En un nuevo masivo golpe de disonancia CSCOT deja caer todas y cada una de las toneladas de este yunque para aplastar tu alma en dolorosa procesión ruidística. Y así de duro y agresivo en su sonido, el resultante disco arrasa con su retorcida belleza en cada canción, para que el escucha se exponga a la tortuosa tarea de experimentar como su cerebro de vuelve pulpa. Pero como todo buen álbum industrial de este estilo (pensar en Dissecting Table, Greymachine, Optimum Wound Profile, Malformed Earthborn, Meathook Seed y todo el lado más abrasivo de la música industrial que lleva un corazoncito punk, se apoya fuertemente en el groove, pero que en el fondo no llega a ser metalera), el gancho yace por debajo de los alaridos y las capas de ruido, ensangrentado y listo para enterrase en tu estómago y no dejarte ir. Confieso que este disco me atrapó en sensaciones que no experimentaba desde hace varios años ya, cuando descubrí las mencionadas bandas, y eso pone sin dudas a este entre los mejores discos del año, si es que la producción que viene sacando Fer Suarez en este 2016 ya no fue lo suficientemente impresionante.
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