14 de octubre de 2008

Reviews - Especial Doom, Drone, Sludge y aledaños



Por Fernando Suarez.


-Pentemple “0))) presents…” (2008): La historia es simple, durante una gira de Sunn 0))) en Australia, los encapuchados del Drone (en este caso en particular hablamos de Stephen O’Malley, Greg Anderson, Oren Ambarchi y Attila Csihar) se juntaron con el baterista/vocalista Sin Nanna (creador de los proyectos Blackmetaleros Striborg y Veil Of Darkness), para grabar la sesión de improvisación en vivo que ocupa este álbum. Si están familiarizados con Sunn 0))) y especialmente con Burial Chamber Trio y Grave Temple (los proyectos que comparten con el cantante de Mayhem), entonces se podrán hacer una idea aproximada de lo que podrán encontrar en Pentemple. Si no, imaginen un viaje oscurísimo, tan majestuoso como denigrante, basado en las graves capas de acoples y feedback que tan bien manejan Anderson y O’Malley y acompañado por voces transformadas en criaturas avernales, quejidos provenientes de torturas subterráneas. La principal diferencia en este proyecto particular la marca la batería que termina dotando de un clima entre psicodélico y free-jazzero a estas dos extensas improvisaciones de ruido negro. Tal vez sea una mera rareza entre el extenso árbol genealógico de proyectos de Anderson y O’Malley, pero bien vale la pena adentrarse en otro inigualable viaje dentro del sonido.



-Nadja “Desire in uneasiness” (2008): Flotando entre nubes, rodeado por truenos aturdidores. Arco iris fracturados por ardientes rayos de luz. Terremotos en cámara lenta, caricias que destrozan huesos. Un colorado barbudo con cara de nabo y una chica nerd sin tetas son capaces de crear los estruendos más pesados de los últimos tiempos. Y también son capaces de cubrir esa grave saturación con capas de ruido aterciopelado y tenues evocaciones melódicas. En otras épocas hubiera sonado imposible, pero hoy en día combinar la densidad del Doom más extremo con la atmósfera soñadora de bandas como My Bloody Valentine o Lush ya no es considerado una locura. Y sí, por momentos este dúo suena como la cruza exacta entre el Drone minimalista de Sunn 0))) y la sensibilidad Pop aplicada a la música pesada de Jesu, pero tanto su extensa trayectoria como lo personal del resultado final los eximen de ser simples copiones. Por cierto, esta gente es bastante prolífica, por decirlo de manera suave, así que mientras escribo esto ya se han editado dos discos (sí, dos, aunque uno de ellos es una colaboración con Atavist) nuevos con su firma. Yo que ustedes ya mismo me pongo a buscarlos.



-Porn & Merzbow “…And the devil makes three” (2008): Algo se esconde en estos bosques. Y no es algo amigable, por cierto. Estos sonidos nocturnos cargan la atmósfera de inquietud y cerrar los ojos no es una opción. Claro, mantenerlos abiertos tampoco ayuda, esta oscuridad es impenetrable. Y, aún cuando pudiéramos ver algo, ¿qué haríamos al respecto? Sólo podríamos atinar a temblar paralizados. Gritar tal vez, sabiendo lo inútil de dicha acción. Nadie podría escucharnos estando tan lejos de todo. Cada paso que aplasta hojas secas es un sobresalto, cada árbol con esas ramas en forma de brazos deformes es una señal de que no somos bienvenidos aquí. Y este viento infame que ensaya las melodías más tenebrosas. Observamos al cielo, esperando que las estrellas que lo adornan nos ayuden, pero esos malditos puntos luminosos parecen moverse de lugar cada vez que miramos para otro lado. Y están tan lejos. Estamos condenados a reptar sobre esta húmeda superficie, conviviendo con otros que también se arrastran. Y quién sabe cuáles sean sus intenciones. Sólo nos queda rogar que el amanecer llegue pronto y transforme estas elucubraciones en una mera anécdota.


-Capricorns “River, bear your bones” (2008): Si les digo que Capricorns es un cuarteto instrumental que se dedica a construir monumentos musicales en base a riffs tamaño montaña y estructuras casi Progresivas, es muy probable que la primera palabra que se les venga a la cabeza sea Pelican. Ahora bien, si agrego que esta gente cuenta con ex miembros de Iron Monkey y Orange Goblin y que el sello encargado de editar sus trabajos es Rise Above, regenteado por Lee Dorrian, las cosas deberían ponerse en su lugar. Ok, sería una necedad negar que el sonido de Capricorns tiene puntos de contacto con lo que hoy en día se llama Post-Metal, pero nadie con un par de oídos los pondría en la categoría de “clones de Neurosis/Isis”. Digamos que si Cathedral ocupó tanto lugar en sus booklets agradeciendo a oscuras bandas de Doom y Rock Progresivo de los 70’s, Capricorns tomó la posta del amor por dichos géneros y la trajo al nuevo siglo. Siendo un grupo sin voces es de esperar que las guitarras lleven la batuta y, efectivamente, lo hacen con soltura y maestría. Riffs que no por gordos dejan de ser enroscados y no por enroscados dejan de ser lentos. Estructuras que nos obligan a escuchar sin distracciones, cerrar los ojos y dejarnos invadir por imágenes. Grooves que patean bolas y obligan a seguir el ritmo con la cabeza y, claro, murallas enormes de roca sólida erigidas a puro pulso rockero. Casi podría decirse que en la Biblia Doom de estos londinenses Tony Iommi es tan importante como Robert Fripp, si no fuera porque todos sabemos que la verdad absoluta se esconde en los dedos del Sr. Black Sabbath. En conclusión, amantes de las barbas, las Gibson SG y el porro, consigan este disco ya mismo.



-Thou “Peasant” (2008): Los pantanos de Louisana no se cansan de lanzarnos en la cabeza sonidos graves y enfermizos. Y, si bien este quinteto no se despega del todo de sus antecesores, no esperen otra muestra de incomodidad sureña en la vena de los eternos Eyehategod. Thou, de alguna forma, se acerca a la combinación de Doom ultra lento con guiños Blackmetaleros de Unearthly Trance, pero dejando de lado las influencias Crust y el Noise que ensayan estos últimos. Y tenemos otro detalle. Estos sureños recuperan algo que parecía olvidado por las nuevas generaciones dumbetas en pos de sonar violentos y extremos: la depresión. No teman, nada hay en estos casi cuarenta y tres minutos de tortura que se asemeje a teclados góticos y gordas soprano. Las guitarras dejan caer riffs monolíticos pero también se animan con punteos y atisbos de melodía que recuerdan a los primeros trabajos de Cathedral (en especial “Forest of equilibrium) y My Dying Bride, logrando un resultado que no será innovador pero aporta algo de frescura a una escena plagada de sonidos opresivos. Y no es que tenga nada en contra de dichos sonidos, pero nunca viene mal algo de variedad. En cualquier caso, Thou tampoco se priva de los alaridos, las cuerdas que retumban y los ritmos de ultratumba. Y no es que los climas insanos no estén presentes tampoco, es sólo que la psicosis de “Peasant” tiene como final ineludible el suicidio antes que el homicidio. Ideal para amenizar cualquier fiesta, reunión o ágape.



-Ascend “Ample fire within” (2008): Greg Anderson, años antes de ser uno de los pilares fundamentales del Drone, formó parte de Engine Kid, un grupo que bebía directamente del sonido entrecortado y disonante de Slint (creadores de lo que hoy se conoce como Math-Rock). Con dicha banda editaron en 1994 (entre otros discos muy recomendables) un split con Iceburn (también conocidos como The Iceburn Collective), un muy particular conjunto que fue mutando de un Thrash-Core-Progresivo a una especie de mini orquesta de Free-Jazz-Art-Rock. Gentry Densley fue miembro de Iceburn y, luego de años de admiración mutua e intereses musicales compartidos, ambos músicos decidieron poner en marcha este proyecto en común, con la idea de revisitar su gusto por la fusión de Jazz con sonidos más abrasivos como los de Melvins, Caspar Brötzmann o los mencionados Slint. Y eso mismo es lo que lograron en este “Ample fire within”. Lo que no es poco. Por supuesto, no faltan los acoples ni los riffs que hacen que La Tota Santillán parezca un niño somalí. Tampoco los tempos lentos y casi descoordinados que recuerdan a Melvins. Y también hay texturas inéditas, guitarras limpias, climas reflexivos y una atmósfera de ritual psicodélico que sobrevuela el disco. Tal vez el costado jazzero haya sido el que menos atención recibió, pero un par de escuchadas atentas revelan elementos de dicho género que no aparecen tan obvias, en especial en lo que hace a estructuras y a determinados sonidos de guitarra y teclados. En definitiva se trata de un disco difícil de definir y/o encasillar. Y eso, como casi siempre, ya lo hace digno de atención.



-Indian “The sycophant” (2008): Enferma. No hay mejor adjetivo para calificar la música de este trío oriundo de Chicago. Ya desde el arte de tapa las intenciones del conjunto quedan claras. Por supuesto, acá no van a encontrar experimentación ni sonidos de vanguardia. Esto es puro Sludge en su estado más agresivo y demente. Algo así como el hijo bastardo de Iron Monkey y Khanate. No hay por qué pretender más. ¿Hay acoples? Sí. ¿La voz es un eterno chillido de agonía? Por supuesto. ¿Las guitarras suenan como motosierras industriales y tiran riffs provenientes del infierno mismo? No podría ser de otra manera. ¿La batería es como el pulso de un moribundo amplificado mil veces? Con seguridad. ¿Y tenemos también las consabidas levantadas Punkys que dan ganas de decorar las paredes a cabezazos? Claro que sí. Ok, podrá sonar un tanto genérico pero el efecto es infalible y está realizado con tal conocimiento de causa que no hay forma de escapar. A sufrir que se acaba el mundo.



-Coffins “Buried death” (2008): Cuerpos en descomposición que vuelven a la vida sedientos de sangre. Legiones de zombies avanzando a paso arrastrado, repitiendo mantras enfermos con sus bocas sin dientes. Podría ser un disco más de cualquier banda de Death Metal pedorra. Pero no. Es lo nuevo de Coffins, el trío más mala onda y podrido de Japón. Y esto tampoco es estrictamente Death Metal. Sí, hay voces de monstruo, guitarras afinadas bien abajo y ocasionales aceleradas. Digamos que el sonido de Coffins tiene más que ver con Celtic Frost, Autopsy o Cianide que con Morbid Angel o Cannibal Corpse. O sea, aún en los momentos donde la banda levanta velocidad, la cosa suena densa, grave y arrastrada. Y cuando entran los ritmos lentos, directamente es el Apocalipsis. Los riffs mantienen siempre la simpleza necesaria como para pegar donde más duele y el sonido es una combinación de la tradición vieja escuela con la enormidad de las corrientes actuales del Doom. De alguna forma Coffins logra recrear las formas tradicionales sin sonar anacrónicos pero sin salirse nunca del libreto. Recomendado para alimentar nostalgias con sonidos nuevos.



-Tombs “Tombs” (2008): Imagínense estar atrapados en un sótano, uno húmedo y oscuro. Con la piel cubierta de polvo ya endurecido, desnudos, hambrientos y sin saber cómo carajo llegaron ahí. Los huesos entumecidos y los ojos ardiendo. Y, de repente, desde una pequeña grieta en una de las paredes se asoma un fino hilo de luz solar que les devuelve la sensación de estar vivos. Algo así es lo que encontraran en este mini lp debut de Tombs. Ok, la sombra de Justin Broadrick se asoma en más de una ocasión, pero en definitiva estamos hablando de uno de los músicos más influyentes de la historia del Metal Extremo. Entonces, por momentos la densidad más opresiva de los primeros trabajos de Godflesh dice presente, aunque el hecho de contar con baterista de carne y hueso les da un feeling más orgánico. Y claro, toda esa desesperación se funde con miles de capas de guitarras distorsionadas ensayando melodías melancólicas, casi como un Jesu pintado de negro. Y, claro, contando en la formación con el ex Anodyne y Versoma Mike Hill en guitarra y voz, era de esperar que ciertos gritos Hardcorosos y disonancias a la Black Flag dijeran presente. O sea, Son sólo siete temas en poco más de veinticinco minutos pero, realmente, son tan intensos que pedir más sería puro masoquismo. Aún cuando este dolor se sienta tan bien.


-Harvey Milk “Life…the best game in town” (2008): Si las legiones de clones de Carcass lograron generar su propio subgénero siguiendo al pie de la letra las enseñanzas de los forenses vegetarianos de Liverpool, no veo por qué no podría suceder los mismo con un grupo tan influyente y lleno de aristas como los Melvins. Y, sin duda alguna, si hay un grupo que lleva la delantera en ese terreno (tal vez sólo seguidos de cerca por los tristemente desaparecidos Godheadsilo) ese es Harvey Milk. De hecho para este quinto lp (sin contar compilados ni discos en vivo) incorporaron al gran Joe Preston para hacerse cargo de la máquina de sub-graves de cuatro cuerdas. Y, a pesar de que la influencia de los de King Buzzo es notoria, lejos están estos señores de Athens de ser meros copiones despersonalizados. Sí, la voz tiene esas inflexiones entre malignas y juguetonas del Rey del afro y los riffs a la Punk Sabbath tiran paredes con la ayuda de una batería tan sólida como rebuscada. Pero digamos que los divagues en este caso se reducen a lo mínimo indispensable y el aura rockera siempre es la que lleva las riendas de las canciones. Y, por supuesto, también están esos momentos de bella calma instrumental que siempre caracterizaron a Harvey Milk y que aportan la dinámica necesaria para que la cosa no sea sólo un catálogo de pisadas de mamut en forma de música. Bueno, si ya se deleitaron con “Nude with boots” y (especialmente) con el increíble show que los Melvins dieron hace poco en Buenos Aires, es hora de descubrir a su más selecta descendencia.

1 invocaciones del cosmos:

Ese álbum de Pentemple... UFF!!