellena todo con tal inventiva y destreza que no deja lugar para objeciones) y extremo. Algunos inclusive lo llaman Math-Metal y, si dicho rótulo incluye también a nombres contemporáneos como Collapsar, Lye By Mistake, Between The Buried And Me o los mencionados Dysrhythmia, entonces la cosa no está mal rumbeada. Desde ya, olviden todo lo que sea referente a gancho o canciones con estructuras claramente definidas, aquí manda más bien una especie de flujo constante de información que parece conformar una única composición de cuarenta y cinco minutos dividida en nueve partes. Nerds musicales y amantes de todas las cosas difíciles y complicadas, aquí tienen un bocado para atragantarse de placer.

1 invocaciones del cosmos:

autopsy sigue siendo brutal y podrido.

mares of thrace son increiblemente corrosivas, y ademas hermosas, ajaja