29 de marzo de 2010

Bane en vivo en el Centro Cultural Buen Aire (27/03/2010)




Por Fernanod Suarez.

Voy a ser sincero, hacía bastante que no asistía a un recital de Hardcore hecho y derecho. De hecho, por diversos motivos (la mayoría atribuibles exclusivamente a mi propio pajerismo) dejé pasar en los últimos tiempos las visitas de grupos destacados del género como 108, Earth Crisis o los tristemente disueltos Have Heart. Algo me impulsó en esta ocasión a presenciar la segunda visita de Bane a nuestro país. Tal vez fuera nostalgia, tal vez el hecho de que el cartel contaba también con nombres más que interesantes de la escena vernácula como Reconcile y El Camino Más Difícil, tal vez se deba al excelente nivel que últimamente está exhibiendo gran parte del Hardcore más tradicional (por así llamarlo) o simplemente los astros se alinearon de forma adecuada. Sea lo que fuere, debo sentirme más que satisfecho de haber abandonado, aunque tan sólo sea por una noche, mi habitual ostracismo. Obviamente, confirmé que el tan mentado Hardcore dancing (básicamente, jóvenes repartiendo trompadas y patadas al aire cuales Bruce Lees vegetarianos) no es para mí y que mi conexión con el Hardcore es más espiritual o emocional que física a esta altura. En fin, yendo al show en sí, los muchachos de A Mis Espaldas abrieron las hostilidades con un show breve y energético, no muy ayudados por el sonido (los techos tan altos del recinto hacían que la acústica general no fuera la mejor pero, vamos, esto es Hardcore, así que eso no es un gran problema) pero supliendo la falta de experiencia con una entrega intensa, en especial de parte del pequeño vocalista. Le siguió Enquirer, que presentaban su segundo disco (“Inquisitivo”, casualmente editado por Varsity Records, el sello de Reconcile) con un sonido bastante más personal y oscuro. La referencia inmediata sería 108, no sólo por su adherencia a creencias Hare Krishna, si no también por su sonido más bien pesado y envolvente, plagado de riffs disonantes y climas de profunda catarsis espiritual. Mención especial para uno de sus guitarristas (Garuda Dasa es su nombre) que no dejó ni por un segundo de danzar como poseído por los distorsionados acordes que lanzaba desde su instrumento. Si les gusta el Hardcore de tintes más bien pesados, hecho con identidad propia, vuelo creativo, potencia y buenas ideas musicales, Enquirer es una banda para recomendar a los cuatro vientos. Luego llegó el turno de los rosarinos de El Camino Más Difícil, estrenando guitarrista y baterista nuevos. Su álbum debut (“Siempre quemando los caminos de vuelta”, editado el año pasado también por Varsity) mostraba a un grupo con muchísima energía y un sonido interesantísimo, siguiendo la línea de clásicos modernos como Give Up The Ghost, Count Me Out o, justamente, Bane, y en vivo no hicieron más que confirmar esas cualidad con un set arrasador. Debo decir que el hecho de que su bajista ensayara, en diferentes altos entre tema y tema, líneas de temas de Sick Of It All y Fugazi, me hizo creer que todavía era posible encontrar un punto de encuentro entre las diversas variantes del Hardcore. También hubo lugar para temas nuevos y, por lo que se pudo apreciar (insisto con lo del sonido), la cosa viene auspiciosa. Pasado un rato hizo su aparición sobre las tablas Reconcile y terminaron de confirmarme por qué son, no sólo la mejor banda Hardcore de nuestro país, si no una de las mejores a nivel mundial. Una presencia escénica devastadora y, al mismo tiempo, natural, dos guitarristas que proponen constantemente ideas frescas y emociones viscerales, una base rítmica ajustada y vibrante pero siempre con el oído atento a la versatilidad, y un cantante con un carisma irresistible y una voz apabullante. Y esas canciones, encontrando el punto justo entre tradición y nuevos caminos, entre sentimiento e inteligencia. No hay mucho más para agregar, cualquiera que aprecie el Hardcore (en la forma que sea, desde su visión más cruda y primitiva hasta aquella que podría considerarse Post-Hardcore) se debe a sí mismo, aunque más no sea, pegarles una escuchada, en especial a su último disco homónimo. Bien, llegamos entonces a Bane, una de las bandas más importantes en eso de revitalizar los preceptos tradicionales del Hardcore de la vieja escuela y aggiornarlos a los tiempos que corren sin perder nunca la esencia. Arrancaron con “Swan song” (el último tema de su último larga duración, “The note” de 2005) y cerraron con “Some came running” del clásico “Give blood”. En el medio, sencillamente un despliegue inagotable de pura energía, un cantante encendido y con buena onda para regalar, cuatro músicos que, en pleno ataque de epilepsia colectiva, demostraban ser ejecutantes casi virtuosos. En ese sentido, la labor de los guitarristas (el ex Converge, Aaron Dalbec y el rubio Zach Jordan) fue excepcional, tirando riffs, machaques y arreglos con una precisión y una fuerza que dejaban sin aliento. Jordan hasta tenía tiempo para meter coros melódicos donde sorprendió (al menos a mí me sorprendió) con unas dotes vocales inesperadas. De más está decir que el público deliraba y se dedicaba a volar en constante mosh, al punto que, por momentos nada más, se tornaba un poco molesta la invasión al escenario. Sólo un detalle, claro. Por lo demás, fue un show sin fisuras, de esos que te recargan las pilas anímicas sin importar cuán bajoneado puedas estar. Ya estaré viejo para el mosh y, ciertamente, pintarme equis en las manos no es lo mío, pero dónde haya músicos entregándose con semejante pasión a lo suyo, ahí estaré yo para aplaudir de pie.

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