19 de abril de 2010

Reviews

Por Fernando Suarez.


-Breadwinner “Burner” (1994)
Más que eslabón perdido, Breadwinner podría ser considerado el eslabón olvidado del Math-Rock. Por algún motivo que desconozco, estos oriundos de Richmond nunca recibieron por parte de la prensa especializada (¿prensa qué?) el mismo tipo de reverencia que algunos de sus contemporáneos y seguidores como Bastro, Don Caballero, Slint o Rodan. Nacidos en 1990, el legado entero de Breadwinner está compilado en este disco póstumo. No se trata de cantidad (son sólo nueve temas en veinte minutos), si no de calidad. Las canciones son breves pero en ellas suceden tantas cosas que no hay necesidad de estirarlas al pedo. “Burner”, grabado por Steve Albini, es casi un catálogo de casi todos los riffs contracturados y los ritmos angulares que generaciones futuras de nerds con corazón Punk utilizarían en su música. Inclusive hay lugar para cierto filo metálico que demuestra de dónde sacaron sus ideas bandas como Watchtower, Confessor, Meshuggah, Dysrhythmia o las de Mathcore en general. Sólo con una formación básica de guitarra, bajo y batería, estos tipos eran capaces de pintar los más intrincados paisajes musicales sin por ello bajar ni por un segundo el nivel de intensidad. La guitarra y el bajo se trenzan en duelos de riffs y contrapuntos laberínticos, mientras la batería sostiene todo con un sentido del swing tan sutil como enfermizo. La sensación general es la de una tensión de dientes apretados que nunca se corta del todo, predominan los medios tiempos pero es imposible intentar un headbanging coherente con estos patrones rítmicos. En fin, estoy hablando de un clásico indiscutible que suele pasar por debajo del radar de los medios, inclusive los que se supone que saben del tema. Si alguna de las bandas antes mencionadas son de su agrado o, simplemente, si aprecian el Rock que conjuga con maestría virtuosismo, potencia, imaginación y crudeza, esto es material sencillamente indispensable en sus discotecas.


-Rainbow Of Death “Rainbow of death” (2007)
Monarch! es un cuarteto francés que, desde hace ocho años, se dedica a entregar una cruda combinación de acoples y lentitud Sludge, minimalista ruido Drone y asfixiantes alaridos Blackmetaleros, todo envuelto en una estética desprolija y de aires infantiles. Rainbow Of Death sería algo así como el negativo exacto de Monarch!. Con una estética similar (inclusive usan como logo una versión de las cuatro barras de Black Flag adornadas con un corazoncito sangrante), casi los mismos integrantes (voz, bajo y batería se repiten en ambos grupos) y la misma aspereza sonora, dejan de lado los tempos aletargados y los climas opresivos y los reemplazan por una velocidad salvaje y desbocada, y un desparpajo sumamente frenético. Con el mismo sonido primitivo y saturado de siempre, apiñan trece estallidos en diez minutos, donde conviven sin problemas el Hardcore, el Grindcore, el Powerviolence y hasta algún que otro guiño al Rock And Roll más cavernícola. La guitarra vomita riffs básicos que suenan como una motosierra cortando carne humana, envuelta en incontrolables acoples y feedback. La batería se apura para seguir el ritmo vertiginoso de las canciones y la voz (a cargo de Emilie Bresson, también conocida como Eurogirl. Sí, es una chica) aúlla, chilla, se retuerce de dolor y hasta se permite modismos menos extremos y más afines al viejo y querido Punk-Rock. En fin, no es ninguna revolución (Monarch! tampoco lo es, si vamos al caso) y si buscan valores musicales elevados están meando afuera del tarro. Si sólo están buscando una breve descarga de adrenalina y diversión violento, no lo pueden dejar pasar.


-The Killing “Día del enemigo” (2008)
The Killing debutó en 2005 con un aceptable pero no muy brillante ejercicio de Grindcore Napalmdeathero en aquel “América sangrienta”. Tres años después, “Dïa del enemigo” nos muestra el innegable crecimiento del grupo, al menos en el plano musical (en lo que hace a las letras, todavía falta encontrar una vuelta de tuerca un tanto más personal y elaborada. Y no es que les esté pidiendo que sean Shakespeare, pero contando el Grindcore con grandes letristas como Barney Greenway, J.R.Hayes, Kevin Sharp o Jon Chang, sería una pena no aspirar a ese nivel) que, en estos casos al menos, es el que más importa. Desde ya, la impronta de Shane Embury y los suyos sigue diciendo presente pero se suman nuevas variantes rítmicas y un mayor empleo de alaridos agudos que le dan otro sabor a la cosa. Hasta en los riffs y las estructuras de las canciones se percibe una voluntad, todavía no desarrollada del todo pero aún así bien clara, de búsqueda creativa siempre en función de la agresión más despiadada y enferma. Al fin de cuentas, esto sigue siendo Grindcore de pura cepa. Aunque, ¿cuántos grupos del género conocen que se animen a versionar a Pink Floyd sin quedar mal parados? En efecto, The Killing se mete con “In the flesh” y, a base de alaridos desgarrados y arreglos casi Industriales, se las arregla para acrecentar el clima opresivo del tema. En fin, Argentina tal vez no sea el país más amigable para el Grindcore en general, y todavía están faltando bandas que se animen a encarar propuestas más audaces dentro del género, pero este portentoso “Día del enemigo” puede llegar a ser un buen comienzo.


-Avernal “Miss Mesías” (2009)
Con diecisiete años de carrera sobre sus espaldas, Avernal no sólo es la banda más longeva del Death Metal vernáculo, también es la más inquieta. Claro, lo de Death Metal, a esta altura, suena a poco a la hora de describir la propuesta del quinteto. Ni siquiera estoy seguro de que un término como Death N’ Roll sea suficiente. “Miss Mesías” es el quinto disco del grupo y en él encontramos, al fin, un sonido (claro y potente sin perder de vista la necesaria cuota de pudrición y mugre extrema) que le hace justicia a sus canciones. Y eso no es todo. La voz de Christian se manda de cabeza y sin complejos a probar nuevas variantes para escapar de la monotonía de las habituales voces de monstruo, que tampoco faltan, claro. Lo interesante es que, al bajar el extremismo en el terreno vocal, han ganado no sólo en variantes, si no también en intensidad y furia. Por supuesto, todavía quedan aristas por pulir en este campo, en especial en lo que hace a las letras (demasiado infantiles y repetitivas, por momentos) y al alcance de las notas más agudas pero, de todas formas, es otra buena prueba de que el apetito creativo de Avernal se mantiene saludable y en movimiento. Por lo demás, lo que aquí tenemos son diez temas (bueno, nueve más una intro) que conjugan con absoluta soltura groove y brutalidad, que resultan lo suficientemente variados como para no aburrir y dejan en claro la innegable identidad musical del grupo, al tiempo que aplastan cabezas como es debido.


-Bile “Hate radio” (2009)
¿Se sienten enfermos y perversitos? ¿Andan con ganas de dar y recibir un buen par de latigazos y de saborear unas brillantes brillantes botas de cuero? ¿Tal vez prefieren encerrarse en retorcidas cavilaciones sobre lo desdeñable que resulta ser la raza humana en general y regodearse en un morbo psicótico de visiones bañadas en ácido y teñidas de rojo? ¿O su imaginación los traslada a frenéticas pistas de baile donde las luces estroboscópicas causan cortocircuitos en la mente? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, sírvanse acompañar dichas impresiones con una ración del mejor Metal-Industrial que sólo Bile sabe servir desde sus inicios, allá por 1992. Ok, no se puede decir que hayan inventado la pólvora, ciertamente las referencias a nombres como Ministry, KMFDM, My Life With The Thrill Kill Kult, Malhavoc, Throbbing Gristle o Skinny Puppy son inevitables pero sirven como marco donde Krztoff (el hombre detrás de Bile) puede desarrollar su delirante personalidad. Ciertamente, con tantos años de carrera y una discografía bastante destacada (el monumental “Teknowhore”, de 1996, es una pieza imprescindible del Rock Industrial de los noventas), este tipo tiene muy claro lo que hace. Siete años después del anterior “Demonic electronic”, “Hate radio” encuentra a Bile en perfecta forma y con toda la enfermedad intacta. Lo mejor de ellos es que siempre parecen tratar de llevar todo a los extremos, aún dentro de las limitaciones impuestas por el tipo de música que practican. Cuando se ponen violentos, pueden competir con cualquier melenudo Deathmetalero y romperle el culo a base de corrosivos ritmos taladrantes, machaques como ametralladoras, alaridos infernales y capas y capas de puro y envolvente ruido digital. Cuando se ponen sutiles, alcanzan un grado de detallismo y profundidad que rozan lo sinfónico, cuando quieren hacernos bailar lo hacen con beats tan infecciosos que pondrían verde de envidia a Rob Zombie. Y, desde ya, cuando se ponen en juguetones son capaces de transformar hasta un tema Country en un jodido viaje lisérgico por los recovecos más siniestros de la mente humana. Si a todo eso le suman diversos incidentes donde miembros del grupo golpearon a Yngwie Malmsteen (luego de ver como éste golpeaba a su novia) y rociaron con bombuchas a Jani Lane (autor arrepentido del himno “Cherry pie”) y Bobbie Brown (la novia de Lane en ese momento, y protagonista del video clip de dicho tema), entonces es imposible no quererlos.


-Sajjanu “Pechiku!!” (2009)
Esto no es ninguna novedad pero bien vale repetirlo: los japoneses están locos. Y si encima vienen apadrinados por John Zorn y su sello, Tzadik, entonces cualquier cosa puede suceder. De cierta forma, lo de Sajjanu es más o menos predecible, si así podemos llamar al más frenético despliegue de Rock-Noise-Jazz-Core-Progresivo que puedan imaginar. Claro, referencias como Ruins, Naked City, Don Caballero o Boredoms ya no son precisamente una novedad, mucho menos viniendo de la tierra del sol naciente y muchísimo menos con el visto bueno de Don Zorn. El punto es que lo hacen tan bien. Son sólo tres tipos (dos guitarristas y un baterista) y se las arreglan para sonar como una estampida de fugitivos de un manicomio de máxima seguridad. Como para que se hagan una idea, si Mr. Bungle les resulta demasiado caótico, Sajjanu va al triple de revoluciones por minuto y cambia de registro y ritmos de forma mucho más abrupta e inesperada. Por momentos hasta es demasiado agobiante, como si juntaran fragmentos inconexos de temas de King Crimson, Mahavishnu Orchestra, Magma y Miles Davis y los reinterpretaran a toda velocidad y de forma absolutamente azarosa. En el estado de ánimo adecuado, puede llegar a ser una experiencia extremadamente intensa. Si no, bueno, es lo ideal para generarle un ataque de histeria a cualquiera. O sea, la expresión caos controlado no le hace justicia al grado de demencia, vértigo y precisión de estos nipones. Desde ya, se necesita, al menos, cierta tolerancia al virtuosismo más desbocado y esquizofrénico, así como a la experimentación Rockera más violenta y a la constante sobre estimulación de los sentidos. Si cuentan con esos requisitos, “Pechiku!!” les representará uno de los manjares musicales más suculentos de los últimos tiempos.


-Acid Tiger “Acid tiger” (2010)
Acid Tiger es un cuarteto neoyorquino que debuta discográficamente en las filas de Deathwish Inc. (hogar de grupos como Converge, 108, Blacklisted o Killing The Dream, entre otras luminarias del Hardcore de los últimos tiempos) y cuenta en sus filas con la presencia del baterista de Converge, Ben Koller (ex miembro de los geniales Forcefedglass), y el guitarrista de Thursday y United Nations, Lukas Previn. Ya les aviso, no esperen Hardcore rompehuesos, Mathcore frenético ni Screamo chillón. El mismo grupo define su propuesta como un híbrido de Punk y Rock Progresivo y reconoce influencias de bandas como Drive Like Jehu, Descendents y The Cult. Una descripción bastante acertada, vale decir. Efectivamente, detrás del corazón claramente Punk que guía la energía de Acid Tiger encontramos riffs pesados e intrincados, variantes rítmicas que van desde la marcha aplastante y setentosa a rebusques más enroscados e impredecibles, una voz potente y melódica a la vez, con un sabor casi sureño (los ocasionales toques Blueseros ayudan a reforzar este elemento) y una cierta tendencia a los agudos Robertplantianos, climas entre místicos y lisérgicos, y una refrescante sensación de libertad creativa y diversión que no sabe de décadas y encasillamientos musicales. Tal vez ese sea el punto en el cual estos vecinos de Biohazard (también son del jodido Brooklyn, donde mejor que mires tu puta espalda) se distinguen de tantas bandas que ensayan combinaciones similares. Los muchachos encaran la faena de forma claramente distendida y sin más pretensiones que pasar un buen rato rockeando con sus amigos. Al menos, esa es la sensación que transmiten los siete temas (desplegados en poco más de cuarenta minutos) que componen la placa. Si encima el producto final resulta ser sumamente personal e inclasificable, mucho mejor. Ojo, tampoco se trata de la octava maravilla pero, si el acercamiento entre la crudeza del Punk y la voladura de los setentas se les presenta como una buena idea, entonces este material los dejará más que satisfechos.


-Black Francis “Nonstoperotik” (2010)
Con los Pixies reunidos, Frank Black volvió a dar vuelta su seudónimo a Black Francis, el que usaba cuando lideraba dicha banda y, mientras esperamos nuevo material de estudio, nuestro querido gordito sigue editando disco tras disco en su faceta de solista. Tal vez los discos de The Breeders (la banda liderada por Kim Deal, bajista de Pixies) sean más apetitosos pero, en cualquier caso, la comparación está fuera de lugar. Desde el primero momento fuera de su ex-ex banda, Francis estuvo decidido a mostrar una faceta diferente, más íntima y cercana aún sin perder del todo el nervio rockero y la voladura psicótica de siempre. “Nonstoperotik” es un disco inspirado en el sexo, según palabras del propio protagonista. Y si están pensando en las referencias sexuales más bien violentas a las que nuestro hombre echaba mano en temas de los Pixies como “I’ve been tired” o “Dead”, olvídenlo. Como ya dijimos, el Black Francis solista es un hombre más sensible y sobrio, y su visión del erotismo tiene un tinte claramente romántico antes que agresivo. De la misma forma, sus melodías resultan más reposadas. Aún cuando en varios pasajes de la placa recuerde al Rock efervescente y Punky de antaño, el sonido cálido y austero y, principalmente, las melodías de tono Folk (hasta hay un cover de Fliyng Burrito Brothers) marcan una clara diferencia. A pesar de todo, es probable que este sea el disco más cercano a los Pixies que su cantante edita en más o menos quince años, lo cual no es nada despreciable, desde ya. En cualquier caso, ya sea un su faceta más calmada y emotiva o en aquella plagada de imágenes deformes y sonidos punzantes, estamos en presencia de uno de los pocos tipos que fue capaz de generar una revolución en el Rock sin siquiera proponérselo y que, aún hoy en día, a los cuarenta y cinco años de edad, mantiene intacta su creatividad, su talento y su intensidad. Cualquiera que aprecie las buenas canciones debería estar atento a todo lo que este hombre proponga.


-Mike Patton “Mondo Cane” (2010)
Venía amagando hace unos años y, finalmente, aquí tenemos el primer disco oficial de esta nueva locura de Mike Patton llamada “Mondo Cane”, como aquel film de Paolo Cavara, Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperi de 1962. Para aquellos que no estén familiarizados con el asunto, se trata, básicamente, de Miguel versionando canciones Pop italianas de los años cincuenta y sesentas, en su idioma original y secundado por una orquesta de más de treinta músicos, dirigida por el prestigioso Aldo Sisillo y con la participación de Roy Paci, otro destacado músico italiano. A esto se le suma una versión del tema “Deep down” de Ennio Morricone, como para dejar en claro la pasión de Patton por la cultura italiana en general. Desde ya, estoy incapacitado para comparar estas versiones con los originales porque jamás los escuché. Lo que sí puedo decir es que el mismo Patton admite que, aún con esfuerzo, trató de ser lo más respetuoso posible. Sea cómo sea, se trata a todas luces de un trabajo de música sumamente compleja e intrincada, aún cuando son, en esencia canciones de Pop pegadizo y alegre. Por momentos, no voy a mentir, resulta sencillamente hilarante escuchar a Patton cantando en italiano esas melodías a las que no les cabe otra definición más que la de grasas, y en otros el dramatismo alcanzado es cualquier cosa menos gracioso. Claro, con una orquesta detrás nuestro héroe se dio finalmente todos los gustos que en aquel recordado “California” de Mr. Bungle no pudo. Lo interesante, como suele suceder con todo aquello que involucra a este tipo, es cómo universos que se suponen opuestos o poco conciliables, aquí se funden sin problemas dando a luz nuevas perspectivas y miradas musicales. Lo simple y lo complejo, lo agradable y lo repulsivo, lo culto y lo popular, lo divertido y lo angustiante, lo superficial y lo profundo, todo eso se da cita en “Mondo Cane” y hasta es posible que, por momentos, no estén del todo seguros de qué sensaciones les generan estas canciones. Y eso sin si quiera mencionar lo que se canta el muy turro de Patton. En fin, tal vez a los fans más Rockeros les cueste un poco adaptarse a este esquema pero les aseguro que vale la pena el esfuerzo de abrir la mente a otras formas musicales.


-Pollution “120608” (2010)
Los miembros de Unearthly Trance son gente inquieta, de eso no cabe duda. No sólo se dieron el lujo, con su grupo principal de dar vuelta varias de las convenciones del Doom y el Sludge (dejando como legado uno de los mejores discos de la década pasada, “The trident”), también cuentan con una vasta gama de proyectos paralelos, la mayoría relacionados a diversas ramas del Black Metal. Tenemos la magia negra experimental de Thralldom (que luego devino en Drifting Collision y después en The Howling Wind, todas con el mismo nivel de excelencia), la crudeza primitiva, etílica y Dakrthronera de Villains y el punto intermedio de Glorior Belli como ejemplos. Pollution cuenta también con la presencia del guitarrista/vocalista Ryan Lipynsky pero poco y nada tiene que ver con el Negro Metal. La palabra Black sí se puede encontrar aquí pero seguida de Flag. Efectivamente, este cuarteto se dedica a recrear las inmortales enseñanzas de Greg Ginn y compañía pero lo hace con un grado extra de virulencia que lo aleja de la mera copia. “120608” cierra la trilogía (precedida por los geniales “nasty.DNA” y “n.s. DRUGS”) de vinilos y casetes (eso es ser true) que el grupo viene editando desde 2008 y sirve como remanso mientras preparan material nuevo. La placa consta, como se estilaba en los viejos tiempos, de dos lados. El primero es un registro en vivo de siete temas que dejan indudable testimonio del poderío visceral de Pollution. El sonido es crudo, ruidoso y por momentos roza la saturación. Pero, ¿a quién le puede molestar eso ante semejante despliegue de intensidad, frustración y emociones fuertes? Las composiciones van desde densas letanías montadas sobre riffs angulares que remiten a la asfixia total de aquel glorioso “My war” hasta salvajes arranques casi Hardcore donde la impronta Blackflaguera se acerca a los sonidos de bandas como Rorschach o Born Against. Vamos, si hay algo que tienen estos tipos es buen gusto a la hora de elegir influencias. Lo que nos lleva a la cara B (parece irreal usar estos términos hoy en día). Allí tenemos dos covers, comenzando con “The crazy girl” de (claro que sí) Black Flag, que demuestra ser una elección tan acertada como inesperada, ya que pocos grupos se han animado a versionar temas de la última etapa de la Bandera Negra y mucho menos a hacerlo con semejante respeto por el original. El segundo es “Familiar and plain” de los ignotos, pero aún así muy recomendables, Honor Role, una banda oriunda de Richmond, activa entre 1983 y 1989, que fue mutando del Hardcore primigenio a un sonido más enroscado y personal (casi adelantando ciertas pautas de lo que luego se conocería como Post-Hardcore y Math-Rock) y de cuyo seno surgirían nombres destacados del underground como Breadwinner, Kepone o Labradford. Nueve temas, veintidós minutos de Punk disonante, ruidoso, imaginativo e inspirador. Esperemos que no tarden mucho en sacar un larga duración.


-Rotten Sound “Napalm” (2010)
La cosa es simple, los finlandeses Rotten Sound (probablemente la banda más avanzada en eso de seguir los pasos de los difuntos Nasum) han editado, vía Relapse Records, este ep de seis temas mientras preparan material para un próximo larga duración. Tenemos tres temas nuevos…empecemos otra vez. Tenemos tres bombazos nuevos con la impronta característica del cuarteto: blast-beats atronadores, ocasionales rebajes Hardcorosos, guitarras masivas, voces que incitan a la violencia más extrema, estructuras caóticas y esa constante sensación de vértigo y adrenalina que pone los pelos de punta. Vamos, un festín para los amantes del buen Grindcore. Luego viene la parte que justifica el título y el arte de tapa del disco, tres covers de Napalm Death (“The kill”, “Missing link” y “Suffer the children”) en versiones para chuparse los dedos, respetuosas de los originales pero adaptadas al sonido moderno, claro y corrosivo al mismo tiempo de Rotten Sound. En fin, es sólo un pequeño entremés mientras esperamos nuevo material pero basta para que la expectativa se mantenga alta. Comentario cortito como tema de la banda.


-Sick Of It All “Based on a true story” (2010)
No les voy a mentir. Por lo general cargo con una importante cuota de prejuicio hacia la impronta típica del Hardcore neoyorquino. Ya saben, esa cosa de pandilleros rudos, tatuados y con eterna expresión de pocos amigos. Por supuesto, se trata de una generalización y, como tal, es algo injusta pero, bueno, nadie dijo que los prejuicios (y todos tenemos alguno) fueran un hecho racional. El caso de Sick Of It All es un tanto complicado. Por un lado, comparten bastantes de las pautas antes mencionadas pero, por el otro, siempre estuvieron dispuestos a asociarse con músicos ajenos a su círculo (Napalm Death, NOFX, Sepultura), exhibiendo una saludable apertura mental alejada de la ortodoxia sectaria de cierta parte del Hardcore. En lo musical, si bien mantuvieron (en mayor o menor medida) su sonido característico a lo largo de sus veinticuatro años de carrera ininterrumpida, cuentan con la ventaja de ser uno de los grupos que ayudó a definir los parámetros musicales del New York Hardcore, lo cual, de cierta forma, los separa también de la mera pose superficial. La evidencia, como corresponde, está en los discos. Ni siquiera hace falta irse hasta clásicos como “Blood, sweat and no tears” o “Just look around”, pueden comprobar con una oída a este flamante “Base don a true story” que el cuarteto no ha perdido no un ápice de energía con el paso de los años. Desde ya, no podemos hablar de evolución, salvo en el plano sonoro (ahí sí logran resultados excepcionales y actuales) la banda parece detenida a principios de los noventas. Lo cual no es algo necesariamente malo, en especial si se entregan a lo suyo con semejante grado de pasión e intensidad. Lou Koller grita hasta quedarse afónico, su hermano Pete regurgita esos riffs de siempre, a veces más Punkys, a veces con ese regusto metálico, siempre vibrantes y eléctricos, Craig Setari (bajo) y Armand Majidi (batería) sostienen todo con un pulso firme, contagioso y ajustadísimo y todos se juntan para aullar sus tradicionales coros gritados. A pesar de todo, se las arreglan para proponer algo de variedad a lo largo de los catorce temas que componen la placa, manteniendo un equilibrio entre aceleradas, machaques mosheros, estribillos tribuneros, medios tiempos y hasta ciertos pasajes trabados y emotivos que nos hacen intuir que los muchachos estuvieron escuchando algo más que el “Victim in pain” de Agnostic Front. En fin, no quisiera caer en el lugar común pero lo voy a hacer de todas formas. Los fans no se sentirán defraudados y aquellos a los que la propuesta de Sick Of It All nunca les llamó la atención seguirán con sus vidas como si nada.


-The Bled “Heat fetish” (2010)
La pérdida de tres miembros (dos de ellos originales) en la formación de The Bled, tras la decisión en 2007 de bajar el ritmo de las giras, en lugar de debilitar al quinteto parece haberlo revivido. No es que “Heat fetish” sea un nuevo amanecer de la música pesada pero, para un disco que se mueve entre el Mathcore, el Metalcore y el Post-Hardcore, el producto final resultó ser sorpresivamente refrescante y creativo. Esta vez el costado melódico del grupo se ve desarrollado con mayor madurez y profundidad que en el anterior “Silent treatment”, sonando más afín a bandas como Deftones o Vision Of Disorder que al Emo-Core. De todas formas, lo que predomina en este cuarto disco del grupo son los riffs disonantes y enroscados, los ritmos trabados, los machaques secos y las voces gritonas. Lo importante es que estos sureños manejan de forma balanceada conceptos como dinámica, diversidad, gancho e inventiva, dando a luz canciones tan energéticas como complejas, variadas y emotivas sin quedar mal parados en ninguna de esas facetas. Desde ya, las influencias están presentes (a los mencionados Deftones sumen nombres como Converge, Poison The Well, el primer Cave In y Botch) pero adaptadas con buen gusto e ideas propias. Agreguen a todo esto un gran trabajo en las guitarras (tanto en la parte riffera como en lo que hace a texturas y arreglos), un cantante que elude la monotonía y la superficialidad a base de fuerza, imaginación, caudal y afinación y una base rítmica tan sólida como versátil. Y, claro, doce canciones que se sostienen por peso propio. En definitiva, eso es lo que cuenta.


-The Get Up Kids “Simple science” (2010)
Digan lo que quieran, The Get Up Kids no sólo son probablemente los mejores representantes de lo que en los noventas se consideraba Emo, si no, sencillamente, los mejores creadores de canciones de su generación. No importa que hayan influenciado a un sinfín de bandas olvidables (lo mismo puede decirse de los Beatles, Slayer y Black Sabbath, por ejemplo, y no por eso los vamos a desmerecer) ni que hayan caído en el viejo truco de la seguidilla “separación-expectativa-aniversario-reunión”. Cada una de las melodías creadas por las guitarras y las voces de Matt Pryor y Jim Suptic (inclusive aquellas que mostraron en sus respectivos proyectos paralelos y post-separación, The New Amsterdams y Blackpool Lights) son alimento para el espíritu y eso pesa más que cualquier otro tipo de elucubración. “Simple science” es el primer registro de estudio luego de aquel magnífico “Guilt show” de 2004 y se trata más bien de un aperitivo de sólo cuatro temas. Arrancamos con uno de esos típicos medios tiempos movedizos del quinteto en la forma de “Your petty pretty things”, con pasta de hit inmediato y ese sublime entramado de guitarras, voces y teclados (estos últimos, como siempre, a cargo del ex baterista de Coalesce, James Dewees) sostenido por una de las bases rítmicas (el bajo y la batería de los hermanos Rob y Ryan Pope) con mejor manejo del swing en la historia del Rock en general. Le sigue “Keith Case”, con un clima mucho más extraño, psicodélico y oscuro, aún sin perder la impronta melódica necesaria. Un ritmo insistente, un bajo distorsionado hasta la saturación y colchones de ominosos teclados sirven de plataforma para sutiles apariciones guitarrísticas y un Pryor manejando la intensidad como sólo él sabe hacerlo. Nos relajamos con la dulce melodía de “Tommy Gentle”, montada sobre una base trabada, arpegios soñadores y exquisitos arreglos. Tal vez esté pecando de fanático pero es imposible no caer rendido ante la absoluta belleza de este tema. Como cierre, los seis minutos de “How you’re bound” proponen otro viaje más bien introspectivo y profundo, donde un envolvente juego de texturas y arreglos instrumentales hacen las veces de marco tridimensional para una melodía tan hermosa como desgarradora, desarrollándose lentamente en un crescendo gradual. En fin, es poco, ya lo sé, pero se supone que en un futuro no muy lejano tendremos más material nuevo. Por ahora, a disfrutar aunque más no sea de estos cuatro nuevos temazos.


-Xasthur “Portal of sorrow” (2010)
“Portal of sorrow” no es un disco más en la carrera de Xasthur, es el último. Sí, Malefic (Scott Conner según su documento de identidad, “el nene” según su mamá, “el pelotudo que se pinta la cara y todavía vive en el sótano de su mamá” según fuentes poco confiables), ha confirmado públicamente que aquí termina el apesadumbrado viaje musical del proyecto con el que, desde mediados de los noventas, ayudó a revitalizar el Black Metal norteamericano. ¿Y qué nos trajo el deprimido muchacho para despedirse de nosotros? Ni más ni menos que casi una hora de mórbidas alucinaciones y asfixiantes pesadillas suicidas. Siguiendo la línea de su anterior álbum (el genial “All reflections drained”, editado el año pasado), “Portal of sorrow” sigue explorando terrenos ambientales, aunque esta vez el clima es más abiertamente depresivo antes que opresivo o terrorífico. Hay un claro predominio de teclados y orquestaciones pomposas, así como una gran presencia de voces femeninas (a cargo de Marissa Nadler) y melodías reflexivas y embotadoras. Por supuesto, los chillidos distorsionados de Malefic todavía resuenan ocasionalmente como si los profiriera desde la más profunda de las catacumbas y sus ásperas murallas de guitarras están ahí, es sólo que ahora no cumplen papeles protagónicos. El resultado dista de ser desdeñable, es sólo que se torna un tanto monótono y ni siquiera logra un efecto tan intenso como el de sus últimos trabajos. De todas formas, Xasthur bajando un poco el nivel sigue siendo superior a la mayoría de sus pares genéricos. La profundidad de las composiciones y el exhaustivo trabajo de texturas y armonías puestas al servicio de la más espesa y dolorosa de las oscuridades siguen siendo excepcionales. Y, pensándolo fríamente, tiene cierta coherencia que su disco de despedida tenga un tono principalmente entre melancólico y majestuoso. Y no deja de resultar curioso que, justamente en el año en que Burzum (la fuente de inspiración principal en los primeros trabajos de Xasthur) vuelve al ruedo y con un disco claramente metálico, Malefic decida retirarse con su disco más etéreo y la promesa de un próximo proyecto completamente alejado del Metal.

2 invocaciones del cosmos:

Fernando querido:

Por favor, tenga la gentileza de hacerme llegar, por el barbudo de Platino, el disco de Sajjanu.
Los pocos temas que pude escuchar de estos orientales me han volado el peluquin.

Muchas gracias.
Atte.

Leito.

de nada por configurarte el sitio, eh?
de nada