15 de noviembre de 2011

Review: Taura "El fin del color" (2011)



-Taura “El fin del color” (2011)
Taura duele, por supuesto. Taura se mete debajo de la piel y repta tocando los puntos más sensibles del alma, esos que arden con placentero malestar. Aquellos familiarizados con la propuesta musical, lírica y estética del cuarteto ya saben por dónde vienen los tiros. Algunos podrán ver esto como una repetición de esquemas y otros, simplemente, como el afianzamiento de una incuestionable identidad artística. Probablemente ambos tengan razón y el punto definitivo, como siempre, está en la calidad misma de las canciones. Allí es donde Taura triunfa una vez más. Claro, podemos destacar la riquísima labor de las seis cuerdas, la forma certera en que riffs, arreglos y texturas varias estimulan la imaginación hasta trasladarla por completo a su propio reino de visiones grises. Podemos señalar el empuje físico y contagioso de la base rítmica, esa movilidad orgánica que parte del estómago y termina sacudiendo cada articulación con su aplastante swing. Podemos también regodearnos en la infinita tristeza de las líneas vocales y maravillarnos una vez más por esa síntesis tan particular que logran entre preciosismo melódico y desgarro emocional. Y, ciertamente, cada una de esas excelencias interpretativas (sumemos en la enumeración a un sonido y presentación de nivel internacional) resultan imprescindibles a la hora de embellecer el sólido núcleo que son las canciones pero, de ninguna manera, se ponen por delante de éstas. Aquí hay pesadez, sí, pero esto tiene que ver más con las emociones que evocan las composiciones que con meras cuestiones estilísticas o formales. Aquí hay un elevado vuelo creativo pero más atento a la sensibilidad que a los guiños intelectualoides. Y, sí, aquí hay también torrentes de melodía y ni un mero atisbo de superficialidad o pasatismo. Es que, como ya señalé, Taura ya es una entidad propia, alejada con gracia y naturalidad de rótulos fáciles y lugares comunes. Una entidad que privilegia la sustancia, el contenido por sobre las formas, aún sin descuidar éstas últimas. Y eso sólo ya debería ser motivo suficiente para tenerlos en cuenta.

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